Hegemon¨ªas europeas
Ver c¨®mo la Juventus y el Madrid superan eliminatorias de Champions a?o a a?o hace suponer que son depositarios de una convicci¨®n secreta hereditaria
Algunas victorias llevan tanto tiempo sucedi¨¦ndose que ya no hay un porqu¨¦ para ellas. Simplemente suceden. La vida es as¨ª. La hegemon¨ªa consiste en que casi siempre pase lo que sucede. Ver c¨®mo Juventus o Real Madrid superan eliminatorias de Champions a?o tras a?o, por mucho que cambien los tiempos, hace suponer que estos clubes, y tal vez solo alguno m¨¢s, son depositarios de una convicci¨®n secreta que se hereda de unas plantillas a otras. Sus triunfos est¨¢n m¨¢s all¨¢ de toda raz¨®n. La raz¨®n se perdi¨® en el tiempo, y en su lugar se instal¨® la pura costumbre o la man¨ªa. El destino es ganar. Conocen todas las formas de hacerlo, y unas veces eligen realizar un gran partido y otras aliarse con la fortuna. Qu¨¦ m¨¢s da. Su hegemon¨ªa tambi¨¦n est¨¢ m¨¢s all¨¢ del c¨®mo. Ganan sin detenerse, sin mirar atr¨¢s, sin preguntarse de qu¨¦ modo fue posible. El qu¨¦ importa m¨¢s que el c¨®mo. A veces, aun persiguiendo su ruina, sobreviven, a semejanza de aquel relato de Woody Allen en el que un hombre corro¨ªdo por los celos que sent¨ªa hacia su loro, nombrado subsecretario de Agricultura, decid¨ªa suicidarse; con tan buena suerte que eleg¨ªa una de esas pistolas de las que sale una banderita que pone ¡°Bang¡±, y no le pasaba nada.
Ganan porque ya ganaron antes y la tradici¨®n los estrangula hasta acabar por hacer lo que ella les dicta. En cierta ocasi¨®n le preguntaron a Ezra Pound c¨®mo acab¨® siendo poeta, y, sin un porqu¨¦ claro, se remiti¨® a la historia familiar, que no pudo sortear, limit¨¢ndose a ejercer la vieja hegemon¨ªa de los antepasados. ¡°Por una parte¡±, respondi¨®, ¡°mi abuelo sol¨ªa sostener correspondencia con el banco del pueblo en verso. Por la otra, mi abuela y sus hermanos utilizaban rimas en sus cartas muy a menudo. Era un hecho: todo el mundo escrib¨ªa en verso¡±. Solo pod¨ªa ser poeta. De un modo an¨¢logo, en los grandes clubes se superan eliminatorias dif¨ªciles porque est¨¢n llamados a hacerlo. Act¨²an igual que esos objetos cuyo prop¨®sito es arrasar, quitar de en medio, enviar al destierro, como las tijeras, el cuchillo o la lima.
No formar parte de ese viejo grupo en el que militan Madrid, Juventus y Bayern de M¨²nich exige del resto de aspirantes a conquistar el t¨ªtulo una inspiraci¨®n asombrosa, sostenida, o quiz¨¢ a una carambola irrepetible, que se da un a?o, o como mucho dos en un siglo. En el caso del Bar?a, debi¨® esperar a que llegase al banquillo Cruyff, y m¨¢s tarde, a que un d¨ªa existiese Messi. En el f¨²tbol europeo, la historia habla, y cuando lo hace es para decir lo mismo de siempre. Estamos ante uno de esos casos en los que para saber qu¨¦ te deparar¨¢ el futuro no hay que mirar hacia delante, a ver qu¨¦ viene, sino hacia atr¨¢s, a ver qu¨¦ vino. Es un hecho verdaderamente notable contemplar a la historia jugar al f¨²tbol. No se distingue mucho de un fantasma, que de por s¨ª es algo intangible, pero se las arregla para hacer goles, mientras le susurra al rival: ¡°No tienes nada que hacer¡±.
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