Joshua Kimmich, h¨¦roe malogrado
El lateral del Bayern marca otra vez al Madrid y provoca un penalti de Marcelo que el ¨¢rbitro no se?al¨® antes del descanso
La Champions son momentos, dijo Heynckes. Part¨ªculas de partido. Episodios fugaces que se pierden en la memoria de la multitud pero permanecen clavados en la conciencia de los protagonistas ¡ªlos ganadores y los perdedores¡ª mientras viven. El Bayern, como advirti¨® su entrenador, tuvo sus momentos. Sus escotillas de ingreso a la dimensi¨®n de la remontada, generalmente abiertas por Joshua Kimmich.
El ¨²nico jugador rojo que marc¨® en M¨²nich responde al arquetipo germ¨¢nico. Tiene 23 a?os y un car¨¢cter hecho a la medida de la guerra de trincheras. Michael Reschke, el director deportivo que le capt¨® para el Bayern, le defini¨® por su sentido de la obediencia: ¡°Si le dices que atraviese una pared, atravesar¨¢ la pared¡±.
Heynckes no le pidi¨® que derribara los muros del Bernab¨¦u. Simplemente le orden¨® que llegara al ¨¢rea contraria. Ante la falta de acierto en el encuentro de ida, el t¨¦cnico insisti¨® a sus jugadores en una idea. Robert Lewandowski, el punta, no era el ¨²nico responsable de hacer goles. El gol, les dijo, era una carga que deb¨ªan soportar entre muchos. Thiago Alc¨¢ntara deb¨ªa estacionarse en el ombligo del campo para ordenar el juego mientras a su alrededor se deb¨ªa gestar una espiral de llegadores. Lewandowski movi¨¦ndose contra las jugadas para arrastrar a Ramos y Varane; los interiores, Tolisso y James, irrumpiendo desde la segunda l¨ªnea a la espalda de los interiores madridistas; M¨¹ller y Rib¨¦ry, desbordando a sus marcadores habituales, V¨¢zquez y Marcelo; y los laterales, Alaba y Kimmich, lanz¨¢ndose por adentro o llegando por fuera, como carrileros o como interiores. Pocos equipos tienen dos laterales tan capaces de interpretar distintos roles como los que luce el Bayern.
Kimmich tuvo su primer momento en el minuto tres. El partido estaba verde. El Bayern ocup¨® los espacios con m¨¢s coherencia. El 4-3-3 facilit¨® una distribuci¨®n arm¨®nica de los esfuerzos. Un molde dentro del cual los jugadores se ordenaron con el bal¨®n y sin ¨¦l frente a un adversario desencajado por la ausencia de Casemiro y su sustituci¨®n por un doble pivote ¡ªKroos y Kovacic¡ª que no contrarrest¨® el avance de los visitantes. En la banda izquierda del Madrid hubo un desajuste. Lewandowski hizo movimiento hacia afuera llev¨¢ndose a Ramos, Asensio perdi¨® la marca, Kimmich se escap¨® tirando la diagonal, y Marcelo, contra dos rivales, no lleg¨® a tiempo para tapar el centro de M¨¹ller. Hubo un rechace de Ramos y un remache de Kimmich. La pelota acab¨® en la red.
?akir, un referente
Traspasado el umbral de la remontada en el minuto tres, el mismo protagonista volvi¨® a presentarse a las puertas de la gloria en el ¨²ltimo minuto de la primera parte. Esta vez por afuera. De nuevo sin que Asensio lo siguiera, meti¨® en problemas a toda la defensa local. Marcelo lleg¨® tarde a tapar y su contraparte le meti¨® el centro de forma tal que solo lo pudo detener poniendo la mano izquierda.
Marcelo estaba dentro del ¨¢rea y su mano tap¨® la trayectoria del pase separ¨¢ndose del torso de manera evitable. Era, objetivamente, un penalti. Siempre y cuando as¨ª lo viese y lo dictaminase el tribunal: C¨¹neyt ?akir, el ¨¢rbitro principal, H¨¹seyn G??ek, el ¨¢rbitro de ¨¢rea, o Bahattin Duran, el lineman. Ninguno de los turcos vio la mano del brasile?o en la pelota. ?akir se?al¨® el descanso y mir¨® a Kimmich con cara de estatua de cera cuando el muchacho se acerc¨® a protestarle.
El penalti anotado habr¨ªa supuesto el 1-2 para el Bayern. Un paisaje completamente distinto. Pero esa posibilidad, ese momento, se perdi¨® como se traspapela un folio en las oficinas de un ministerio.
?akir curs¨® el expediente como un buen funcionario. Impecable. Escrupuloso en su gestualidad y en el trato. Invisible en el remolino de la acci¨®n, pero siempre pr¨®ximo, atento, listo. El hombre es uno de los ¨¢rbitros de cabecera de la UEFA por su extremada habilidad. Tan maestro en lo suyo como Kimmich en el arte de jugar. Cuando pit¨® el final, el h¨¦roe malogrado del Bayern se tap¨® la cara y llor¨® desconsolado.
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