Roglic sufre pero gana la Vuelta al Pa¨ªs Vasco
Enric M¨¢s se adjudica la etapa y el Movistar da una exhibici¨®n de poder¨¬¨ªo con Quintana y Landa en su mejor papel
La Vuelta al Pa¨ªs Vasco se despidi¨® con una etapa que reuni¨® todas las esencias de las etapas de monta?a. Tuvo drama, con la ca¨ªda en el pelot¨®n a os 4 kil¨®metros en la que se vio envuelto el l¨ªder, y ganador final de la Itzulia, Pimoz Roglic. En la meta luc¨ªa un vendaje fuerte en el muslo derecho, unos agujeros en el maillot por la espalda y una cojera solo comparable al miedo con el que pisaba sobre la hierba mientras se sujetaba con la mano la cadera derecha. Otra esencia ten¨ªa que ver con la acumulaci¨®n de cuestas en poco espacio: ocho puertos en 122 kil¨®metros de carrera. A falta de puertos largos o muy duros, que no hay por estos lares, se sumaron puertos de tercera, segunda y primera, cortos pero algunos exigentes, como Elgeta, Izua y el final en Arrate que no dejaron vivir en paz a los ciclistas como si no hubiera paz para los malditos pasado el guion del cine al ciclismo.
En una etapa as¨ª no pod¨ªa faltar la suma de t¨¢cticas, tan nerviosa la carrera y alternativa, que no se pod¨ªa dejar una puntada sin hilo. Y ah¨ª ejerci¨® su magisterio y su poder¨ªo el Movistar, con un batallador y solidario Nairo Quintana buscando colocar a Mikel Landa para tratar de vencer y superar una adversidad demasiado grande, los m¨¢s de dos minutos con los que el l¨ªder Roglic contaba de ventaja para ganar la Itzulia. Lo intento todo el colombiano, siempre girando el cuello para ver la posici¨®n de Landa al que le cost¨® reaccionar obligando a Nairo a bajar la fuerza del pedal para intentar despu¨¦s otro ataque m¨¢s y otro m¨¢s a Roglic que resist¨ªa, pero sin equipo era demasiado trabajo para un hombre solo. Otra esencia cl¨¢sica de las etapas de monta?a: el equipo.
Tanto como la costumbre inevitable a que se corran dos carreras a la vez: una por delante en busca de la etapa (so?ando que los grandes se desgranen entre ellos) y otra por detr¨¢s buscando el podio a poco que huela a linimentos o aceites. En Eibar tambi¨¦n las hubo con una fuga masiva de 14 ciclistas, a los que luego se unieron algunos m¨¢s, en busca de su d¨ªa de fiesta. Al final quedaron cuatro: Verona (que sum¨® y sum¨® puntos para la monta?a), M¨¹lhberger, De Gendt (?les suena?) y M¨¢s, que cayeron en los ¨²ltimos cinco kil¨®metros, poco a poco, de uno en uno ante el reto voraz de los cazadores de Movistar que trataban m¨¢s de desgastar al l¨ªder Roglic que de anular a los escapados. Cazaron a todos menos a uno que sali¨® respond¨®n; Enric M¨¢s que apret¨® los dientes (y tiene una magn¨ªfica dentadura) y tir¨® para adelante defendiendo una diferencia que oscilaba entre los 15 y 25 segundos. Le bast¨® para ganar en Arrate.
Por detr¨¢s el Movistar jug¨® su ¨²ltima t¨¢ctica. Quintana se fue en solitario con un derroche de fuerza. Parec¨ªa ir a por la etapa m¨¢s que a jugar al p¨®ker y r¨¢pido alcanz¨® una distancia interesante, pero a 4 kil¨®metros es Landa quien abandona el pelot¨®n de los elegidos y en breves pedaladas se une a Nairo Quintana. Roglic da muestras de flaqueza y sobre todo de sufrimiento. Quiz¨¢s Mikel Landa sue?a con el milagro y se va en solitario aunque la distancia con la que par¨ªa en la general cura las heridas del ciclista esloveno que tiene un margen para sufrir que estima adecuado para ganar la Vuelta. La ventaja de Landa apenas sube al minuto en el mejor de los momentos. La batalla de Landa est¨¢ perdida pero su gesto es encomiable. Le faltaron kil¨®metros en el ¨²ltimo puerto, pero de eso no hay por estos lares.
La esencia de la etapa se la repartieron entre muchos ciclistas, Roglic porque gan¨® la Vuelta, M¨¢s porque gan¨® en Arrate (mito el ciclismo espa?ol), Landa porque exhibi¨® su clase aunque no lleg¨® a tiempo, pero sobre todo Quintana con un derroche de fuerza, sabidur¨ªa y solidaridad que despleg¨® por los montes que unieron Eibar y Arrate dando muchas vueltas.
Y Roglic se llev¨® una Itzulia m¨¢s disputada de lo previsto que ha ganado el ciclista m¨¢s en forma en la cinta de salida, el m¨¢s regular ante las explosiones de Landa y Quintana, la regularidad de Ion Izagirre, la medio vuelta de Alaphilippe que se hundi¨® en la contrarreloj y la combatividad de tanta gente para poner algunas etapas al pil pil. Y para que a la esencia de las etapas monta?osas no le faltara de nada en este caso, la consabida raci¨®n de lluvia para que la ¨¦pica fotogr¨¢fica y el riesgo de la carretera encuentren su dosis de sufrimiento. Pero nadie cay¨® y lo que mal empez¨® en el minuto cuatro bien acab¨® en el 122.
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