Dumoulin se agiganta y afianza su liderato con su victoria en Oropa
El tremendo holand¨¦s remonta en la subida y remacha a Nairo, que pierde 14s en 300m
Hay frases que hay que tomar en serio, aunque la primera vez que se oigan parezcan rid¨ªculas. Definen al que las pronuncia. Anuncian algo trascendente. Delatan un estado de gracia y una confianza que solo pueden ser reales. Un d¨ªa de 1995, en julio, dijo Bjarne Riis que qu¨¦ l¨¢stima que se neutralizara la etapa m¨¢s dura del Tour, la del Soudet que se corri¨® en grupo por la muerte de Fabio Casartelli la v¨ªspera, porque ese d¨ªa habr¨ªa atacado y le habr¨ªa ganado el Tour a Indurain. Riis no era entonces m¨¢s que un dan¨¦s muy grande que hab¨ªa demostrado un gran progreso en las contrarreloj y parec¨ªa poder pasar la alta monta?a. El a?o siguiente, el 96, fue Riis quien impidi¨® a Indurain ganar su sexto Tour.
M¨¢s de 20 a?os despu¨¦s, en mayo, el domingo pasado, Tom Dumoulin, un holand¨¦s muy grande, resisti¨® m¨¢s de lo que se esperaba en la subida al Blockhaus, e incluso qued¨® mejor que algunos escaladores, y declar¨® despu¨¦s que qu¨¦ l¨¢stima haber subido un poco conservador, que si hubiera tenido m¨¢s valor habr¨ªa ganado la etapa. Solo se empez¨® a creer en su verdad dos d¨ªas despu¨¦s, cuando aniquil¨® a la concurrencia en una contrarreloj dise?ada a su medida. Solo se le ha cre¨ªdo de verdad, y con tanta fuerza que incluso ya se jura en su nombre, ya se le siente consagrado, despu¨¦s de una ascensi¨®n al santuario de Oropa, donde los Alpes empiezan a crecer en el Piamonte, en la que resisti¨® a distancia el ataque de Nairo, logr¨® que a su rueda en la persecuci¨®n solo aguantaran dos o tres, y ni Nibali ni Pinot lo consiguieron, y no solo alcanz¨® a Nairo, el mejor escalador que muchos han visto, sino que lo super¨®, le atac¨®, le solt¨® y en solo 300 metros, sobre un pav¨¦s triste a 1.142 metros de altitud, le sac¨® 14s (24s con los 10 de bonificaci¨®n).
Nairo lleg¨® agotado y vac¨ªo, sin fuerzas en una monta?a, borroso en la distancia. El colombiano queda a 2m 47s en la general, segundo; tercero es Thibaut Pinot, a 3m 25s.
La victoria del l¨ªder fue un aviso, una advertencia, una proclamaci¨®n a sus rivales del tipo m¨¢s vale que no os agot¨¦is pensando que me pod¨¦is hundir en la monta?a porque ser¨¦ yo el que acabe con vosotros. M¨¢s os vale pensar que lo mejor que podr¨¦is conseguir ser¨¢ ser segundo. La pr¨®xima semana es la de los Dolomitas, la del Stelvio con nieve a m¨¢s de 2.700 metros, la del Mortirolo y el monte Grappa.
Dumoulin corri¨® a lo Indurain, como todos dicen, pero corri¨® m¨¢s que Indurain incluso. El navarro al que todos consideran una de las cumbres del ciclismo nunca fue capaz de ganar una etapa en l¨ªnea, llana o de monta?a, en ninguno de los cinco Tours o de los dos Giros en que se impuso. Indurain mide 1,88m y lleg¨® a pesar, tras inmensos sacrificios, 78 kilos. Nunca pudo pesar menos. Su capacidad para escalar r¨¢pido con ese cuerpo es un milagro de la f¨ªsica, la se?al de su grandeza ¨²nica. Se?al del ciclismo moderno, Dumoulin, de 26 a?os, mide 1,86m y pesa menos de 70 kilos. Ha perdido peso y ha ganado potencia, no solo relativa al peso (la clave para las ascensiones), sino incluso potencia absoluta, la que le hace superior en las contrarreloj.
Como una contrarreloj llana, pues sus vatios bastaron para allanar la carretera, ¨¢gil de pedalada, fluido, sin sobresaltos, siempre sentado en el sill¨ªn, interpret¨® justamente Dumoulin la subida. El holand¨¦s de rosa ascendi¨® los 6,7 kil¨®metros de subida dura a Oropa en 17m 37s, a casi 23 por hora, medio minuto solamente m¨¢s lento que Marco Pantani en 1999, una velocidad considerada imposible, solo al alcance del Pirata. Nairo atac¨®, como es su costumbre, a cuatro kil¨®metros de la cima, cuando los porcentajes m¨¢s fuertes, por encima del 10%. Con su impulso se qued¨® solo, mientras a una distancia controlada, nunca superior a los 10s, Dumoulin sub¨ªa a su ritmo, alt¨ªsimo. Ninguno de los que le segu¨ªan, pegados a su rueda, Zakarin, Yates, Landa, Nibali, un poco Pinot, le daba un relevo. No porque no quisieran sino, como se comprob¨® poco despu¨¦s, porque no pod¨ªan. Pese a todos sus esfuerzos, sus cambios de ritmo de escalador puro, de pie sobre los pedales, Nairo no pudo distanciarse de Dumoulin y su mochila, que parec¨ªa atado a ¨¦l por una cuerda el¨¢stica que nunca se romp¨ªa. A falta de dos kil¨®metros, solo el ruso Zakarin y Landa aguantaban la rueda del rodador desencadenado; a falta de 1,5 km, Dumoulin alcanz¨® a Nairo y casi sin tiempo para respirar aceler¨® y atac¨®. Nairo resisti¨® como pudo, pero se solt¨® cuando a 300m de la meta Dumoulin, imperial, lanz¨® el sprint para lograr una victoria que intimida. "He subido bastante r¨¢pido", dijo Nairo, quien a?adi¨® que los datos de su potenci¨®metro eran buenos. "Sencillamente hemos visto la fortaleza del l¨ªder".
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