Majka se impone en La Pandera y Froome resiste a Nibali y Contador
El brit¨¢nico defiende su liderato ante los ataques en los ¨²ltimos kill¨®metros del espa?ol y el italiano
En La Pandera, el ciclismo son¨® alto y fuerte, sobre un asfalto arrugado que demostraba su vejez y las parches que cubren las heridas del tiempo. Pero no cambi¨® la melod¨ªa: esta especie de vals de los segundos en que se traducen los kil¨®metros, los esfuerzos, los m¨²sculos tensos, la piel reseca. El primer tiro lo dio el de siempre, el pistolero, y no era de fogueo. Contador dio el banderazo de salida al final de la carrera. Era el jerarca esperado, el que se ha autoobligado a desatar las hostilidades, a romper los c¨¢lculos de los rivales que le miran de reojo, a veces de frente, como si fuera el general dando blandiendo el sable del inicio de la batalla. Quedaban tres kil¨®metros y medio cuando empez¨® la carrera real, la que mide las fuerzas, la ansias, la ambici¨®n o las flaquezas de los candidatos al triunfo final. Cuando ataca Contador, algunos se mojan los labios y a otros se les seca la garganta. La batalla parcial estaba ganada por el polaco Majka, el m¨¢s fuerte de los 10 que se escaparon a los 20 kil¨®metros de la salida. Todos fueron engullidos por un pelot¨®n glot¨®n menos ¨¦l. El antiguo escudero de Contador firm¨® una subida excelente cuando part¨ªa con tan solo 1,30 minutos y los favoritos se colocaban la servilleta bajo la barbilla en busca de su bocado, por qu¨¦ no, de alg¨²n mordisco.
Si Contador es el fusilero, Nibali es el segundo de artiller¨ªa. Los dos maillots, en los que predominan el rojo y el negro, se juntaron, dejando unos metros m¨¢s atr¨¢s el jersey rojo total, el m¨¢s buscado, de Froome, impasible, hier¨¢tico sin que el nervio le moviese m¨¢s musculos que los de las piernas. El tema se pon¨ªa al rojo vivo cuando se juntaron el espa?ol, el italiano, el colombiano Chaves y el ecuatoriano Carapaz. No, no era un chiste. Quedaba lo m¨¢s duro de la etapa, las rampas finales de un puerto que no tiene ni un solo momento flaco, y Froome ve¨ªa dorsales inc¨®modos a unos metros de distancia.
El resto empez¨® a dejar de contar. Se cort¨® muy pronto el italiano Fabio Aru, que marcha con una velocidad menos, el canadiense Woods, y sobre todo el espa?ol De la Cruz. Hab¨ªa mucho ritmo por delante y a algunos se les pegaba el asfalto como esos chicles inoportunos que parecen enamorarse de la suela de los zapatos. Para otros, el asfalto era un brillo sobre el que rodar.
Y el pelot¨®n, o lo que quedaba de ¨¦l tras el anterior puerto de segunda categor¨ªa y el muro de Valdepe?as de Ja¨¦n donde se qued¨® hecho un hilo que se cortaba con una u?a Y de pronto, all¨ª en La Pandera, entre olivos(?qu¨¦ si no!), esos que no levant¨® la nada, el dinero o el se?or, son¨® el disparo de Contador como un cohete que inaugura una fiesta.
Era lo que se esperaba y Contador cumpli¨®, Nibali cumpli¨® con su papel de ara?arle segundos a Froome. Y el brit¨¢nico cumpli¨® con el dif¨ªcil arte de conjugar potencia con paciencia. Aguanto, esper¨®, recuper¨® y caz¨® a los revolucionarios sin aparente dificultad. Ya solo quedaban dos luchas en juego: la etapa y las bonificaciones. Cuando el colombiano Miguel ?ngel L¨®pez intent¨® ganar lo primero era tarde. Majka, soberano, estaba demasiado lejos para el y demasiado cerca para la meta. La bonificaci¨®n por ser segundo no le interesaba. A Nibali y Froome, s¨ª. Y los cuatro segundos fueron para el italiano que gan¨® el particular sprint. Contador, el que decide cuando empiezan las batallas, al que todos miran de reojo, de frente y de perfil, perdi¨® algunos segundos en la meta. No le importa. No es su guerra. Lo suyo son las batallas, ganadas o perdidas, siempre disputadas, siempre perseguidas.
Lo de Froome y Nibali parece un juego de sprinters disputando cada segundo como si fuera un tois¨®n de oro. Intentan otras cosas pero no salen. Y entre lo uno y lo otro se construyen etapas que se disfrutan m¨¢s all¨¢ de la diferencia. Ser¨ªa por la pendiente, ser¨ªa por el asfalto, por el perfume a aceite que suaviza la nariz y a garganta, se construy¨® una etapa magn¨ªfica en la que atacaron casi todos los esperados. Nadie gan¨®. Gan¨® Majka. Y algunos perdieron segundos de los que te alejan o te acercan al podio.
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