Miguel ?ngel L¨®pez se lleva una etapa gigantesca y dantesca
Victoria del ciclista colombiano del Astana en una jornada en la que sufren Aru y Chaves, que pierde opciones
Se esperaba una etapa de la Vuelta a Espa?a gigantesca, con los dos colosos seguidos, Verefique y Calar Alto, y lo que naci¨® fue una etapa dantesca, bajo trombas de agua y un frio inadecuado a la geograf¨ªa almeriense, como si el norte se hubiera venido al sur a pasar las vacaciones. Desde el Observatorio Astron¨®mico de Calar Alto no se observaba nada m¨¢s que niebla y agua, niebla espesa y torrentes de lluvia. Solo resist¨ªa el olor a poleo y tomillo que inunda la sierra de Los Filabres. Pero los ciclistas no estaban para percibir olores, ni observar el desierto de Tabernas empapado de agua, un contrasentido como otro cualquiera. Se desataron todas las met¨¢foras: la ¨¦pica, el t¨ªo del Mazo, las carreteras apestosas y el largo argot ya casi en desuso. Y se estren¨® la llegada de uno en uno, los vaivenes en la carrera, ahora yo crezco, ahora decrezco.
Pero el mapa se dobl¨® por la mitad y todos los riesgos que entra?aba, por sus dificultades monta?osas, se multiplicaron con el clima. En situaciones como esas, al equipo Orica se le despierta el alma combativa y tira de su coraz¨®n dinamitero. Se escap¨® el grupo habitual, 14 esta vez que pedaleaban (no cantaban) bajo una lluvia imperturbable y cansina. Se contaba con ello. Lo que le molest¨® al Sky es que entre los fugados estuviera Igor Ant¨®n, colocado en la general a 5,54 m; lo que le molest¨® al Orica es que con un equipo de lujo, lleno de posibles jefes de filas, a¨²n no ha ganado una etapa. Por eso el Sky control¨® la fuga sin darle vida, mat¨¢ndola lentamente y por eso el Orica cogi¨® el mando del pelot¨®n y pis¨® el acelerador. Y mand¨® de expedicionario a Simon Yates, comiendo rivales ca¨ªdos hasta alcanzar la cabeza de la carrera. Le sigui¨® Atapuma y los dos alcanzaron al fugado Bardet para cantar su sinfon¨ªa, ya sin lluvia, con viento, percibiendo al fin el olor a tomillo y poleo que desplegaba el aire.
Pero una cosa es tener el alma combativa y otra muy distinta ganar combates. Y el Orica, en el ¨²ltimo puerto, se hundi¨®, perdi¨® la batalla y quiz¨¢s la guerra. Simon Yates fue destronado por sus compa?eros de fuga. Su hermano Adams se cay¨® del grupo de los elegidos y Chaves fue cediendo terreno como si la lluvia le hubiera taladrado las piernas. As¨ª que toda la estrategia result¨® pisoteada.
Era dantesca la etapa, pero no perdi¨® su car¨¢cter de gigantesca. Cayeron favoritos, resurgi¨® Nibali. Y hasta Froome tuvo momentos de duda: parec¨ªa que no pod¨ªa, que se quedaba a cola, que mandaba parar a sus lebreles.Y que le pide a Nieve que se escape (?para brindarle un triunfo antes de dejar el Sky?), y que le pide que se pare para quitarle el viento. ?El brit¨¢nico iba bien o iba mal? Ambas cosas. Pas¨® su momento malo, pero un momento malo de Froome es envidiable para cualquiera. Y al final lo resisti¨® todo menos el ¨²ltimo ataque de Miguel ?ngel L¨®pez, y tuvo fuerzas para esprintar y conseguir seis segundos de bonificaci¨®n, batiendo a Nibali.
Misterios de una sierra misteriosa, all¨¢ junto a un desierto. Y ambas cosas resumieron el dibujo de la carrera. Por la sierra circularon Froome, Nibali, Contador. Por el desierto Aru y Chaves. Entremedias se qued¨® De la Cruz, v¨ªctima de un pinchazo en el momento m¨¢s inoportuno (cuando el equipo de Nibali apret¨® los dientes), pero minimiz¨® da?os. La primera gran etapa de la Vuelta cumpli¨® su objetivo: comenz¨® dantesca y concluy¨® gigantesca. ?Qui¨¦n da m¨¢s?
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