De Mateos y Puskas a Isco y Bale
Las discusiones sobre si Bale o Isco en Cardiff me recuerdan el caso de la cuarta final madridista, con Puskas y Mateos. Aquello le cost¨® el puesto al entrenador, Carniglia.
Puskas hab¨ªa llegado a principios de esa temporada, despu¨¦s de a?o y medio parado. La irrupci¨®n de los tanques de Kruschev en Budapest, a finales del 56, le pill¨® fuera de Hungr¨ªa, en viaje de Copa de Europa con el Honved. Decidi¨® no regresar, como sus compa?eros Kocsis y Czibor. La FIFA les suspendi¨® por a?o y medio. El verano del 58, cumplida la sanci¨®n, los tres ficharon en Espa?a, que abr¨ªa los brazos a los exiliados del comunismo. Puskas, por el Madrid; Kocsis y Czibor, por el Bar?a. A los tres se les nacionaliz¨® espa?oles, como a Kubala siete a?os atr¨¢s.
El argentino Carniglia era el entrenador del Madrid. En su primera temporada hab¨ªa ganado Liga y Copa de Europa, ese doblete que el Madrid ahora quiere repetir. No ve¨ªa lo de Puskas, que ya ten¨ªa 31 a?os. Aunque le avalaban 83 goles en 84 partidos con Hungr¨ªa, cargaba con 12 kilos de m¨¢s. Pero Bernab¨¦u pensaba de otra manera y lo fich¨®. El encargado de comunic¨¢rselo a Carniglia fue Antonio Calder¨®n, el gerente:
¡ªDon Santiago me pide que le comunique que ya hemos fichado a Puskas.
¡ª?Ah, s¨ª? ?Y qu¨¦ hacemos con la barriga?
¡ªLa barriga se la quita usted, que est¨¢ para eso.
El fichaje fue visto con recelo por la plantilla, particularmente por Mateos, que se ol¨ªa que perder¨ªa el puesto. Mateos, madrile?o, era un delantero listo, entusiasta y trabajador. En Ra¨²l se han podido reconocer muchas de sus virtudes. El grupo le quer¨ªa mucho. Le llamaban Mate¨ªtos y Fifirichi. Entr¨® con 19 a?os, ahora ten¨ªa 24.
Di St¨¦fano no dec¨ªa nada. Todos esperaban con ansia su veredicto tras el primer entrenamiento. Y cuando acab¨®, Di St¨¦fano sentenci¨®:
El Madrid acab¨® ganando el t¨ªtulo, pero el ambiente no fue nada bueno
¡ªEste Pancho maneja la bola con la zurda mejor que yo con la mano. Nos conviene.
Puskas adelgaz¨®, en lo posible, y fue titular. En la Liga marc¨® 21 goles en 24 partidos. La delantera-tipo de aquel curso a¨²n resuena como la m¨¢s lujosa de la historia del club: Kopa, Rial, Di St¨¦fano, Puskas y Gento. Pero el Madrid no gan¨® esa Liga: qued¨® a cuatro puntos del Bar?a de HH. En la Champions elimin¨® a Besiktas, Wiener y Atl¨¦tico de Madrid, ya en semifinal. Puskas no jug¨® la vuelta, en el Metropolitano, pero s¨ª el desempate, en Zaragoza, resuelto precisamente con un gol suyo.
La final era en Stuttgart, el 3 de junio del 59. Frente al Stade de Reims, el mismo rival de la primera, s¨®lo que ahora Kopa, su estrella entonces, estaba del lado del Madrid.
Pero el que no iba a estar era Puskas. Viaj¨® con una peque?a molestia, que fue s¨®lo parte de la justificaci¨®n. Otra parte fue que podr¨ªa poner en contra del Madrid al p¨²blico alem¨¢n, porque tras la final del Mundial 54, Alemania 3, Hungr¨ªa 2, hab¨ªa acusado a los alemanes de doping. Adem¨¢s, su padre hab¨ªa cambiado su apellido, Purczel, alem¨¢n, por el de Puskas, magiar, en el contexto de las iniciativas de magiarizaci¨®n lanzadas por el Almirante Horthy, regente de Hungr¨ªa tras la ca¨ªda el Imperio Austroh¨²ngaro. El jugador ya naci¨® como Puskas, pero la historia familiar hizo que en Alemania le consideraran un renegado, o al menos hijo de renegado. Todo eso, claro, sali¨® a relucir en Alemania tras sus acusaciones de doping.
