Los 100m de Christie en el reino del cinismo
Oro a los 32 a?os, el brit¨¢nico de origen jamaicano es el campe¨®n ol¨ªmpico m¨¢s veterano de la historia del ¡®sprint¡¯
La velocidad pura, sin matices, casi una fuerza divina, embriaga. La carrera de los 100m, la prueba reina de todos los Juegos, aquella cuya fotograf¨ªa termina haci¨¦ndose p¨®ster, es la velocidad y tambi¨¦n la balanza que permite convertir a la competici¨®n en un cuento moral.
El 1 de agosto de 1992, hace hoy 25 a?os, la ingenuidad era un bien escaso. Cuando Linford Christie gan¨® la medalla de los 100m, el cinismo ya estaba preparado para ocupar su lugar en el esp¨ªritu del atletismo.
La ingenuidad se hab¨ªa perdido cuatro a?os antes, en la final de los 100m de Se¨²l. El positivo de Ben Johnson le dio el golpe de gracia. El canadiense nacido en Jamaica hab¨ªa destrozado a todos los rivales, hab¨ªa dejado casi a gatas al rey de la ¨¦poca, a Carl Lewis, hab¨ªa terminado casi demostrando que no se pod¨ªa flirtear con tiempos por debajo de los 9,90s sin ser sospechoso. La velocidad pura era el veneno del atletismo. Durante unos a?os, Christie fue considerado su ant¨ªdoto.
Carl Lewis, invicto en cualquier gran competici¨®n (Mundiales y Juegos) desde 1983 gracias a las sucesivas descalificaciones de Ben Johnson en el Mundial de Roma y en los Juegos de Se¨²l, y recordman mundial (9,86s) desde el Mundial de Tokio de 1991, no se clasific¨® para Barcelona 92, donde podr¨ªa haberse convertido en el primer atleta que ganara tres Juegos seguidos los 100m. Un mes antes, hab¨ªa corrido resfriado los trials de Estados Unidos, donde termin¨® sexto. El gran favorito en el estadio de Montju?c pas¨® a ser su compatriota Leroy Burrell, plusmarquista mundial hasta un a?o antes, pero fue castigado con una salida nula inexplicable (los v¨ªdeos muestran que no se movi¨® de los tacos), lo que le marc¨® en la carrera. Christie solo debi¨® empezar a acelerar a partir de los 40m, superar a Bruny Surin y Frank Fredericks, que hab¨ªan arrancado m¨¢s fuerte, y mantener desde los 60m la primera posici¨®n pese al asalto final de Dennis Mitchell, tercero tras Fredericks en el podio.
Despu¨¦s de proclamarse campe¨®n se habl¨® de la compleja personalidad de Christie, de su mezcla de timidez y actitud macho, de que su tiempo (9,96s) pod¨ªa considerarse humano en unos tiempos en que los mejores se manten¨ªan siempre rozando el 9,90s, y, sobre todo, de su edad, de que ten¨ªa 32 a?os, de que era (y a¨²n mantiene el r¨¦cord por m¨¢s de dos a?os sobre el Usain Bolt de R¨ªo 2016) el velocista m¨¢s veterano campe¨®n ol¨ªmpico de los 100m. Las teor¨ªas sobre la frescura de las fibras r¨¢pidas y su relaci¨®n con la edad empezaron a tambalearse, pero no la figura de Christie, de quien, ya en un tiempo en el que el cinismo empezaba a guiar los comportamientos, apenas se recordaron los momentos m¨¢s neblinosos de su pasado. Se hab¨ªa convertido en un ejemplo de persistencia y de capacidad de superaci¨®n: los errores del pasado, de una juventud menos dispuesta y diligente, hab¨ªan quedado olvidados.
Solo en 1999, cuando ten¨ªa ya 39 a?os y segu¨ªa machac¨¢ndose en las pistas, empez¨® a hablarse de Christie con tonos m¨¢s sombr¨ªos. Mediada la temporada de pista cubierta, el brit¨¢nico dio positivo por nandrolona. Se declar¨® inocente, culp¨® a un suplemento contaminado, pero fue suspendido por dos a?os. Se hab¨ªa terminado su carrera, que alcanz¨® un segundo apogeo tras Barcelona 92 cuando gan¨® el a?o siguiente el Mundial de Stuttgart corriendo por debajo de la barrera de los 9,90s, en 9,87s, a una cent¨¦sima del r¨¦cord de Lewis. Con su futuro clausurado, comenz¨® la reescritura de su pasado, el recuerdo menos gozoso de su final de Barcelona. Se record¨® con claridad entonces que ya hab¨ªa tenido problemas con el dopaje justamente en Se¨²l, donde dio positivo por el estimulante seudoefedrina despu¨¦s de la carrera de 200m, aunque no fue descalificado ni perdi¨® la medalla de plata de los 100m (donde termin¨® detr¨¢s de Lewis) porque, con un voto de 11-10 a su favor, el comit¨¦ ol¨ªmpico entendi¨® que no hab¨ªa habido intencionalidad, sino un t¨¦ de ginseng muy cargado.
Una final de su tiempo
La final de Barcelona fue una final digna de su tiempo, y a su altura. Su relectura a la luz de la sospecha no se acab¨® en el campe¨®n, sino que tambi¨¦n toc¨® a sus compa?eros de podio. El namibio Frank Fredericks, medallista de plata, siempre fue considerado el caballero del sprint. Educado, sonriente, deportivo en la derrota, era un gentleman en un mundo de brutos que, de forma natural¨ªsima, acab¨® ocupando cargos en la federaci¨®n internacional (IAAF) y en el Comit¨¦ Ol¨ªmpico Internacional (COI). Solo 25 a?os despu¨¦s, este mismo 2017, ha ca¨ªdo v¨ªctima de acusaciones de corrupci¨®n y de enriquecimiento il¨ªcito como miembro de la trama del expresidente de la IAAF Lamine Diack. El medallista de bronce, el norteamericano Dennis Mitchell, cay¨® antes. En 1998, dio positivo por testosterona. ¡°Mucho alcohol y mucho sexo una noche¡±, dijo en su defensa, que nadie crey¨®.
Corren a?os en los que, bajo el dominio de los c¨ªnicos, pocos creen ya en la pureza de la velocidad.
Once a?os despu¨¦s de Se¨²l 88, Mo Greene dej¨® el r¨¦cord del mundo en 9,79s, justamente la marca con la que el tramposo Ben Johnson hab¨ªa ganado el oro del esc¨¢ndalo. El r¨¦cord del mundo hab¨ªa mejorado en 16 cent¨¦simas en 31 a?os, desde los 9,95s de Jim Hines en M¨¦xico 68. Despu¨¦s lleg¨® Jamaica y lleg¨® Usain Bolt, quien, solo 10 a?os despu¨¦s de Greene, y con tres mordiscos casi consecutivos en el plazo de 15 meses (9,72s, 9,69s y 9,58s) lo rebaj¨® en 21 cent¨¦simas, a una distancia inalcanzable.
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