El Marsella se cita con el Atl¨¦tico
Un error arbitral propicia el pase a la final de la Europa League para el equipo galo en una ag¨®nica pr¨®rroga ante el Salzburgo
El Marsella tuvo la fortuna que se le neg¨® al Salzburgo. Marc¨® en la pr¨®rroga a cinco minutos del final el gol que le lleva a Lyon para enfrentarse con el Atl¨¦tico en la final de la Europa League. Lo hizo tras botar un c¨®rner que no fue, un castigo para el Salzburgo, la ejemplar revelaci¨®n del torneo. Ser¨¢ la quinta final continental para los galos, la primera desde que en 2004 perdi¨® contra el Valencia en la vieja Copa de la Uefa y siempre con el recuerdo de un hito del que se cumplen ahora 25 a?os, el triunfo en Bari ante el Mil¨¢n para alzar la ¨²nica Copa de Europa del f¨²tbol franc¨¦s. Hoy es un rival robusto para el equipo de Simeone, pero ni mucho menos inaccesible.
El partido naci¨® y evolucion¨® extra?o, con una impensada aton¨ªa impropia de dos equipos que no dan pasos hacia atr¨¢s, a tirones, con picos y valles. Poco sucedi¨® durante bastantes minutos y esa fue la mejor noticia para el Olympique, que gestionaba una ventaja de dos goles alcanzada en su estadio. No se desat¨® el Salzburgo y eso ya le dio valor al despliegue del cuadro franc¨¦s, que fren¨® a un rival que suele jugar sin riendas y que guard¨® de inicio en el banquillo al coreano Hwang, un agitador.
Le falt¨® rebeld¨ªa durante los primeros cincuenta minutos al Salzburgo, que apenas se proyect¨® en alguna incursi¨®n del punta israel¨ª Dabbur, tambi¨¦n con contadas incorporaciones de sus profund¨ªsimos laterales. No hubo codicia y s¨ª control, trabas y cautelas, pero tras el descanso el cuadro marsell¨¦s sali¨® decidido a reducir riesgos. Aparecieron Payet y Thauvin sus futbolistas m¨¢s capaces para darle vuelo al equipo, brotaron entonces las llegadas, un disparo de Ocampos, una contra culminada por Germain que se fue cerca del palo de la meta local. Pero nada es previsible con el Salzburgo por medio, un equipo de meritorios que est¨¢n a punto de multiplicar su cach¨¦, si ya no lo han hecho. Amadou Haidara es uno de ellos, un centrocampista maliense de 20 a?os que pone en valor el andamiaje de scouting y de academia futbol¨ªstica que mantienen los propietarios del club austriaco. Ya se apunta que le siguen los grandes de la Premier, donde calzar¨ªa como el zapato de Cenicienta. Tiene toque, recorrido y f¨ªsico, vigor y rigor. Lo que le falta se lo dar¨¢n los a?os. Marc¨® justo cuando el Marsella se cre¨ªa m¨¢s fuerte tras culminar una fant¨¢stica conducci¨®n en la que rompi¨® l¨ªneas y fue a la vez Messi y Pogba. Y todo cambi¨®.
Con algo m¨¢s de 35 minutos por jugar y a un gol de forzar la pr¨®rroga, el Salzburgo compareci¨® en el partido tal y como se le esperaba. Ah¨ª lo pas¨® mal el Marsella, que se abraz¨® a la incomodidad y la duda. Rami ejemplific¨® ese descontrol, mal asunto si se considera que el central galo es uno de los hombres m¨¢s expertos de su equipo. Un mal despeje suyo dej¨® el bal¨®n a los pies de Schlager, tambi¨¦n un veintea?ero que remat¨® un bal¨®n que acab¨® de envenenar el lateral Sarr hacia su propia porter¨ªa e igualar as¨ª la eliminatoria.
Le cost¨® activarse al Marsella, pero lo hizo tras unos minutos de estupor en los que el Salzburgo meti¨® m¨¢s madera en la caldera del tren al que se hab¨ªa subido. Sali¨® Hwang para relevar al improductivo Gulbrandsen y el primer bal¨®n que toc¨® casi lo convirti¨® en gol. A esa altura el Marsella ya hab¨ªa perdido la batalla colectiva, as¨ª que llam¨® a sus mejores talentos. Payet invent¨® y Thauvin remat¨® al larguero. El aviso le dio alas, como si hubiese bebido del brebaje austriaco. De pronto se apag¨® el Salzburgo, que en este magn¨ªfico tr¨¢nsito por el continente se ha mostrado como un equipo de rachas y pudo caer si el ¨¢rbitro interpreta como indica el reglamento un golpeo de Caleta-Car con el brazo extendido tras un centro de Thauvin. En la interpretaci¨®n de la voluntariedad la mano muy despegada del cuerpo resulta sospechosa porque como poco tapa un espacio. Y eso es lo que hizo el central croata del Salzburgo.
Pero nada cambi¨® en el camino hacia una pr¨®rroga que fue un drama. En el f¨²tbol actual, al ritmo e intensidad que se juega son un castigo. Florecieron calambres, cojeras y agotamientos. Cada equipo tuvo una bala. Al Marsella lo sostuvo su portero, que sobre su dorsal luc¨ªa un apelativo que muestra que el f¨²tbol admite de todo, incluso que Pel¨¦ evite goles con felinas estiradas. A Caleta-Car le sac¨® el grito del gol de los labios con un prodigio de reflejos tras testarazo. Luego dispararon los franceses tambi¨¦n tras saque de esquina que nunca debi¨® de haberse producido porque tantos ojos arbitrales no vieron que un tiro de Anguissa lo desvi¨® su compa?ero Ocampos tras la l¨ªnea de fondo y no un jugador local. Remat¨® el central Rolando, un futbolista que sali¨® de refresco. Lo hizo con el pie en el coraz¨®n del ¨¢rea a cinco minutos del final para finiquitar una agon¨ªa.
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