Aritmendi, el Santana de nuestro atletismo
Puso el atletismo espa?ol en ¨®rbita al ganar el Cross de las Naciones en 1964
- Usted fue el Santana del atletismo¡
- Pero ese est¨¢ montado, yo soy puro. Soy el ¨²ltimo atleta griego.
Hablo con Francisco Aritmendi, 'El Lebrel de Cogolludo'. Menos recordado que otros, forma parte de esa generaci¨®n de ganadores imposibles del deporte espa?ol, surgidos en los sesenta de la nada. Como el citado Santana o el llorado ?ngel Nieto. Sin ambiente, sin medios, con una infancia cargada de necesidades. Fruto de una rara combinaci¨®n de talento natural y voluntad. Aritmendi fue quien puso el atletismo espa?ol en ¨®rbita al ganar el Cross de las Naciones en 1964.
-Revent¨¦ a Roelants y a todos los ingleses. No se pod¨ªan creer que un alfe?ique como yo les pudiera dejar atr¨¢s.
Y es que, en efecto, era un alfe?ique. 1,57 de estatura, 53 kilos. Se crio en Cogolludo. Por cuestiones de la guerra 'le nacieron' (19 de septiembre de 1938) en M¨¢laga del Fresno, a unos pocos kil¨®metros, retirada del frente, pero a los siete meses ya estaba en Cogolludo. Tuvo una infancia dura. Su padre, vaquero, muri¨® corneado por un toro con muy mala uva, que ya le hab¨ªa sacudido en dos ocasiones anteriores. A la madre le toc¨® sacar a la prole adelante, como pudo, en aquellos a?os tremendos de la posguerra.
Naci¨® con el don de correr. ¡°Si le digo que una vez cac¨¦ una liebre corriendo¡ Y perdices y codornices, muchas¡±. No hab¨ªa quien le igualara. El maestro le inscribi¨® para una carrera del Frente de Juventudes en Guadalajara, cuando ten¨ªa 19 a?os. All¨¢ fue, con sus zapatillas de c¨¢?amo, y qued¨® segundo. El a?o siguiente fue al campeonato de Espa?a de la misma organizaci¨®n, en Santander, de nuevo con sus zapatillas de c¨¢?amo. Fue tercero. Regres¨® al pueblo hecho una celebridad. Un pariente que viv¨ªa en la capital le habl¨® a Jes¨²s Hurtado, que llevaba el atletismo en el Real Madrid. All¨ª tuvo sus primeras zapatillas. Iba y volv¨ªa a las carreras. Hasta que la mili le llev¨® a Zaragoza, donde fich¨® por el club Arenas.
Empez¨® a sonar en el ambiente del cross. Menudo, enteco, nervioso¡ Tras la mili se hizo cargo de ¨¦l un entrenador al que confiesa deberlo todo, Gregorio Rojo, del Barcelona. La Federaci¨®n le daba ya un dinerillo para ir tirando sin un trabajo que le impidiera entrenar. Era lo que se llamaba 'amateur compensado'. En Barcelona contribu¨ªa limpiar el estadio a cambio de la manutenci¨®n.
En la ¨¦poca, el cross era muy importante. No hab¨ªa mundial de la especialidad, pero s¨ª un reputad¨ªsimo Cross de las Naciones que hac¨ªa las veces. En 1963 se disputa en Lasarte, donde se ha echado novia. Espa?a, con ¨¦l, con Haro y con Aguilar, aspira al t¨ªtulo por equipos. Pero se deja arrastrar por el entusiasmo, se dispara, se agota y abandona a un kil¨®metro de la meta. Espa?a queda segunda. Le culpan. El a?o siguiente, de nuevo en Lasarte, se desquita ganando el campeonato de Espa?a. Le llevaron, claro, al Cross de las Naciones. Pero muy advertido:
-Suj¨¦tate. No nos hagas una locura como la del a?o pasado.
