Un atleta-beb¨¦ llamado Messi
Argentina no morir¨¢ sino que se suicidar¨¢ si no va al Mundial
¡°?Qu¨¦ ha cambiado en el siglo XXI?", se preguntaba Santiago Roncagliolo en su columna en el diario El Comercio. ¡°Que los jugadores se han vuelto superhombres en lo f¨ªsico¡ y beb¨¦s en lo psicol¨®gico¡±, se respond¨ªa el mismo escritor peruano, como recordaba el periodista argentino Ezequiel Fern¨¢ndez Moores, antes del ¨²ltimo partido de la Albiceleste.
As¨ª se explicar¨ªa que un partido sencillo se haya convertido en una heroicidad para Argentina. Necesita ganar simplemente a Ecuador, que ya no es la selecci¨®n que triunf¨® en el Monumental (0-2) sino que ahora cuenta con un t¨¦cnico interino (el porte?o C¨¦lico), los mejores jugadores no estar¨¢n (ni Valencia ni Caicedo) y suma cinco derrotas que le han dejado fuera del Mundial. A Ecuador ni siquiera le favorece la condici¨®n de local despu¨¦s de sumar solo el 54% de los puntos disputados en estadios con la altura del Ol¨ªmpico de Atahualpa (2.850 metros). A Argentina le avala por el contrario su curr¨ªculo y dispone adem¨¢s de un acreditado director t¨¦cnico como Sampaoli y del mejor futbolista del mundo: Messi.
El problema es que ahora mismo la Albiceleste es incapaz incluso de ganar a la colista Venezuela. Nadie sabe manejar la federaci¨®n (AFA), lleva tres seleccionadores en la fase de clasificaci¨®n y ha utilizado hasta 45 futbolistas, y cuatro delanteros centros en los ¨²ltimos cinco partidos; ya son cuatro tambi¨¦n los encuentros sin marcar, pese a que es el equipo m¨¢s rematador despu¨¦s de Brasil.
Hoy pagar¨ªa dinero seguramente para que cualquier jugador de Ecuador marcara en su propia porter¨ªa como ocurri¨® con el venezolano Feltscher. El drama es precisamente que Argentina depende un partido m¨¢s de s¨ª misma, no de los rivales, la peor de las circunstancias para un equipo al que le puede la presi¨®n, le pesa la zamarra y llega sin aire a Quito.
El contexto no es precisamente el mejor para la Albiceleste y menos para Messi. Ya no se habla de jugar en un pa¨ªs tan futbolero como Argentina. El fin justifica los medios y, por tanto, ni siquiera se le pide a Messi, sombrero en mano, una linda jugadita por el amor de Dios, como dir¨ªa el bueno de Eduardo Galeano, quien cerraba su casa hasta a los vecinos cuando Uruguay jugaba la Copa del Mundo. No necesita Argentina ni un l¨ªder ni un caudillo, tampoco los hay hoy en d¨ªa, sino una p¨ªrrica victoria que le mantenga en vida camino de Rusia 2018. Ocurre que Messi no juega para sobrevivir sino para ganar una Copa del Mundo, y hay quien teme que al 10 le d¨¦ un ataque de responsabilidad o de p¨¢nico cuando la mejor receta para su ego es el saludo de su hijo Thiago: ¡°Pap¨¢, ?otra vez te vas a gol?¡±.
Aunque nunca verbaliz¨® sus sentimientos y no parece que tenga miedo, Messi siempre funcion¨® mejor desde la naturalidad, sin hero¨ªsmos ni ¨¦pica, con la pelota como bandera, especialmente en los partidos m¨¢s exigentes, tanto dentro como fuera del Camp Nou. No se recuerda ning¨²n acto de rebeld¨ªa sino que se visualiza la cara de tristeza que puso cuando fall¨® el penalti contra el Chelsea o despu¨¦s en la Copa Am¨¦rica ante Chile.
No hay un jugador moderno con tanta fidelidad a su club y a su selecci¨®n
Tampoco se sabe de un jugador moderno que haya guardado tanta fidelidad a un club (Bar?a) y a su selecci¨®n (Argentina). Un d¨ªa se supo que se quer¨ªa ir del Camp Nou y le par¨® Tito Vilanova; se dijo despu¨¦s que ten¨ªa acordado su fichaje por el City de Guardiola y al final se desdijo para suerte del Barcelona; y renunci¨® a la Albiceleste para regresar dos meses despu¨¦s, como si no hubiera pasado nada en el MetLife Stadium, reclutado por Edgardo Bauza.
A menudo parece como si nada pudiera ser ni pasar en el Bar?a ni en la Albiceleste sin Messi. A la selecci¨®n no le fue nada bien cuando falt¨® el rosarino por sanci¨®n o lesi¨®n, circunstancia que explica precisamente la situaci¨®n ag¨®nica que vive en su partido contra Ecuador. Y el protagonismo de Messi ha aumentado con Sampaoli: ha generado mucho juego y creado varias ocasiones en situaciones dif¨ªciles por la cancha, por el arbitraje, por el rival, por las condiciones clim¨¢ticas que se dan en Am¨¦rica. Quiz¨¢ le ha faltado asociarse mejor, intermediar con volantes y medios para ser el origen y final del gol, como se advirti¨® ante Per¨². Nadie dud¨®, sin embargo, de su compromiso, y menos Sampaoli.
Al t¨¦cnico le gust¨® el partido y jugar¨¢ hoy con muchos de los que empataron en la Bombonera. Nada de arrebatos ni arengas; ya no hay vuelta atr¨¢s ni punto de inflexi¨®n en Quito. Argentina no morir¨¢ sino que se suicidar¨¢ si no va al Mundial. El desaf¨ªo sigue siendo ganar con un buen equipo liderado por Messi. El 10 no es un cacique ni un pecho fr¨ªo, sino un atleta completo, capaz de jugar mil y un partidos sin parar, y tambi¨¦n un beb¨¦ en lo psicol¨®gico, indescifrable como tal, presa de la incertidumbre como toda Argentina.
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