Ceballos resuelve un Alav¨¦s - Real Madrid an¨¢rquico
El Alav¨¦s plant¨® cara a un Madrid dominador pero roto en el centro del campo que triunf¨® en Mendizorroza con el doblete del volante
Le sientan bien los aires del norte al Real Madrid. En realidad le sienta bien todo lo que sucede fuera del Santiago Bernab¨¦u, especialmente a los debutantes que, al parecer, juegan sin bridas, con gafas progresivas para ver de cerca y de lejos, al mismo tiempo. En Anoeta, la espada justiciera la blandi¨® Borja Mayoral, muy retrasado en la lista de delanteros centro con posibles. En Mendizorroza, el turno le lleg¨® a Ceballos, futbolista de mayor recorrido, t¨¦cnico y poderoso, tanto como deseoso de reivindicar su abolengo en el f¨²tbol espa?ol. Diez minutos le bastaron para aprobar su oposici¨®n en un equipo que cotiza muy cara su plantilla y exige nota alta en cada examen. Ceballos la dio, ante la atenta mirada de Modric y Bale en el banquillo, de Marcelo, Kroos, Kovacic o Benzema en el sal¨®n de los ausentes. Casi todo lo hizo bien el sevillano, m¨¢s eficaz que bello, exhibiendo buen golpeo del bal¨®n para aprovechar los errores defensivos del Alav¨¦s, con un Pacheco dubitativo (cosa extra?a) y un Marip¨¢n inoportuno casi siempre, y marcar dos goles en los momentos adecuados.
Y sin embargo padeci¨® el Madrid en la extra?a situaci¨®n de disfrutar de la pelota y sufrir con un partido que se cos¨ªa y se descos¨ªa como se deshilacha un hilo de seda. Y padeci¨® porque al Alav¨¦s le falta gol, le falta estilo y melod¨ªa, pero le sobra fe y rabia. Y ya se sabe que la dignidad se examina en los momentos dif¨ªciles. No era un buen d¨ªa ara resucitar ante un Madrid herido, dolido a las primeras de cambio. Menos a¨²n si tienes los pu?ales con las puntas romas (cero goles en cinco partidos), un entrenador destituido, Luis Zubeld¨ªa, y otro,?Gianni De Biasi, contratado y observando ya desde el palco. Un joven que se va y un veterano que regresa. Pero el Alav¨¦s se removi¨® en su tumba, sobre la que bailaba un Madrid, a veces espectacular (cuando Isco decid¨ªa exhibir su encaje de bolillos), pero sobre la que tropezaba rompi¨¦ndose a jirones por los impulsos del Alav¨¦s que quer¨ªa ver la luz.
Y la vio de la mejor forma posible, con una jugada preciosa de Burgui, un centro preciso de Munir y un cabezazo implacable de Manu Garc¨ªa que deshilach¨® al menos dos agujeros de la red. Eran momentos de toma y daca, con pocas apariciones de Ronaldo, de un ins¨ªpido Asensio y un Lucas V¨¢zquez m¨¢s dicharachero que dial¨¦ctico. Se sent¨ªa el Madrid superior, lo justo para ganar, cuando el zambombazo de Manu Garc¨ªa le explot¨® en la cara amenazando con dejarle sordo. Poco a poco, el Alav¨¦s, a base de intensidad m¨¢s que de juego, equilibraba sus pocos ahorros con los posibles del Madrid, que no se qued¨® sordo porque Ceballos aprovech¨® un desentendimiento entre Pacheco y Marip¨¢n para cazar un bal¨®n suelto como quien caza un conejo y alojarlo en el morral de la red. Los suyos no eran bellos goles, como el de Manu Garc¨ªa, eran goles, uno, dos, como Mayoral en San Sebasti¨¢n (all¨ª fue uno y medio).
Pero el partido le quemaba al Real Madrid, que lo mismo se sent¨ªa inmensamente superior que le ard¨ªa en los pies. En la primera mitad hubo m¨¢s goles que ocasiones; en la segunda ocurri¨® lo contrario. La ruleta se apoder¨® del encuentro y el Alav¨¦s meti¨® un ritmo infernal que dilapid¨® al medio campo madridista. Ronaldo envi¨® un magn¨ªfico latigazo al poste, pero la r¨¦plica vino por partida doble, dos disparos de Pedraza que los devolvi¨® el larguero, uno, el poste, el otro.
Una hoguera que sin embargo no alter¨® el plan de Zidane, que preserv¨® hasta el final a Modric y Bale, y solo utiliz¨® a Llorente para refrescar a Ceballos, y a Mayoral para perder tiempo en el minuto 90. Y aquello no estaba decidido, porque la superioridad es un concepto te¨®rico que lo mismo lo explica todo que no sirve para nada. El Alav¨¦s, tan herido, tan magullado, tan desconcertado convirti¨® el encuentro en una prueba de gallard¨ªa a pecho descubierto. Y lo pudo perder por goleada como lo pudo ganar con un par de acciones directas. Jug¨® con fuego el Madrid, cuando a¨²n ol¨ªa el humo del Bernab¨¦u tras el fogonazo del Betis y los rescoldos de los dos anteriores encuentros. Pero no se quem¨®. Ser¨¢ porque los aires del norte le sientan bien. Vitoria reuni¨® a la familia Zidane, pero cada uno por su lado: Zinedine en el banquillo del Madrid, su hijo Enzo en el palco del Alav¨¦s -no convocado- y el otro hijo, el portero Luca, en el palco del Madrid, descartado de la convocatoria de 19 por su padre. Vitoria siempre ha sido una ciudad muy familiar
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