Italia, fuera del Mundial: el apocalipsis cada 60 a?os
El pa¨ªs ha vivido con indiferencia la fase de clasificaci¨®n hasta que el asunto se ha convertido en una emergencia nacional que ya no ten¨ªa remedio
El obituario empez¨® a escribirse el lunes por la ma?ana. Giampiero Ventura, un genov¨¦s de 69 a?os y ni una sola gesta en los banquillos como la que le ped¨ªan, sospechaba que ni siquiera una victoria iba a llevarle al Mundial. La tifoseria, instalada en un bucle de indiferencia en los ¨²ltimos tiempos, amaneci¨® predispuesta a la tragedia. De modo que los jugadores, desquiciados por el dramatismo hist¨®rico del partido, solo pudieron admitir que el encuentro, m¨¢s que en la hierba, se jugaba desde hac¨ªa d¨ªas en el div¨¢n. Italia, unificada hace poco m¨¢s de 150 a?os, apenas logra disimular sus costuras sociales y culturales ante dos grandes fen¨®menos de comuni¨®n colectiva: un Mundial o una cat¨¢strofe natural. Anoche, en Mil¨¢n, su selecci¨®n invoc¨® ambos sucesos en un mismo escenario y abri¨® una herida que tardar¨¢ mucho tiempo en cicatrizar.
El apocalipsis, el desastre, fracaso hist¨®rico. Los titulares llevaban redactados toda la segunda parte. Qui¨¦n sabe si todo el partido. Pero las l¨¢grimas del capit¨¢n, Gianluigi Buffon, abatido a las puertas de su sexta y ¨²ltima Copa del Mundo, sugirieron luego algo mucho peor. ¡°Es una cuesti¨®n social¡±, apunt¨® intentando mantener la voz. En mucho tiempo, nadie se par¨® a pensar en Italia c¨®mo se llega a un Mundial. Un mes de cada 48, simplemente, se jugaba. El pa¨ªs, escaso ¨²ltimamente de alegr¨ªas colectivas, se permite en ese periodo un patriotismo transitorio, una exaltaci¨®n de las esencias nacionales a tiempo parcial; la Tricolor sale del armario, se revisan partidos gloriosos, vuelve el penalti fallado de Roberto Baggio... Hasta entonces, se vive con cierta tibieza la clasificaci¨®n, los amistosos.? Qu¨¦ m¨¢s dar¨¢n. La Nazionale no ha jugado un partido en el Ol¨ªmpico de Roma desde hace siglos y en los bares la gente ha ignorado la torpe fase de clasificaci¨®n hasta que el abismo termin¨® convirtiendo cada minuto de juego en una emergencia nacional.
Italia entr¨® en depresi¨®n despu¨¦s de la derrota contra Espa?a en el Santiago Bernab¨¦u (3-0). Los peri¨®dicos y las tertulias radiof¨®nicas inauguraron su profec¨ªa autocumplida: esta vez no habr¨ªa Mundial. El lunes por la ma?ana, se ol¨ªa el miedo en la barra de todos los bares, en los puestos de los mercados y en las tertulias espont¨¢neas. Imposible que los jugadores no llegasen anoche al Giuseppe Meazza aterrados con la idea de pasar a la historia de los grandes desastres nacionales. Ten¨ªa que ser el sexto de Buffon, el cuarto de De Rossi, el tercero de Bonucci, Barzagli y Chiellini¡ Pero Italia, cuatro veces campeona del mundo, fue incapaz de marcarle un gol a Suecia en 180 minutos.
La selecci¨®n no quedaba fuera de un Mundial desde 1958. Una tarde en la que salt¨® al terreno de juego de Belfast contra Irlanda del Norte un grupo de jugadores que, como mucho, ten¨ªan un primo con apellido italiano. Tras aquel desastre el control de la Federaci¨®n de F¨²tbol Italiana (FIGC) qued¨® en manos de una gestora y algunos pensaron que lo mejor era echarle la culpa a los de fuera. Ayer, en una Italia que bloquea en el Parlamento la ley que debe conceder la nacionalidad a los hijos de los inmigrantes, solo un oportunista como el xen¨®fobo Matteo Salvini (Liga Norte) pudo recurrir al mismo argumento. Otra cuesti¨®n social, como pronostic¨® Buffon.
La mitad del pa¨ªs temi¨® las consecuencias de la derrota y llor¨® con el portero. La otra, como acostumbra, dispar¨® contra la ambulancia y los heridos. Ventura, un espeso t¨¦cnico curtido en equipos como el Pisa, el Bari o el Torino, ha sido la n¨ªtida imagen del creciente desinter¨¦s de los italianos ¡ªy especialmente de la federaci¨®n que dirige Carlo Tavecchio¡ª por su selecci¨®n. Es verdad que al t¨¦cnico le pusieron la cabeza como un bombo entre todos. Cambi¨® el sistema tres veces, le cuestionaron sus propios jugadores -ayer de Rossi le gritaba que no le pusiera a ¨¦l si quer¨ªa ganar- y terminaron dej¨¢ndole solo. Porque, al final, el f¨²tbol de clubes, el que paga esta fiesta -lo admiti¨® tambi¨¦n Buffon antes del partido- lo ha impregnado todo. Si Italia perd¨ªa, ironizaba el periodista de La Repubblica Gianni Mura, no suceder¨ªa nada porque el s¨¢bado juega la Roma contra la Lazio. Esta vez, aunque las cat¨¢strofes tengan aqu¨ª un poder cat¨¢rtico, pasar¨¢n otras seis d¨¦cadas antes de olvidarla.
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