Marko Marin, el errante del bal¨®n
El extremo, un prodigio en sus inicios, se difumin¨® hasta recuperar su f¨²tbol en el Olympiacos, octavo equipo de su carrera
Un ladr¨®n logr¨® agenciarse la llave maestra que abr¨ªa las habitaciones del hotel San Fernando Plaza de Medell¨ªn y, aunque captado por las c¨¢maras, desvalij¨® unas cuantas de los jugadores del Sevilla, que en esos momentos disputaban un amistoso de pretemporada ante el Atl¨¦tico Nacional. Era 2013 y la fortuna volv¨ªa a darle la espalda a Marko Marin (Gradisca, Bosnia; 28 a?os). ¡°Fue el peor parado porque le robaron relojes, ordenador, un m¨®vil que nos enteramos que costaba 10.000 euros¡ Estaba fastidiado, s¨ª¡±, recuerda Juan Cala, entonces compa?ero de equipo que ahora defiende al Getafe. Y aunque no pas¨® de an¨¦cdota, Marin evidenci¨® que estaba re?ido con la suerte como lo ha estado casi siempre, a excepci¨®n de en sus inicios, cuando era un ni?o prodigio del bal¨®n porque con apenas 19 a?os ya contaba con 31 encuentros en Segunda Divisi¨®n alemana y otros 18 en la Bundesliga, adem¨¢s de cuatro internacionalidades absolutas, todo resuelto con 15 asistencias y siete goles. Pero de lo suger¨ªa a lo que es hay un trecho, ahora pieza capital de un Olympiacos que visita al Barcelona en la Champions.
Antes de que comenzara la guerra en Bosnia-Herzegovina, Bronka Marin, la madre de Marko, solicit¨® con ¨¦xito una plaza de enfermer¨ªa en Frankfurt. Con dos a?os, el ni?o se aclimat¨® r¨¢pido a Alemania y pronto despunt¨® con la pelota entre los pies, primero en el H?chst y luego en la cantera del Eintracht. Pero fue en el M?nchengladbach donde descubri¨® la ¨¦lite, primero en el filial y de ipso facto en el primer equipo, que ascendi¨® a Primera. En 2009, ya con cartel, le fich¨® el Werder Bremen, donde luci¨® el 10 a la espalda en un equipo en el que tambi¨¦n brillaba con fuerza ?zil. Despu¨¦s de tres a?os trufados de buenas actuaciones y una participaci¨®n en el Mundial de 2010, el Chelsea de Roberto Di Matteo le incorpor¨® por unos nueve millones, adem¨¢s de la cesi¨®n de De Bruyne a tierras germanas. Y ah¨ª comenz¨® su gafe y su trayectoria errante porque desde 2007 ha vestido ocho camisetas distintas.
Di Matteo fue despedido de Stamford Bridge dos meses despu¨¦s y Rafa Ben¨ªtez, su sucesor, castig¨® a Marin al ostracismo. Por lo que tras 143 minutos en la Premier ¨Cal club le sali¨® cada minuto de juego por unos 51.000 euros- debi¨® buscarse las habichuelas donde le dejaran. El primero fue el Sevilla y en el club no se olvidan del orgullo del director deportivo Monchi ¨Cahora en la Roma- por incorporarlo al equipo, todo un ¨¦xito porque dec¨ªa que Guardiola lo hab¨ªa intentado seducir para el Bayern. ¡°Vengo para ser el l¨ªder¡±, proclam¨® a los cuatro vientos el futbolista. Pero las palabras se quedaron en el olvido. ¡°Marko fue de m¨¢s a menos. En los primeros partidos era una locura y hasta lo ve¨ªamos como el nuevo Maradona¡±, recuerda Juan Cala; ¡°pero dej¨® de tener continuidad por las lesiones y result¨® intermitente¡±. Para colmo, en la exitosa final de la Europa League frente al Benfica, sali¨® en el minuto 78 y fue de nuevo sustituido en el 104 en lo que fue la se?al definitiva de que no har¨ªa carrera en el Pizju¨¢n y menos con Emery, cansado de su irregularidad y de su desidia defensiva. ¡°Me arruinaron las lesiones¡±, se justific¨®.
