El Madrid se derrite en el Bernab¨¦u ante el Betis (0-1)
Los blancos, que acabaron sumidos en el caos, se estrellan contra un rival muy ordenado, siguen sin ganar en el Bernab¨¦u y se quedan ya a siete puntos del Barcelona
Al Madrid se le sigue atragantando su propio campo y ya hasta su viejo manual de toque de corneta. Tras dos empates, contra el Valencia y el Levante, cuando cargaba con todo para esquivar el tercero, el Betis, que aguant¨® de pie, apuntill¨® con un cabezazo de Sanabria en el 94 a los de Zidane, que caen ya a siete puntos del Barcelona, despu¨¦s de solo cinco jornadas. En un final atolondrado y ca¨®tico, acabaron tambi¨¦n con su racha de 73 partidos seguidos marcando.
No funcion¨®, como otras muchas veces, ese agitar las filas que dispara la ebullici¨®n. Anoche, con el marcador atascado, Zidane aliment¨® el caos, echando atacantes a la mezcla, mientras Quique Seti¨¦n aguantaba el tipo y se llev¨® el partido. Mucho del partido est¨¢ contenido en ese contraste: la ansiedad frente a la fe ciega en el manual. Y se vio desde muy pronto.
Cristiano se enganchaba con cuatro jornadas de retraso al tren en marcha de un campeonato en el que al Madrid se le nublaba la vista en casa, mientras el Bar?a avanza sin fallo. Llegaba con su cuenta de goles a cero y la voracidad agitada. El primer remate lo intent¨® a los 30 segundos y en ese remate estaban tambi¨¦n casi todos los que vinieron despu¨¦s. Precipitado, impreciso, angustiado.
Aunque por entonces las obsesiones del portugu¨¦s a¨²n no hab¨ªan contagiado al resto del partido, que se mov¨ªa a otra velocidad, como desliz¨¢ndose por otro plano. El Betis se plant¨® en el Bernab¨¦u con una notable confianza en el orden, aferrado al plan de Seti¨¦n de avanzar desde atr¨¢s sin saltarse pasos, tocando, hasta acelerar hacia las bandas una vez alcanzado el centro del terreno de juego. El Madrid trataba de apretar arriba esa salida, pero ni a Ad¨¢n le temblaba el pulso, aunque tuviera que tirar alg¨²n regate. Segu¨ªan a lo suyo, y cuando perd¨ªan la pelota se lanzaban a exprimir las posiciones de Casemiro y Modric. As¨ª dieron el primer susto a Keylor Navas. Le reba?aron un bal¨®n a Casemiro, tropezaron Ramos y Carvajal, y entre ellos se la llev¨® Toni Sanabria. Su tiro lo sopl¨® fuera el tac¨®n de Carvajal con Keylor ya vencido.
Del otro lado, Isco intentaba airear el ataque del Madrid. Hac¨ªa la ronda por todo el frente, visitaba uno a uno a los suyos, recog¨ªa la pelota, la devolv¨ªa, y trataba de a?adir algo de picante a la mezcla: un centro suyo encontr¨® a Ramos, este cedi¨® atr¨¢s de cabeza a Cristiano, que lo intent¨® de tac¨®n. El portugu¨¦s lo intent¨® de todas maneras hasta desesperarse. Se incrust¨® entre dos defensas para rematar alto de cabeza, tir¨® de media distancia, prob¨® una acrobacia para un centro que se le quedaba atr¨¢s. Y as¨ª se fue consumiendo, entre imprecisiones, resbalones y un Ad¨¢n muy acertado.
El panorama se aclar¨® algo para el Madrid cuando comenz¨® a llegar Modric desde atr¨¢s, pero nadie acertaba a embocar y la grada empez¨® muy pronto a impacientarse con las demoras de Ad¨¢n en los saques de puerta. Ya en el primer tiempo, los silbidos sonaban a instantes finales. Eso tampoco los hizo temblar.
Avanza la segunda parte y Zidane echa mano de Asensio, pero tampoco funciona. Crece la ansiedad. Cristiano trata de agitar la grada. Se lesiona Marcelo, y de ah¨ª nace el ¨²ltimo empuj¨®n hacia el caos efervescente, ese que tanto excita al Bernab¨¦u y que muchas noches ha desatascado momentos imposibles. Esta vez el caos no es solo aparente. Por un instante, despu¨¦s de la lesi¨®n del brasile?o, el Madrid tiene doce jugadores en el campo, aunque el encuentro est¨¢ detenido.
Ya con Lucas V¨¢zquez y Mayoral sobre la hierba, y sin Modric, el Madrid se lanza, si no a marcar, a arrollar al Betis. Casi marca Bale de espuela, pero Ad¨¢n vuelve a tocar la pelota, que se desperdicia despu¨¦s de tocar en el palo.
Mientras el Madrid se consume en la ansiedad y el desorden, Seti¨¦n introduce a Joaqu¨ªn. Todav¨ªa ve opciones de pescar en el revuelto emocional de los blancos, que se siguen estrellando en su barullo, en la defensa y en Ad¨¢n. Hasta que Sanabria caza una pelota delante de Navas, cabecea y derrite al Madrid.
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