Nairo y Ur¨¢n llevan al ¨¦xtasis a la afici¨®n colombiana
Los dos ciclistas podio del Tour disputan la llegada a Salento hasta el ¨²ltimo aliento: etapa para Rigo, liderato para Quintana
Si el ciclismo es una religi¨®n en Colombia, y muy pocos discutir¨¢n esta afirmaci¨®n, entonces Nairo es su dios y Rigo su profeta. Su sumo sacerdote no puede ser otro que el padre C¨¦sar Ladino, el capell¨¢n del ej¨¦rcito en Quind¨ªo, y su Vaticano, por supuesto, es la iglesia de Salento, con su torre cil¨ªndrica que ataca el cielo en erecci¨®n patri¨®tica enfundada en una gigantesca bandera colombiana portada por el p¨¢ter, doble amarillo, azul y rojo. En la plaza, compiten con su verticalidad la palmas de cera enhiestas y peladas. A su lado, al final de una cuesta corta al 20%, la etapa m¨¢s paisaj¨ªstica de la Colombia Oro y Paz traza su l¨ªnea de meta, la que cruza el primero Rigo Ur¨¢n, por delante de Nairo Quintana, al que ha desbordado en los ¨²ltimos metros, Egan Bernal y Sergio Henao.
Nairo es el nuevo l¨ªder, y todos los fieles, una marea humana que ocupa todos los cent¨ªmetros cuadrados que la carrera deja libres, y achucha y se apretuja, aclaman la escena del ¨¦xtasis del parque de Salento hermosa y colorida, la fotograf¨ªa de un sprint fren¨¦tico que no desentonar¨ªa en una llegada del Tour de Francia que hasta este momento hab¨ªa sido imposible en Colombia, pues nunca hasta ahora sus mejores ciclistas, los de la generaci¨®n que ha conquistado Europa la ¨²ltima d¨¦cada, se hab¨ªan enfrentado en su tierra.
El t¨ªtulo de macho alfa del ciclismo colombiano es el emblema que se puso en juego cuando la Oro y Paz abandon¨® la llanura de ca?a de az¨²car del Valle del Cauca y los triunfos del gran sprinter Fernando Gaviria, para entrar en las tierras quebradas del caf¨¦ y las plantas de guadua, el bamb¨² con que construyen casas y puentes en Pereira, donde el viernes les sorprendi¨® a los locales el oportunista franc¨¦s Alaphilippe. Por ese t¨ªtulo de n¨²mero uno en su tierra, las figuras abandonan la prudencia y la cautela. Nairo hab¨ªa advertido que este a?o no pensaba hacer lo que hac¨ªa antes, intentar ganar todas las carreras que corre, hasta las de febrero. Rigo, que como Nairo, tambi¨¦n ha sido segundo en el Tour, tampoco es de los que desperdicia esfuerzos. Pero tampoco ninguno de los dos, ni Henao, el campe¨®n nacional que tan bien tira de Froome en el Tour, ni Egan Bernal, el Kid Maravilla de Zipaquir¨¢ que da pasos de gigante para ascender en la curia del ciclismo. La Oro y Paz no es para ellos una carrera t¨ªpica de preparaci¨®n y entrenamiento sino un objetivo concreto y caro.
Por la victoria Nairo se lanz¨® entre las vallas ¡°un poco atrevido¡± buscando sorprender a Ur¨¢n, m¨¢s veloz que ¨¦l, m¨¢s llegador. Estuvo a punto de sorprenderlo, pero el paisa de Urrao perdi¨® el control de la situaci¨®n para desesperaci¨®n no de Nairo, quien al menos con la bonificaci¨®n del segundo puesto alcanzaba el liderato (Ur¨¢n perdi¨® 7s en Pereira), sino para lamento de Bernal y Henao, ambos del Sky, que se vieron desbordados y arruinada su estrategia (Bernal aceler¨® el ritmo para lanzar a Henao, mal colocado en la cuesta estrecha) por la codicia de sus rivales.
¡°Pero ya que arriesga y coge el liderato y obliga al equipo a trabajar, bien pod¨ªa haber ganado la etapa¡±, dice Eusebio Unzue, el jefe del Movistar, siempre, hasta en los momentos m¨¢s c¨¢lidos, guiado por la raz¨®n pr¨¢ctica. ¡°Pero entiendo, claro, su necesidad de ganar ante sus fieles¡±. Unzue est¨¢ sudoroso y suspira de alivio, admirado tras haber podido atravesar una masa de gent¨ªo que lloraba o se acercaba solo para intentar tocar a Nairo y casi se desmayaba. Escenas de fe que le desbordan.
La etapa ha terminado hace media hora, y la plaza sigue hasta arriba de gente que se agolpa ante las puertas del ayuntamiento gritando ?Rigo, presidente! ?Rigo, presidente! Y ?Nairo! ?Nairo! ?Nairo! Han visto a sus ¨ªdolos atravesar el parque entre las palmas de cera enhiestas y han observado como ascend¨ªan las escaleras del ayuntamiento, donde est¨¢ instalada la sala del control antidopaje. Les acompa?a el cura Ladino, que no pierde la oportunidad de impartirles su bendici¨®n y entra con ellos al control. Entre polic¨ªas que hacen hueco como pueden y guardaespaldas fornidos, los tres se hacen camino y ascienden. Media hora despu¨¦s, por una puerta trasera, abandonan aliviados el local.
La carrera se decide el domingo en los 20 kil¨®metros muy tendidos de subida interminable hasta los 2.200 metros de Manizales, la tradicional, fin de trayecto para la Oro y Paz, culmen de una generaci¨®n de ciclistas que han reconquistado su tierra despu¨¦s de haber sido aclamados en todo el mundo.
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