Irse al suelo
La ca¨ªda es un movimiento ancestral, pero poco temido. Caemos por sorpresa, una y otra vez
En los deportes en los que puedes caer y matarte se ve mejor c¨®mo el sentido de la vida consiste a veces en restar importancia al sentido, o en negar que exista. Hace un par de d¨ªas, Marc M¨¢rquez explicaba en una entrevista de Nadia Tronchoni que en carrera tiene tendencia a arriesgar, casi sin pensar en ello. Solo cuando fruto del riesgo se va al suelo, y no punt¨²a, se da cuenta de que quiz¨¢ se expuso sin necesidad. Para hacernos una idea de la vigencia del peligro, y de qu¨¦ poco importa en ocasiones, basta contar sus ca¨ªdas de la moto a lo largo de este a?o: 23. ¡°Las cosas no salen f¨¢ciles¡±, se explicaba.
A principios de septiembre, mientras tomaba un caf¨¦ en una terraza en Canet de Mar, espi¨¦ una conversaci¨®n ajena. Un anciano se quejaba de su salud. Tos¨ªa con cari?o, como si llevase haci¨¦ndolo cada d¨ªa desde hac¨ªa 50 a?os. Era una tos perfecta. Hablaba con una mujer de unos 30 a?os, que quitaba hierro a los achaques de su amigo. ¡°Para ser alguien que un d¨ªa se cay¨® de un noveno piso, est¨¢s de maravilla¡±. Espi¨¦ un rato m¨¢s la escena y averig¨¹¨¦ que el anciano trabajaba en un edificio en construcci¨®n en Barcelona cuando el andamio del hueco del ascensor se desplom¨®. Murieron tres alba?iles. La ca¨ªda lo tuvo todo: vidas rotas y vidas salvadas.
La ca¨ªda es un movimiento ancestral, y sin embargo poco temido. Ca¨ªmos siempre. Nunca dejaremos de hacerlo. Pero no reparamos demasiado en ese historial. De hecho, casi siempre caemos por sorpresa, aunque caigamos una y otra vez. ?Qu¨¦ gran deportista piensa que lo que pasa siempre volver¨¢ a pasar? ?Acaso se puede confiar en el razonamiento inductivo? Solo unos pocos idiotas y torpes vamos pensando todo el tiempo en que tal vez haya delante un escal¨®n, o un terrapl¨¦n, y aun as¨ª nos caemos, sin sorprendernos.
Los seres humanos cultivamos una relaci¨®n especial con el suelo. Muchos d¨ªas se vuelve un destino, o porque nos mantenemos en pie, y es un milagro, o porque nos damos de bruces, o porque a continuaci¨®n nos levantamos, o porque la ca¨ªda trae consigo el final. El 3 de julio, el escalador Alex Honnold se enfrent¨® en el valle de Yosemite a El Capit¨¢n, una pared de granito de 900 metros de altura, vertical y ¡°lisa como una tapa de piano¡±, escrib¨ªa Pablo Mediavilla en el ¨²ltimo n¨²mero de Jot Down Smart.
Nadie lo hab¨ªa hecho sin cuerdas, solo con una bolsa de magnesio para el sudor de manos. Alcanzados los 15 metros, en caso de ca¨ªda la muerte ser¨ªa segura. ¡°No arrastrar 60 metros de cuerda durante todo el ascenso me ha hecho sentirme fuerte y fresco. Creo que podr¨ªa repetirlo ahora mismo¡±, declar¨® Honnold a National Geographic al acabar. Emple¨® cuatro horas. La posibilidad de caer y morir fue un aliciente m¨¢s. No en vano, su preparaci¨®n inclu¨ªa tanto memorizar cada paso como imaginar su propia muerte. ¡°Me vi a m¨ª mismo rebotar contra un saliente y caer, rompi¨¦ndome la mayor¨ªa de los huesos mientras me golpeaba contra la monta?a como un mu?eco de trapo. Y luego, desangrarme en la base¡±.
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