El Athletic se lleva tres goles de la Real Socidad y la bronca de Anoeta
El conjunto 'txuriurdin' le saca los colores al equipo de Ziganda y el p¨²blico rebaja su pitada a I?igo
Hay t¨®picos que se resuenan en cada derbi desde hace un siglo. Este por ejemplo: ¡°Es un partido que a los jugadores les gusta jugar¡±. ?Umm!, no est¨¢ claro. Al menos en el caso del Athletic que se lo tom¨® como un tr¨¢mite oneroso, una cruz en el calvario particular de esta temporada, donde sufre y sufre, no aporta ni una cerilla de luz en su juego ofensivo y en el ¨¢rea propia demuestra en ocasiones una incapacidad que raya con el infantilismo. La actitud de Lekue en el segundo gol de la Real, abandonando el marcaje de Oyarzabal cuando este se adentraba en el ¨¢rea, es de una irritante apat¨ªa. Que Januzaj, en plena forma, pueda una y otra vez con Balenziaga tiene pase y explicaci¨®n; que el juego a¨¦reo ante Kepa sea un sorteo que siempre sale a favor del rival contando con defensores como N¨²?ez o ??igo Mart¨ªnez, una pareja que huele a desorden.
El Athletic parec¨ªa una explanada por la que la Real, bien organizada, sin prisas, paseaba con la calidad de sus tres medios puntas, ¨¢giles, intuitivos, t¨¦cnicamente dotados, por las inmediaciones del ¨¢rea como francotiradores hambrientos. Los tres, Januzaj, Canales, Oyarzabal, han crecido en el tramo final de la temporada de forma descomunal. Y a¨²n disfrutan m¨¢s si les pones el resultado entre dos hileras de flores. Y la flor la reg¨® Mikel San Jos¨¦ con un autogol tras un saque de esquina, errando la pierna del despeje y batiendo sin apelaci¨®n a Kepa. Todo era ya m¨¢s f¨¢cil. Incluso los pitos insistentes a I?igo Mart¨ªnez bajaron el diapas¨®n. Y la bronca le cay¨® al Athletic, pero no se la dio el p¨²blico, sino la Real con un f¨²tbol fluido, inteligente, pr¨¢ctico y a la espera de que los goles de San Jos¨¦ a Kepa le fueran engordando el est¨®mago. Dos le hizo el centrocampista navarro, ambos en sendos c¨®rners. Dos intentos de despeje tan fallidos que dejaron a Kepa con dos palmos de narices. Con este doblete el medio del Athletic se convirti¨® en el primer jugador de la historia del club rojiblanco en hacerlo. Fue su cuarto tanto en la porter¨ªa equivocada, tres de ellos contemplados por el p¨²blico de Anoeta.
Mientras Moy¨¤ viv¨ªa una pl¨¢cida tarde (hasta que lleg¨® el diluvio universal), Kepa tuvo que desviar al larguero un cabezazo de Aritz. Luego el poste se encarg¨® de repeler un remate de Navas. Y cuando la Real ol¨ªa la sangre, con tres goles en el marcador, habiendo hecho solo uno, aunque merecido dos m¨¢s, resulta que el Athletic se encontr¨® con un penalti cometido por Llorente parando la pelota con la mano como un guardia de circulaci¨®n, brazo arriba.
Y levant¨® el ¨¢nimo el equipo bilba¨ªno, que presion¨® (novedad), atac¨® (?oh sorpresa!) y remat¨® (un cabezazo de Williams lo esparci¨® el poste). Fueron minutos para imaginarse una de esas remontadas incomprensibles. Fue un espejismo. Contras realistas frente a insistencia rojiblanca. El partido se aburri¨®, porque se embarull¨®, se encastr¨® entre el resultado y la calma hasta que una t¨¢ngana le devolvi¨® al infierno. La entrada de Rub¨¦n Pardo (un minuto en el campo) fue terror¨ªfica e innecesaria impropia de un futbolista de su talante y de su talento. Pero todo estaba acabado. Hab¨ªa acabado mucho antes, muy pronto.
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