La ¨²ltima vuelta de Marchand
El ciclista m¨¢s viejo del mundo cuenta sus secretos tras retirarse a los 106 a?os: vida austera, nada de az¨²car y huir del fr¨ªo
El tel¨¦fono no deja de sonar en el diminuto apartamento de Robert Marchand, en Mitry-Mory, a las afueras de Par¨ªs. Se ha filtrado a la prensa que le han impedido participar en una carrera ciclista por recomendaci¨®n m¨¦dica y fisgones de medio mundo quieren saber si esto supone su retirada ¡°oficial¡± de la competici¨®n. ¡°Cada vez estoy m¨¢s sordo. Supongo que lleg¨® la hora de hacerse definitivamente viejo¡±, dice a sus 106 a?os.
El se?or Marchand es el menudo y dicharachero ciclista de 1,52 metros de estatura que hace un a?o, el 4 enero de 2017, encandil¨® a miles de personas en todo el planeta. Enfundado en su vistoso maillot amarillo y morado bati¨® un nuevo r¨¦cord en el vel¨®dromo de Saint-Quentin-en-Yvelines. Dio 92 vueltas en la pista pedaleando 22,547 kil¨®metros durante una hora en una categor¨ªa que la Uni¨®n Ciclista Internacional hab¨ªa creado para ¨¦l: el r¨¦cord de la hora para mayores de 100 a?os.
Aunque a ¨¦l todo este tinglado medi¨¢tico le divierte, sus amigos y vecinos temen por su salud. El a?o pasado, Marchand particip¨® en una docena de competiciones, bati¨® otro r¨¦cord en ciclismo en ruta y salt¨® en paraca¨ªdas. No le preocupa si alguien le arrebata su marca. ¡°Por suerte, a¨²n no se han presentado otros contrincantes. No tengo rival¡±, afirma entre risas, con la malicia de un chiquillo travieso. Su primer r¨¦cord lo prepar¨® en 2011 para celebrar que cumpl¨ªa un siglo: ¡°Quer¨ªa demostrar que a mi edad no estaba todo terminado, hacer algo divertido¡±.
Superviviente de dos guerras mundiales, 17 presidentes de la Rep¨²blica Francesa, ganador de m¨¢s de 200 trofeos ¡ªque don¨® al Ayuntamiento de su localidad porque en su casa estorbaban y cog¨ªan polvo¡ª, sigue pedaleando a diario. Al menos cinco kil¨®metros, dentro o fuera de casa. ¡°?El secreto? No enfadarme en exceso por ning¨²n asunto¡±, explica.
A pesar de sus m¨¦ritos y fama, nunca fue ciclista profesional. Se cas¨® en 1939 al comenzar la II?Guerra Mundial y se qued¨® viudo y sin hijos en 1943. Nunca m¨¢s contrajo matrimonio. Llev¨® una vida ajetreada: bombero voluntario, encarcelado por negarse a impartir educaci¨®n f¨ªsica a ¡°hijos de pap¨¢¡± y colaboracionistas nazis o criador de pollos en Venezuela hasta que le pillaron con un cami¨®n cargado de rifles en la frontera con Colombia. De all¨ª huy¨® a Canad¨¢, donde fue un ¡°muerto de hambre¡± y regres¨® a Francia en los a?os sesenta. En 1978, a los 67 a?os, y por envidia al ver a un grupo de ciclistas, se compr¨® una bici y retom¨® los pedales de nuevo. Particip¨® en ocho Burdeos-Par¨ªs, cuatro Par¨ªs-Roubaix e incluso, en 1992, con 81 a?os, pedale¨® desde Par¨ªs hasta Mosc¨².
¡°El gran mal de este mundo es el ego¨ªsmo y el lucro¡±, afirma convencido Marchand, que milita en el partido comunista desde su adolescencia y es tambi¨¦n el afiliado m¨¢s longevo del sindicato CGT. ¡°Bueno, eso y el az¨²car, que es veneno y ni lo pruebo¡±, apuntilla. ¡°Siempre he vivido con poco; en cuatro a?os mi pensi¨®n apenas se ha revalorizado 20 c¨¦ntimos, nunca he tenido af¨¢n por acumular propiedades y he sido feliz¡±, afirma. Gana 820 euros al mes y vive sin compa?¨ªa en un min¨²sculo apartamento de 40 metros en un bloque de edificios. Ordenado, limpio y espartano, en las fotos de hace 20 a?os aparece retratado con el mismo jersey jaspeado que lleva el d¨ªa que le visitamos. Revisa a diario un term¨®metro que tiene junto a la ventana. ¡°Si hace mucho fr¨ªo, entreno en casa. Un resfriado con esta edad puede ser mortal¡±, explica sonriente. Hasta ahora esto es lo ¨²nico que le amedrenta.
¡°Nunca he estado solo, siempre me he rodeado de amigos y gente que me ha querido; muchos han muerto, claro¡±, explica. Al lado de su casa, unos j¨®venes fuman hach¨ªs y vaguean junto a una pista de baloncesto y un jard¨ªn descuidado. Pero al salir con su bici, todos los vecinos le saludan. Hasta los macarras del barrio.
¡°Ah, y llamadme Robert, por favor¡±, nos ruega. Parece que lo de ¡°se?or¡± le resta juventud. Y suelta otra carcajada. Es la ¨²ltima vuelta de Robert Marchand.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.