Pescar con dinamita
Barcelona y Madrid regalaron un partido salvaje, canchero y feliz en el que hasta los mejores goles no debieron serlo
Un Bar?a-Madrid es un Bar?a-Madrid cuando se juegan la Champions, cuando se juegan la Liga y cuando est¨¢n en medio de la pretemporada y el Bar?a sale con Romerito y el Madrid con Canabal; no es un partido, es una guerra, y nunca se ha conocido una guerra en paz. Claro que tampoco hab¨ªa que ponerse hist¨¦ricos.
Se exhibieron Bar?a y Madrid desde el principio fabricando dos goles como dos martillazos, solventados desde atr¨¢s hasta presentarse arriba con la violencia de un ca?¨®n Su¨¢rez y la sutileza de un florete Benzema, que le mat¨® el bal¨®n a Cristiano Ronaldo, r¨¢pido para ganarle la carrera a Piqu¨¦. Y cuando acabaron con el f¨²tbol, o cuando el Madrid se hab¨ªa hecho con ¨¦l de forma escandalosa bajo la tutela de Kroos y Benzema, empezaron los careos, las patadas y los pu?etazos. Para destacar las de Bale y Sergi Roberto; vio el ¨¢rbitro el pu?etazo del segundo y no el pisot¨®n de Bale. Avergonzado o incompetente, en la segunda parte prefiri¨® no ver nada, directamente: ni la patada de Su¨¢rez a Varane que acab¨® con el gol de Messi, ni el penalti de Alba a Marcelo.
Las buenas noticias para el Madrid no pasaban por el ¨¢rbitro, ni siquiera por el resultado, sino porque todos saliesen indemnes de un partido de alt¨ªsimo voltaje, sobre todo despu¨¦s del golpe a Ronaldo, sustituido en el descanso, y las trifulcas posteriores. Indemnes era sin lesiones, pero tambi¨¦n sin golpetazo moral en forma de derrota clamorosa y propagand¨ªstica que hubiese que soportar durante d¨ªas antes de Kiev. No ocurri¨® nada de eso, salvo el rasgu?o de CR. Y a cambio se entreg¨® a los aficionados un partido salvaje, canchero y feliz, lleno de errores arbitrales y de golazos, o sea como la vida misma. D¨®nde la coloc¨® Messi y d¨®nde la coloc¨® Bale; dos zurdazos de efecto endiablado, imposibles para el portero y casi para la realizaci¨®n, que acabaron definiendo un partido tremendo: ninguno de los dos goles tuvo que haberse producido. La vida otra vez: belleza que no lo es con el reglamento en la mano.
No hay cl¨¢sico c¨®modo ni empate tranquilo, ni Bar?a-Madrid que no acabe en la trituradora de la moviola arbitral, ni partido en el que no maten a Luis Su¨¢rez, el Kenny de South Park de la Liga espa?ola, cinco o seis veces; pero siempre es un espect¨¢culo digno de ver y admirar, y de reproducirse hasta en los escenarios m¨¢s tranquilos. El Madrid de lo que pudo ser en Liga y no fue, y el Bar?a que pudo y fue, pescan con dinamita en un vaso de agua.
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