Era el 21 de marzo de 1964, en el hip¨®dromo de Leonardstawn, en Dubl¨ªn. En l¨ªnea, los mejores del mundo, entre ellos el belga Gaston Roelants, la gran estrella de la ¨¦poca, y un paquete de sensacionales brit¨¢nicos. Son cinco vueltas, 11.800 kil¨®metros. La primera vuelta la pasan en cabeza Roelants, y el ingl¨¦s Batty. A distancia prudencial, un paquete de seis: un marroqu¨ª, dos irlandeses, un escoc¨¦s, Haro y Aritmendi. Todo en orden, piensan Gregorio Rojo y Rafa Cavero, el presidente de la Federaci¨®n.
Pero Aritmendi no aguanta y salta. Se va a por los de la cabeza, les alcanza, les rebasa, se va 150 metros. Rojo y Cavero se desga?itan, se temen lo de Lasarte. Roelants, cuando le ve a tanta distancia, aprieta, y luego Batty. Lo pagar¨¢n. ?l va suelto, con su zancada corta y r¨¢pida, casi flotando sobre esa hierba alta y h¨²meda por la lluvia de la noche, en la que otros hunden el pie. Haro llega a ponerse segundo. Es el ¨²ltimo superviviente del grupo del que salt¨® Aritmendi, pero acabar¨¢ cediendo tambi¨¦n.
Aritmendi llega solo, relajado, con buena ventaja sobre un grupo de ingleses que ven¨ªa de atr¨¢s, administrando. Roelants abandona, Haro es und¨¦cimo, Batty, decimotercero.
En aquella Espa?a en al que s¨®lo ganaban el Real Madrid y Bahamontes, esa victoria en 'el deporte rey', es un trueno. Le apodan 'El Lebrel de Cogolludo'. Come con Franco y algunas autoridades en el ¨¢tico de la Torre de Madrid. Franco le pregunta si necesita algo, y ¨¦l dice que s¨ª, que una casa. Con eso basta, entiende. Pero no hubo casa.
En febrero de 1965 llen¨® el Palacio de los Deportes en una reuni¨®n casi montada para ¨¦l en la que bati¨® el r¨¦cord de Espa?a de los 3.000. Entre aquel p¨²blico enfervorizado estuvo el entonces Pr¨ªncipe Don Juan Carlos, hoy Rey Em¨¦rito.
Pero va lesionado al Cross de las Naciones de 1965, en Ostende, y termina en el puesto 23. La Federaci¨®n le acusa de no cuidar la lesi¨®n, de correr carrerillas de pueblos por dinero en lugar de seguir el plan de los entrenadores. Y el desencuentro acaba mal:
-Me quitaron las dos mil pesetas al mes que por entonces me daban. Ya estaba casado, ten¨ªa un cr¨ªo, luego vendr¨ªan tres m¨¢s. Me puse a trabajar en una f¨¢brica de Azuqueca de Henares y dej¨¦ de entrenar. No pod¨ªa.
Lo dej¨® con 29 a?os, cuando empieza la mejor edad de los fondistas. Su puesto lo tom¨® Haro, dos a?os m¨¢s joven, que nunca lleg¨® a ganar la prueba reina de cross, pero fue segundo cuatro veces, en los setenta. Y cuarto en los JJOO de M¨²nich, en 10.000. Con ¨¦l se hicieron mejor las cosas. O es que era de otra manera. Aritmendi reconoce su car¨¢cter dif¨ªcil: ¡°Yo era muy rebelde. No era f¨¢cil de llevar¡±.
Vivi¨® de un trabajo como ordenanza en la Delegaci¨®n de Cultura de Guadalajara, y de chapucillas que sal¨ªan. El CSD le dio al cabo de los a?os 60.000 pesetas para la entrada de un piso, cuando corri¨® que hab¨ªa tenido que vender su medalla de Dubl¨ªn.
Todo le fue duro, pero ahora vive feliz en su piso propio de Guadalajara, ya jubilado, con su esposa de siempre, la chica de Lasarte. Sus cuatro hijos le han dado cinco nietos. Tiene calle en Guadalajara, polideportivo a su nombre en M¨¢laga del Fresno, es Hijo Adoptivo de Cogolludo¡ Se siente orgulloso cuando mira para atr¨¢s.
Un libro, 'Campe¨®n', cuenta su peripecia. Merece la pena buscarlo.
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