Bahamontes ya es de bronce en Toledo
Acompa?ado de Perico, Sastre e Indurain, el primer espa?ol que gan¨® el Tour descubre, a punto de cumplir 90 a?os, una estatua en su ciudad
En bronce para siempre Federico Mart¨ªn Bahamontes, que se eleva sobre el Miradero de su Toledo de pie sobre la bicicleta, escalando, es estilo y es esfuerzo. De carne y hueso, aparentemente eterno (el 9 de julio cumple 90 a?os y anda enhiesto y seguro, tan tieso, imparable), Bahamontes es un ni?o que sonr¨ªe feliz, y se parece m¨¢s que nunca al chaval descarado de amarillo que acaba de ganar el Tour del 59 al que Fausto Coppi mira de reojo y admirado, qu¨¦ genio, como se aprecia en una foto gigante que decora el acto.
En ambos casos, y en todas las situaciones, Bahamontes, El ?guila de Toledo forever, es Federico el impaciente de toda la vida que, mediado el acto de homenaje, le recuerda a la alcaldesa de la ciudad y al presidente de Castilla-La Mancha, all¨ª presentes, que buen tiempo se han tomado para erigirle la estatua que iban a descubrir. ¡°Casi 60 a?os esperando¡±, dice el primer espa?ol que gan¨® el Tour, ya convertido en el patriarca de la grande boucle: ning¨²n ganador m¨¢s viejo sobrevive. ¡°He tenido que esperar m¨¢s que para poder casarme con Fermina, y entonces tuve que esperar siete a?os. Y, encima, desde que me dijeron que me hac¨ªan la estatua hasta ahora han pasado dos a?os...¡±.
La alcaldesa, Milagros Tol¨®n, le recuerda, amable, que al menos le ha dejado elegir d¨®nde la pon¨ªan, ¡°en una cuesta, claro¡±, y, con iron¨ªa quiz¨¢s involuntaria, el presidente manchego, Emiliano Garc¨ªa-Page, le dice que no se queje, que ha tenido el privilegio de ¡°disfrutar del homenaje en vida¡±.
¡°Y yo agradezco a la alcaldesa que me haya dejado elegir d¨®nde poner la estatua¡±, replica Bahamontes. La iniciativa del monumento, obra del escultor valenciano Javier Molina, y su financiaci¨®n ¨ªntegra (unos 60.000 euros) corri¨® por cuenta de la Fundaci¨®n Soliss, que organiza anualmente un concurso de escultura.
El d¨ªa comenz¨® temprano para Bahamontes, aunque no tanto como para Miguel Indurain, el ganador de cinco Tours, que a las 10 de la ma?ana se pasea solitario por las cuestas de la ya calurosa ciudad. Espera que lleguen Perico Delgado y Carlos Sastre, otros dos espa?oles ganadores en Par¨ªs para formar en la cima del Miradero el cortejo del ?guila, que ha ascendido entre las aclamaciones populares en un haiga descapotable desde la Puerta Bisagra, tal como hizo entre las multitudes en agosto de 1959, triunfador.
Otros tres espa?oles han ganado el Tour alguna vez. Luis Oca?a muri¨® en 1994, y ?scar Pereiro y Alberto Contador no pudieron acudir a la convocatoria. Tan temprano como los p¨¢jaros, Indurain recuerda c¨®mo su padre ya le hablaba de Bahamontes cuando ni?o y que su t¨ªo, de m¨¢s de 90 a?os, le contaba c¨®mo le vio un d¨ªa, pinchando a su lado en el Circuito de Pascuas, en Navarra. ¡°Y Perico seguro que llega tarde¡±, pronostica.
Perico llega tarde, pero a tiempo, y sube al escenario para hablar en nombre de todos los ganadores del Tour que quieren cumplir con su deber de homenajear a quien les abri¨® la puerta. ¡°Es nuestro deber de memoria porque en Espa?a a veces pasamos la p¨¢gina muy r¨¢pido¡±, dice Perico, ¡°a un hombre que trasciende. Cuando de ni?o jugaba a las chapas, ¨¦l era todo lo que era el ciclista espa?ol, escalador que perd¨ªa en las cronos. Y para nada pensaba yo que ser¨ªa lo que fui, ni ciclista, ni ganador de Tour tambi¨¦n¡±.
Federico no se emociona m¨¢s. Ya es de bronce, ya es eterno, tan s¨ªmbolo de Toledo, dice ¨¦l mismo, ¡°como el borrico de barro, el acero y, que nadie lo olvide, el mazap¨¢n¡±.
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