Cuando despierta Cristiano
En 2013 Ibrahimovic pidi¨® que al Bal¨®n de Oro se le pusiera el nombre de Messi; el portugu¨¦s se resisti¨® al pron¨®stico y ha igualado con el argentino a cinco premios cada uno
En 2013, semanas despu¨¦s de que Leo Messi recogiera su cuarto Bal¨®n de Oro consecutivo, Zlatan Ibrahimovic visit¨® con el PSG el Camp Nou, y all¨ª dio por finiquitado a Cristiano Ronaldo en lo que a la disputa de este trono m¨¢s o menos futbol¨ªstico se refer¨ªa: ¡°Al Bal¨®n de Oro deber¨ªan ponerle el nombre de Messi, porque va a seguir ganando muchos. Su ¨²nico rival es ¨¦l mismo¡±, dijo. Con la cuenta 4-1 a favor del argentino, aquello era, en efecto, lo que todo el mundo pensaba. Salvo Cristiano, que este jueves vio c¨®mo la cosa se pon¨ªa 5-5.
La manera de conducirse del portugu¨¦s a lo largo de su carrera ha producido dos grupos muy diferenciados y nutridos ¡ªquienes lo adoran, quienes lo detestan¡ª, que sin embargo coinciden en haber sido persuadidos de lo mismo: Cristiano est¨¢ siempre a punto de regresar despu¨¦s de estar acabado, o dado por acabado. No importa las veces que ese regreso no se produce. Siempre parece inminente. El s¨¢bado en San Mam¨¦s esa inminencia pod¨ªa incluso o¨ªrse, un runr¨²n in crescendo cada vez que el portugu¨¦s se hac¨ªa con la pelota, por lejos de la porter¨ªa que se encontrara. Esa noche, como muchas otras este curso, no pas¨® nada. Pero s¨ª sucedi¨® el mi¨¦rcoles en el Bernab¨¦u: le marc¨® al Borussia Dortmund y hubo que apuntarlo como el primer futbolista que anota en todos los partidos de la fase de grupos de la Champions. Otra muesca de resucitado.
Meses despu¨¦s de que Ibrahimovic lo enterrara, Cristiano subi¨® llorando al escenario en Z¨²rich a recoger el Bal¨®n de Oro correspondiente a 2013, el a?o que Messi, lesionado, vio desde el banquillo c¨®mo el Bayern barr¨ªa al Barcelona de la Champions. Las cuatro veces anteriores que hab¨ªa estado ante aquel escenario, se hab¨ªa quedado sentado mientras el argentino recog¨ªa el premio. Pese a todo, durante ese tiempo Cristiano mantuvo una ins¨®lita confianza en que ser¨ªa capaz de encontrar el modo de recortar la diferencia. Esa convicci¨®n, un punto absurda, ha deparado un pulso de una dimensi¨®n e intensidad formidables, una de las mayores rivalidades deportivas de la historia.
Los ¨²ltimos diez a?os, solo ellos dos han ganado el Bal¨®n de Oro. Cuando en 2008 Cristiano, todav¨ªa en el Manchester United, se llev¨® el primero, Messi ya se sentaba a su lado como finalista. En esta d¨¦cada, s¨®lo en una ocasi¨®n falt¨® uno de ellos en el tr¨ªo final: fue en 2010, despu¨¦s del Mundial de Espa?a en Sud¨¢frica, cuando compitieron Messi, Xavi e Iniesta. Es m¨¢s: en 2007 Kak¨¢ caz¨® el ¨²ltimo galard¨®n de la era anterior, y con ¨¦l estaban ya Messi y Cristiano.
Esta d¨¦cada de rivalidad subraya tambi¨¦n la consolidaci¨®n de la jerarqu¨ªa de la Champions. Siempre que uno de ellos levant¨® el trofeo continental gan¨® tambi¨¦n el Bal¨®n de Oro. Cuatro de los cinco de Cristiano han sido as¨ª. Y tres de los cinco de Messi.
Para un trofeo que intenta atrapar algo inasible, qu¨¦ individuo es el mejor en un juego colectivo, esta d¨¦cada de disputa ha fijado dos claves: el gol y la Champions. Y si alguien las ha descifrado con acierto ha sido Cristiano, a quien se ha visto orientar su carrera precisamente hacia ah¨ª. Su transformaci¨®n no ha sido ¨²nicamente geogr¨¢fica, ese viaje a la posici¨®n central donde remata el nueve. El curso pasado el cambio fue tambi¨¦n estacional, de calendario. Gan¨® el Bal¨®n de Oro concentr¨¢ndose en cinco partidos (los cuartos de final, la semifinal y la final de la Champions), en los que anot¨® diez goles. Tan sencillo. Tan inalcanzable.
Ah¨ª se resume tambi¨¦n otra de sus grandes diferencias con el argentino. Sin un Real Madrid tan brillante como el de los ¨²ltimos meses, Cristiano no habr¨ªa podido ser solo Cristiano y poner el punto final como lo hizo, instalado en unos pocos metros cuadrados y floreciendo apenas entre el 12 de abril y el 3 de junio. Al otro lado, Messi no habr¨ªa podido ser s¨®lo Messi. Para llegar a situarse en posici¨®n de poner ese mismo punto final, el argentino ha necesitado retrasarse en el campo y participar en el inicio del juego. Sin un Messi tan colonizador, el Barcelona probablemente habr¨ªa sufrido un descuelgue competitivo m¨¢s acusado.
Diez a?os despu¨¦s de su primera vez, Cristiano ha vuelto a coronarse con una combinaci¨®n de contundencia, c¨¢lculo y oportunidad, en ese territorio ¨²ltimo de los torneos donde casi todos los dem¨¢s titubean. Aunque justo despu¨¦s de este resurgimiento su apariencia es distinta. Esta vez, en la cima parece m¨¢s desguarnecido que nunca, con la punter¨ªa liguera en las raspas y los nervios disparados. Pero al contrario que Ibra (y casi todos) en 2013, ya nadie ve imposible que est¨¦ a punto de despertar.
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