La marca Bar?a: 0-5
El d¨ªgito m¨¢gico para una final de Copa que marca el inicio de Valverde y el fin como azulgrana de Iniesta
Bienvenido, Ernesto Valverde; buen viaje y gracias, Andr¨¦s Iniesta.
La Copa siempre ha sido el principio y el fin de muchas historias en el Bar?a. El Dream Team naci¨® en la final de Mestalla ganada al Madrid en 1990 cuando se jugaba el cargo Cruyff. La etapa de Guardiola, seguramente la m¨¢s admirada de la historia del club por los seis t¨ªtulos alcanzados en 2009-2010, se edific¨® con el trofeo conquistado al Athletic en Mestalla y acab¨® en el Calder¨®n con un triunfo contra el equipo vasco en 2012. Tambi¨¦n el equipo de Luis Enrique pas¨® de ser tricampe¨®n en 2015, cuando conquist¨® el trofeo en el Camp Nou con un gol prodigioso de Messi, a despedirse en 2017 con un 3-1 ante el Alav¨¦s.
La Copa cuenta con una galer¨ªa de h¨¦roes del Bar?a. La oda a Platko (1928), el gol de Sampedro en Montju?c (1957) o el de Alfonseda contra el Valencia (1970), el cabezazo del Pich¨®n Marcos (1983) en La Romareda o las paradas de Hesp ante el Mallorca (1998) son momentos tan recordados como los de Juanito Segarra como capit¨¢n del equipo de Les Cinc Copes, o el del presidente Narc¨ªs de Carreras en la final de las botellas de Madrid (1968), cuando respondi¨® "senyora, no fotem" cuando la mujer de Camilo Alonso Vega, ministro de Gobernaci¨®n, afirm¨®: "Claro, porque Catalu?a tambi¨¦n es Espa?a, ?verdad?".
La carga ambiental del partido de ayer en Madrid, presidida por el proc¨¦s, y la facilidad con la que el Barcelona goleaba al Sevilla invitaban precisamente a activar la memoria, a ampliar el ¨¢lbum de figuras hist¨®ricas con la fotograf¨ªa de Iniesta y a recuperar la trascendencia que tienen los entrenadores barcelonistas en la Copa con la postal del debutante Valverde. Hab¨ªa mucho ruido alrededor del Txingurri, marcado desde la ca¨ªda de Roma hasta el punto que alg¨²n directivo se fue de la lengua para hacer ver que mandaba y se planteaba la continuidad del entrenador, como si los jugadores no pintaran nada, ni siquiera Messi.
A tanta maledicencia respondi¨® el equipo de Valverde con una actuaci¨®n coral plet¨®rica rematada con una goleada estupenda por variada, se?al de los muchos registros del plantel: el pelotazo de Cillessen para salvar la presi¨®n del Sevilla y habilitar a Coutinho en el 0-1, la triangulaci¨®n Alba-Iniesta-Messi en el 0-2; el toque de campo a campo, desde Sergi Roberto hasta Luis Su¨¢rez, en el 0-3. Y la recuperaci¨®n de Luis Su¨¢rez para combinar con Messi y poner a Iniesta frente a David Soria para el 0-4. La final perfectamente visualizada por el Barcelona para despedir con los mejores honores a Iniesta necesitaba un gol de Iniesta.
El encuentro gir¨® alrededor del capit¨¢n y el Bar?a recuper¨® una de sus mejores versiones, la que remite a su estilo, al juego de posici¨®n, posesi¨®n y presi¨®n, al f¨²tbol control y de toque, imposible de defender para el contrario por la velocidad de la pelota, por la finura y pegada de sus delanteros, por la elegancia del colectivo de Valverde. El Bar?a del Metropolitano pareci¨® la s¨ªntesis de los mejores Bar?a desde la etapa de Cruyff. A nadie le pareci¨® que Valverde fuera precisamente un t¨¦cnico conservador ni tampoco se advirti¨® que la plantilla fuera veterana y exprimida, acabada para recuperar la gloria perdida en Roma.
La Copa para el Barcelona es como la Champions para el Madrid. La diferencia es que los azulgrana ganan vestidos de claqu¨¦ como se comprob¨® tambi¨¦n en el Metropolitano. Ya son 40 finales, 30 t¨ªtulos, cuatro consecutivos, camino del octavo doblete de la historia y de sumar siete ligas y seis copas en la ¨²ltima d¨¦cada, se?al de la excelente regularidad de los distintos Bar?a, tambi¨¦n el de Valverde.
Nunca podr¨¢ reparar la cat¨¢strofe de Roma. La eliminaci¨®n continental es irreparable como tambi¨¦n que el Madrid jugar¨¢ las semifinales contra el Bayern M¨²nich. Los azulgrana, sin embargo, jugaron anoche para que la hinchada les perdonara, para reconciliarse con la gent blaugrana, para que callen en el palco y para hacer valer al entrenador Valverde.
No aflojaron ni un momento los barcelonistas, como si todav¨ªa estuvieran a tiempo de remontar el partido de Roma, dispuestos a revindicarse una temporada m¨¢s, a pedir grandes refuerzos y no fichajes de relleno como muchos de los que ¨²ltimamente llegaron al Camp Nou.
Necesitaba el Bar?a completar una final como la del Wanda para defender su curr¨ªculum, su identidad, su condici¨®n de equipo futbolero, y precisaba tambi¨¦n de una victoria rotunda para que Iniesta pudiera ser ovacionado por sevillistas y azulgranas, s¨ªmbolo de una manera de entender el juego que tanta grandeza le ha dado a la selecci¨®n y al Bar?a. Muy pocas veces el equipo azulgrana y el propio Iniesta hab¨ªan sido tan reconocibles como en el Metropolitano. Hasta el marcador fue consecuente con los equipos barcelonistas m¨¢s hist¨®ricos: 0-5. El d¨ªgito m¨¢gico tambi¨¦n para una final de Copa que marca el inicio de Valverde y el fin como azulgrana de Iniesta.
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