Antolog¨ªa de gradas vac¨ªas

Hace unas semanas supimos que el Celta hab¨ªa sido sancionado por no colocar a los espectadores en el estadio de Bala¨ªdos como Dios manda. El asunto tiene que ver con una norma aprobada por LaLiga, que as¨ª se hace llamar el organismo que vela por los intereses del f¨²tbol profesional, norma que obliga a los clubes a llenar de paisanos aquella zona de la grada que m¨¢s sale en televisi¨®n. El caso es que el Celta no cumpli¨® la ley en dos partidos. El primero, contra la Real, se disput¨® el 19 de agosto a las 18.15 de la tarde. El t¨®rrido calor que hac¨ªa en Vigo invitaba a apurar la tarde, pongamos, en la playa de Samil. Y no es extra?o que los fieles que acudieron a Bala¨ªdos, casi 17.000, buscaran una sombra donde cobijarse. As¨ª que los parroquianos que en esa tribuna televisiva deb¨ªan permanecer huyeron, incapaces de aguantar el inclemente sol que les ca¨ªa en la mollera. Y el Celta permiti¨® el ¨¦xodo. Y en el pecado lleva el club la penitencia, obligado como est¨¢ a pagar una multa cuya cuant¨ªa se desconoce pero que se antoja dolorosa. Uno piensa que el Celta deb¨ªa haber actuado como aquel consejero del Gobierno de Madrid, que como soluci¨®n al achicharramiento que los ni?os sufr¨ªan en los institutos por la falta de aire acondicionado propuso que hicieran unos simp¨¢ticos abanicos de papel. Por ah¨ª deb¨ªa haber ido tambi¨¦n el club vigu¨¦s, regalando a sus feligreses unos gorritos que sin duda habr¨ªan hecho m¨¢s llevadera la insoportable can¨ªcula, soluci¨®n que adem¨¢s garantizar¨ªa la supervivencia de los peri¨®dicos de papel.

En su af¨¢n por darle lustre a la marca Espa?a (a la futbol¨ªstica, que la otra est¨¢ algo desmejorada), LaLiga quiere que allende mares y oc¨¦anos comprueben la estupenda salud de la que goza un balompi¨¦, el nuestro, en el que el p¨²blico acude en masa a ver a sus h¨¦roes, tan barato como es comprar una entrada. Y por eso LaLiga, encargada de establecer d¨ªa y hora para los partidos, coloca uno a las cuatro y cuarto de la tarde de un 30 de septiembre, con 32 grados en Sevilla, para dar tarea, quiz¨¢, a los servicios sanitarios, que no dieron abasto atendiendo a espectadores que sufr¨ªan mareos, lipotimias y otros males similares. Y por eso, por su anhelo de que el mundo vea llenos nuestros estadios, fija partidos entre semana a las diez de la noche, horario que hace feliz a multitud de aficionados que madrugan porque les encanta madrugar. Y no digamos a los ni?os.

Pero nunca hubo estadio m¨¢s grande y m¨¢s vac¨ªo que el Camp Nou el 1 de octubre. Ya se conoce la historia. Aquello del refer¨¦ndum ilegal y la supuesta negativa de los organismos competentes a cambiar la fecha del partido. Conviene detenerse aqu¨ª porque, de tanto apagar la luz, servidor de ustedes no lo ve claro. La Federaci¨®n, o lo que queda de ella, no tiene raz¨®n alguna para negarse a cambiar la fecha de un partido si el ¨¢rbitro y los contendientes son avisados en tiempo y forma. Ese cambio depende de LaLiga. Y que el 1 de octubre estaba anunciado un refer¨¦ndum en Catalu?a es de dominio p¨²blico desde el 6 de septiembre. Dos d¨ªas despu¨¦s, Tebas declaraba lo siguiente: ¡°No vamos a cambiar la fecha del Bar?a-Las Palmas¡±. Uno se pregunta si de haber sido otro el rival del Bar?a, el Madrid por ejemplo, hubiera sido tan tajante. Como se pregunta por qu¨¦ el Bar?a jam¨¢s pidi¨® oficialmente el cambio de fecha. Sea como sea, lo ¨²nico cierto es que el partido se jug¨® y fue retransmitido por las televisiones de 172 pa¨ªses, lo que a uno le lleva a pensar, en su inocencia, que alguien deseaba mucho, muy mucho, que esa imagen de anormalidad, esa antolog¨ªa de gradas vac¨ªas, diera la vuelta al mundo.