La ciudad donde las l¨¢grimas son alimento de los Tigres
La metr¨®poli de Monterrey se parte en dos con la celebraci¨®n del sexto t¨ªtulo de los 'felinos' y la melancol¨ªa de los Rayados
"De esta no nos vamos a reponer", se sincera Agust¨ªn Arista, hincha de Monterrey. El hombre llor¨® frente a su hijo, Yael, de 10 a?os. El padre estaba desconsolado en cuanto su equipo fue derrotado en la final ante los Tigres, el villano en su cosmogon¨ªa del f¨²tbol. La derrota fue 1-2, 2-3 en el marcador global. "Es un dolor bien grande verlos festejar", dice mientras juguetea con un sombrero hule espuma.
En la urbe de Monterrey el cl¨¢sico entre los dos equipos de f¨²tbol conlleva distanciarse del vecino, hasta de la familia. Agust¨ªn Arista ha tenido que aceptar que su hermano es de Tigres. Los dos, junto con el hijo, fueron al estadio. Los Rayados eran los favoritos por cerrar en casa y mostrarse superiores a toda la liga durante todo el torneo. El plan era perfecto. Ganar el campeonato ante el contrincante odiado y festejar la noche del domingo. Pero los Tigres fueron m¨¢s astutos. Y eso provoc¨® el llanto de este hombre que trabaja reparando m¨¢quinas de bordado. "Mi hijo me consol¨®, ¨¦l fue muy fuerte", admite y se lleva las manos para frotarse por en¨¦sima vez el rostro con sus manos.
En mayo del a?o pasado, los Rayados perdieron la final de la Liga MX a manos del Pachuca en el ¨²ltimo minuto. En esta ocasi¨®n dejaron ir el trofeo a manos de Tigres e incluso tuvieron un penalti que pudo valerles para el empate a siete minutos de que terminara el juego, pero el tobillo de Avil¨¦s Hurtado le traicion¨® y la mand¨® lejos. El juego lo ten¨ªan controlado al conseguir un gol a los dos minutos a trav¨¦s del desenfadado Dorlan Pab¨®n. Los blanquiazules fueron pasivos y los Tigres dieron dos mordiscos letales: el primero un tiro de larga distancia de Eduardo Vargas y luego un remate con la frente de Francisco Meza.
El estadio en el que se defini¨® el t¨ªtulo estaba repleto de aficionados blanquiazules, que, al final, lo convirtieron en un templo de los lamentos. Las avenidas de la ciudad de Monterrey empezaron a colmarse de aficionados de Tigres que ondeaban sus banderas y ped¨ªan que les llevaran a la Macroplaza, un punto c¨¦ntrico, para corear que los felinos eran campeones.
"De esta derrota no se va a reponer m¨¢s que con otra final igual, pero va a estar bien dif¨ªcil", dice Gerson Rodr¨ªguez. Junto con Juana y tres hijos viajaron desde la ciudad de Reynosa (Tamaulipas). Hicieron tres horas de camino, sin tener boleto. No lo necesitaban. Vieron la final en un local de hamburguesas junto con otros aficionados que no consiguieron una entrada. "Me daban ganas de llorar, pero los Rayados solitos perdieron", comenta el hombre que discute con los elementos de vigilancia para que le dejen tomarse una fotograf¨ªa con la cancha de fondo.
Los rayados de Monterrey est¨¢n al borde de la melancol¨ªa. Su ¨²ltimo gran festejo lo tuvieron hace siete a?os. Y ahora deber¨¢n soportar el festejo ajeno entre sollozos salados. Les resta jugar una final m¨¢s, la del torneo de copa, cuatro d¨ªas antes de la noche de Navidad.
Las ¨²nicas l¨¢grimas que soltaron del lado de Tigres fueron las del futbolista Dami¨¢n ?lvarez. A sus 38 a?os decidi¨® retirarse sin jugar en la final. Su capit¨¢n, Juninho, decidi¨® que ¨¦l deb¨ªa levantar el trofeo. El ¨²ltimo de su carrera, el sexto para los sublimes felinos.
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