Pero algo m¨¢s hab¨ªa, y se trasluce en un p¨¢rrafo de Lorenzo L¨®pez Sancho en su previa de ABC: </CF>Puskas se quedar¨¢ en la grada y eso satisfar¨¢ no solamente a la mayor¨ªa del equipo, que le reprocha sus inhibiciones recientes en Sevilla y Bilbao, sino que dar¨¢ mayor conjunto y funcionamiento m¨¢s uniforme¡±. Se trasluce que su integraci¨®n a¨²n no estaba lograda.
Jugaron: Dom¨ªnguez; Marquitos, Santamar¨ªa, Z¨¢rraga; Santisteban, Ruiz; Kopa, Mateos, Di St¨¦fano, Rial y Gento. Mateos no cab¨ªa en s¨ª de felicidad. Terminaba contrato, aspiraba a una buena renovaci¨®n. Era su gran oportunidad.
Y sali¨® como una moto: a los dos minutos, se col¨® por la izquierda y cruz¨® el bal¨®n con el exterior, ante la salida de Colonna. Gol magn¨ªfico: 1-0. En el 15, Jonquet le voltea en el ¨¢rea: penalti. Di St¨¦fano lo va a tirar, pero Mateos le ruega: ¡°D¨¦jame, Alfredo. Con dos goles en una final pido cuatro a?os y pillo el homenaje¡±. (Diez a?os comportaban partido de homenaje, costumbre ya perdida). Di St¨¦fano accede de mala gana: ¡°Tir¨¢ fuerte. Mir¨¢ que Colonna es un gato¡±. ¡°S¨ª, Alfredo¡±. Mateos tir¨® a media altura, no tan fuerte, a la derecha de Colonna, y ¨¦ste se la agarr¨®. Bernab¨¦u resopl¨® en el campo. Encima, en el 32 qued¨® in¨²til Kopa, por una entrada que le estrope¨® la rodilla. Sigui¨® en el campo, pero sobre una pierna. Inservible. El Stade se creci¨®. Al descanso se lleg¨® 1-0, pero con malas caras en el grupo.
En el descanso baj¨® Antonio Calder¨®n al vestuario, obviamente enviado por Bernab¨¦u, a pedirle cuentas a Carniglia. ¡°?Por qu¨¦ tir¨® el penalti Mateos?¡±, le insist¨ªa con malos modos. Carniglia se defend¨ªa como pod¨ªa, argumentando que como se le hab¨ªan hecho a ¨¦l¡ Una y otra vez se repet¨ªa la pregunta, cada vez en peor tono, y la respuesta, cada vez m¨¢s acobardada. Lo que lat¨ªa ah¨ª, estaba claro, era la ausencia de Puskas, que entre otras cosas era un casi infalible lanzador de penaltis. Di St¨¦fano, que estaba en el lavabo con las manos metidas en agua fr¨ªa (siempre lo hac¨ªa, se le hinchaban) decidi¨® intervenir. Sali¨® del ba?o y se encar¨® con Calder¨®n:
¡ª?Usted no es el gerente? ?Pues v¨¢yase a vender entradas! ?Ac¨¢ dentro sabemos lo que tenemos que hacer!
El mal humor con que sali¨® tras el descanso lo pag¨® el Stade, al que marc¨® un gol a los dos minutos. 2-0. Todo hecho. El Madrid gan¨® la cuarta, pero quedaron malas caras.
Carniglia perdi¨® el puesto. Junto al nuevo entrenador, Fleitas Solich, Bernab¨¦u fich¨® a Did¨ª, interior derecho de la Brasil campeona del mundo, con lo que a Mateos se le puso m¨¢s dif¨ªcil que nunca jugar. A los dos a?os se fue al Sevilla. Complet¨® su carrera en el Betis, el Recreativo y el Torrelavega.
Puskas s¨ª jugar¨ªa la final del a?o siguiente, la del 7-3, en la que marcar¨ªa cuatro goles. Y tres en la del 62, que el Madrid perdi¨® 5-3. Se fue del club con 39 a?os cumplidos, despu¨¦s de 261 partidos y 236 goles.
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