Un a?o perdido
De nuevo en Londres, Mourinho no le dio tentativas porque antepuso a Hazard, Cesc y ?scar, tambi¨¦n a Ramires y Willian. ¡°Me volvieron a golpear las lesiones y no tuve la ocasi¨®n de mostrar mis habilidades en un equipo complicado de jugar por sus grandes futbolistas¡±, explica Marin. Por lo que asumi¨® una nueva cesi¨®n: a la Fiorentina. ¡°Estoy seguro que se ver¨¢ pronto al mejor Marin en el campo¡±, prometi¨® a su llegada. Seis meses m¨¢s tarde se marchaba en el anonimato, penalizado al inicio por una lesi¨®n muscular y despu¨¦s por el t¨¦cnico Vincenzo Montella, que no le hizo siquiera debutar en la Serie A. Su nuevo equipo fue el Anderlecht, donde tampoco encontr¨® hueco. ¡°Viv¨ªa en su mundo, como si fuera una estrella. Y aunque el entrenador le dio oportunidades al principio, despu¨¦s ya no tuvo confianza en un chico que no convenci¨® por su actitud¡±, explica un extrabajador del ¨¢rea deportiva del club belga. ¡°Fue un a?o perdido y ahora comprendo que deber¨ªa haber tenido m¨¢s paciencia y no reclamar m¨¢s minutos¡±, argumenta Marin; ¡°as¨ª que entend¨ª que deb¨ªa dar un paso atr¨¢s para jugar regularmente y recuperar la confianza¡±.
Lo logr¨® en el Trabzonspor turco hace dos temporadas, tambi¨¦n en forma de cesi¨®n. Sin la exigencia de resultados y sabedor de que su quiebro y visi¨®n para el pase solo la tienen unos escogidos, el peque?o jugador (1,69 metros) recobr¨® su f¨²tbol. Por eso, una vez libre, lo fich¨® el Olympiacos, club especialista en revivir a jugadores como Galletti, Mitroglou, Afellay o Mirallas. ¡°Tambi¨¦n es bonito tener un contrato permanente¡±, brome¨® a su llegada a El Pireo, donde tras un curso con el dorsal 11 vuelve a lucir ahora el 10. Pero lo suyo le cost¨® porque el ext¨¦cnico Paulo Bento no contaba con ¨¦l ni con Cambiasso y quer¨ªa traspasarlos. Hasta que fue despedido por tres derrotas consecutivas y lleg¨® el alban¨¦s Besnik Hasi, el mismo que le dirigi¨® y olvid¨® en el Anderlecht. Condici¨®n de titular que no ha perdido este a?o con el entrenador Takis Lemonis. As¨ª que hoy ante el Bar?a se presupone que Marin ocupar¨¢ la banda izquierda, que por algo le han bautizado en las gradas del Georgios Karaiskakis como el Messi alem¨¢n. ¡°En cualquier sitio donde he jugado buenos partidos me bautizaban como nuestro nuevo Messi¡±, razona Marin; ¡°es positivo el elogio, pero es irreal porque Messi est¨¢ a otro nivel que cualquier futbolistas del mundo¡±. Puede que tras un comienzo efervescente y una retah¨ªla de decepciones en forma de cesiones, Marin ense?e en El Pireo el tipo de jugador que es, ese que en su d¨ªa maravill¨® al continente.
Su ¨ªdolo, un verdugo del Bar?a
De ni?o, Marko se enamor¨® de un futbolista despu¨¦s de que su padre le pusiera el v¨ªdeo de la final de la Copa de Europa de 1994. En ese duelo, el Milan de Capello dobleg¨® con ferocidad al Bar?a de Cruyff. ¡°Lo vi tantas veces que se rompi¨® por completo¡±, reconoce el futbolista; ¡°pero recuerdo perfectamente el 4-0 y que Savisevic jug¨® de forma sobresaliente, adem¨¢s de marcar un gol extraordinario de vaselina¡±.
Hace unos a?os, su amigo Stevan Jovetic ¨Cahora en el M¨®naco pero entonces compa?ero suyo en la Fiore- se llev¨® una camiseta de Marko a Montenegro para que se la firmara Savicevic. ¡°Desde entonces, est¨¢ enmarcada en mi casa¡±, revela Marko, que a buen seguro esta noche querr¨¢ imitar a su ¨ªdolo.
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