

El Atl¨¦tico recupera galones en Europa
El conjunto de Simeone, liderado por un estelar Griezmann, vence con eficacia al OIympique de Marsella

Estaba obligado a ganar y gan¨® el Atl¨¦tico. Lo hizo bajo la ley de Simeone y de Griezmann. Una defensa gran¨ªtica, el tr¨¢mite justo y necesario con el bal¨®n y una calidad excelsa para definir del delantero franc¨¦s. Sus dos goles pueden significar una despedida a lo grande, con un t¨ªtulo europeo bajo el brazo. La tercera Liga Europea del Atl¨¦tico en ocho a?os, la segunda bajo la era del entrenador argentino. Es adem¨¢s el sexto t¨ªtulo europeo del Atl¨¦tico en su historia, y el sexto en total bajo el mandato de Simeone.
Se puede discutir la est¨¦tica del juego, se le puede exigir m¨¢s f¨²tbol, pero lo que es innegable es que bajo la direcci¨®n del Cholo el Atl¨¦tico sigue escribiendo las p¨¢ginas m¨¢s brillantes de su historia bajo un sello y un estilo muy reconocibles. Hay mucho trabajo t¨¢ctico y mucho sudor detr¨¢s de cada triunfo. Y tambi¨¦n una extrema asunci¨®n de los jugadores de que sus victorias son m¨¢s colectivas que individuales. Aunque las concrete y las remate su estrella como sucedi¨® en Lyon.
Griezmann tuvo dos ocasiones y no perdon¨® ninguna. Con el Bar?a calent¨¢ndole la oreja, si se quedara su decisi¨®n ser¨ªa una apuesta personal hacia el club y hacia el m¨¦todo Simeone. Una cuesti¨®n de fe en el entrenador que le ha convertido en un delantero total, capaz de pasar como un diez y definir como un nueve. La estrella que luci¨® en Lyon, relampagueante para asomarse a los desmarques y jer¨¢rquica para ganar el partido ante las dos salidas desesperadas de Mandanda. El ¨¢rea contraria fue de Griezmann, pero el campo propio, los kil¨®metros y el trabajo corrieron a cargo de la guardia pretoriana de Simeone. Es cosa de los Gabi, God¨ªn, Sa¨²l, Koke y Juanfran la zapa y el rigor t¨¢ctico y defensivo. Ellos son los tipos que llevan seis a?os soportando un d¨ªa a d¨ªa infernal por la exigencia f¨ªsica y mental a los que les somete el cuerpo t¨¦cnico. A ellos se agarr¨® primero el equipo para aguantar las primeras embestidas del Marsella y despu¨¦s para matar el partido con oficio. Ellos son los guardianes permanentes de una manera de entender el juego con la que se han revalorizado y ha recolocado al club entre la aristocracia del f¨²tbol europeo. El gol de Gabi premia a un capit¨¢n que enfila la recta final de una carrera que ha servido de gu¨ªa dentro y fuera del vestuario. Han sido muchos los sobreesfuerzos para marcar y ordenar la presi¨®n cuando ya solo el coraz¨®n era la ¨²nica gasolina que pon¨ªa en movimiento sus piernas.
Si el tanto de Gabi tuvo un valor simb¨®lico, los dos de Griezmann concretaron un plan tan perfecto como meditado. No hay equipo que se exponga m¨¢s descaradamente al tiroteo que el Atl¨¦tico. Nadie invita tanto al rival a que juegue y maneje el partido. A Simeone y sus futbolistas les da igual el silbido de los disparos. Est¨¢n entregados a conciencia a la dualidad de aguantar y esperar. A sufrir como modo de vida y de juego. No se inmutaron los rojiblancos con la salida del Marsella, inyectada de presi¨®n y de velocidad. Tampoco con el agujero que abrieron entre Thauvin y Payet para que Germain se plantara ante Oblak, que achant¨® al delantero galo y le forz¨® a un disparo alto.
La creencia en ese camino hacia el ¨¦xito es ciega. El Atl¨¦tico se repliega en la frontal de su ¨¢rea, se descamisa y le ense?a el pecho al contrario sinti¨¦ndose inmune al gol. Es su truco de trilero, inspirado en las ra¨ªces m¨¢s profundas del calcio. T¨² me atacas y yo te mato a la m¨ªnima que me concedas. O sea, te gano. Ese el di¨¢logo que este Atl¨¦tico le ofrece a sus rivales. Y son muchos lo que ya han doblado la rodilla, crey¨¦ndose que dominaban sin ser conscientes de que les esperaba un golpe traicionero, un gol de una migaja, de un error infantil. Y el Marsella lo cometi¨®. Nada hab¨ªa hecho el Atl¨¦tico en 20 minutos m¨¢s que pretender dirimir su batalla ofensiva con el saque largo de Oblak. Mandanda imprimi¨® m¨¢s velocidad de la cuenta a un pase en la frontal y Gabi estuvo ¨¢vido al quite para colocar ante el gol a Griezmann. La definici¨®n del galo tuvo una frialdad magistral. Esper¨® a que Mandanda se venciera para superarle a contrapi¨¦ con un tiro raso.
El t¨¦mpano que fue Griezmann en su remate silenci¨® y hel¨® a la volc¨¢nica afici¨®n marsellesa. A¨²n humeaban algunas bengalas cuando empezaron a comprender los hinchas marselleses qu¨¦ significa jugar contra el Atl¨¦tico. Al mazazo del gol se sum¨® la lesi¨®n de Payet, que solo aguant¨® media hora. Se fue entre l¨¢grimas, consciente de que ya no hab¨ªa ni m¨¢s final para ¨¦l ni para su equipo por mucho que lo intentaran sus compa?eros. As¨ª fue. Griezmann lo corrobor¨® concretando otra jugada marca de la casa. Sa¨²l se anticip¨® de cabeza a una pelota en el centro del campo para entreg¨¢rsela a Koke. A su derecha irrumpi¨® veloz Griezmann para meter la bota por debajo del bal¨®n y vencer a Mandanda con una picadita sutil. Una delicadeza centelleante que confirm¨® su condici¨®n de superclase, de futbolista al que pocas veces le tiemblan las canillas bajo presi¨®n. Un cabezazo al palo de Mitroglou fue el ¨²ltimo intento del Marsella por meterse en el partido. En realidad, estuvo fuera aunque no lo supiera desde que permiti¨® que su rival jugara bajo la ley de Simeone, coronada por Griezmann para que Fernando Torres pueda despedirse en un Atl¨¦tico campe¨®n.
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