Cristiano as¨ª en el ¨¢rea como en el cielo
Fue el remate de un delantero que comprueba que puede volar despu¨¦s de haberse tirado diez a?os por la ventana
Cristiano Ronaldo ha marcado el gol de una generaci¨®n. El gol que durante diez a?os en el Real Madrid ha intentado de todas las maneras y frente a todos los rivales, siempre con resultado catastr¨®fico: quer¨ªa hacer una chilena y le sal¨ªa un meme. En el ¨²ltimo lustro cada intentona iba acompa?ada, en cuanto despegaba del suelo, con un resoplido de resignaci¨®n, como si aquello fuese el peaje del ¨ªdolo que exige para s¨ª un capricho inocente.
A King Kong la tribu que lo adoraba le entregaba jovencitas sabiendo que nunca se enamorar¨ªan de ¨¦l; a Cristiano se le dejaban rematar balones imposibles para que pudiese ensayar la chilena que no le iba a salir. Este gol, el gol de Cristiano en Tur¨ªn, la chilena hist¨®rica que col¨® en la porter¨ªa de una leyenda viva, Gigi Buffon, en el mejor escenario del mundo, la Copa de Europa, es el gol que a muchos nos hace mayores de golpe. El gol que necesitaba el Madrid de Ronaldo para dejar en el recuerdo de la Champions algo parecido a lo que dej¨® Zidane en Glasgow. Tres Champions en cuatro a?os han depositado emociones, riesgos y el milagro de Ramos en Lisboa. Pero no hab¨ªa hasta ahora la belleza pl¨¢stica de un gol monumental, un remate a esa altura, con semejante fuerza y colocaci¨®n, de espaldas al mundo. Fue el remate de un delantero que comprueba que por fin puede volar despu¨¦s de haberse tirado diez a?os por la ventana.
El partido lo resumi¨® hace un a?o David Torres en un libro, Por orden de desaparici¨®n (Sloper, 2017) que repasa cad¨¢veres ilustres sin incluir, aunque lo parezca, la biograf¨ªa de los rivales europeos del Madrid en los ¨²ltimos dos a?os. En ¨¦l se cuenta que, cuando acab¨® de leer Cien a?os de soledad, Norman Mailer dijo que no le cab¨ªa en la cabeza c¨®mo Garc¨ªa M¨¢rquez, en dos p¨¢ginas, pod¨ªa resumir la genealog¨ªa de semejante familia, con sus vidas y sus muertes, sus avatares y esos nombres tan largos y repetitivos. ¡°En dos p¨¢ginas a m¨ª s¨®lo me da tiempo a sacar una barca del Nilo¡±, dijo.
En dos minutos en Tur¨ªn al Madrid le dio tiempo a contar su historia sin dejarse ni una fecha y ni un goleador, y al mismo tiempo fue sacando en silencio la barca del Nilo para presentarla delante de Buffon. En aquel momento el aficionado juventino ya no sab¨ªa d¨®nde empezaba y acababa la serpiente. Si la c¨¢mara enfocaba arriba aparec¨ªan Ra¨²l Gonz¨¢lez y Emilio Butrague?o; si la c¨¢mara se iba al banquillo, sal¨ªa Zinedine Zidane. Cuando por fin la c¨¢mara se apoy¨® en el campo, el heredero de todos ellos estaba marcando el primer gol. La velocidad de CR sumada a la efectividad sobrenatural del Madrid lo convierte en presente continuo: no hay otro tiempo verbal m¨¢s ajustado para ¨¦l.
La construcci¨®n del Madrid como monstruo mitol¨®gico capaz de explotarlo todo de una forma insana, hasta el m¨ªnimo error rival o la m¨¢s peque?a virtud suya, se explica con las actuaciones de Keylor Navas. Si a un fax estropeado que estaba en el Bernab¨¦u y que nadie sab¨ªa qu¨¦ hacer con ¨¦l se le han sacado dos Champions, qu¨¦ no se har¨¢ con un jugador de 33 a?os en presunta decadencia, al que cada a?o se piensa en vender, sino ponerlo a volar en medio del campo para que marque uno de los goles m¨¢s bellos y esperados de la historia del Madrid. Un gol que muchos ni siquiera celebraron cantando gol, sino gritando ¡°le sali¨®, le sali¨®, le sali¨®¡±.
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