Celebraci¨®n
Hay festejos de un gol de los que no se sale nunca
De los goles m¨¢s importantes de mi vida, que siempre marcaron otros, guardo el recuerdo de la gente con la que me abrac¨¦ hasta perder el sentido. Un se?or gordito y calvo, sudoroso, al que agarr¨¦ su cabeza de bombilla cuando Roberto Carlos marc¨® el tercer gol contra el Recreativo de Huelva en aquella liga de Capello que perdimos m¨¢s veces de las que la ganamos, aunque cuando la ganamos fue de verdad; la tuve tanto tiempo entre los brazos, mientras gritaba, que cuando termin¨¦ de celebrar se zaf¨® como pudo encarnado como un tomate, pues lo hab¨ªa dejado sin respiraci¨®n un minuto y medio. Luego result¨® que no era del Madrid, que s¨®lo quer¨ªa ir a la barra a pagar la cuenta porque el bar se estaba poniendo imposible.
Tambi¨¦n fue con un gol, el de Suker en el primer cl¨¢sico de la Liga de las Estrellas (96-97), cuando me abrac¨¦ a ciegas con todo aquel que se puso por delante en el bar Lepanto hasta fundirme en un cuerpo grueso y acogedor, en el que me qued¨¦ a vivir un buen rato hasta que me separ¨¦ de ¨¦l lo suficiente para comprobar que era un malote del instituto que me la ten¨ªa jurada por sabe Dios qu¨¦ raz¨®n, como si la necesitase. El Madrid nos uni¨® para siempre; con el segundo gol, de Mijatovic, nos llegamos a buscar con la mirada pero hab¨ªa mucha gente en medio. Ahora que se cumplen 20 a?os de otro gol de Mijatovic, el de la S¨¦ptima, intento recordar en qu¨¦ bar y en qu¨¦ brazos me perd¨ª, pero la realidad es tozuda: estaba en casa, en zapatillas, rodeado de radios a todo volumen y postales de jugadores; si me pilla C¨¢rdenas no salgo de ¨¦sa.
En su maravilloso Alienaci¨®n Indebida (no me resisto a ser el primero en escribir bien el t¨ªtulo de ese libro), Rafa Cabeleira cuenta c¨®mo la celebraci¨®n de un gol lo encarril¨® bajo amenaza al madridismo. Fue cuando su abuelo ech¨® del bar a su propio cu?ado por cantar un gol de Calder¨¦ con demasiado entusiasmo, y al d¨ªa siguiente en misa de ocho, el cura de Campelo, su pueblo, alab¨® p¨²blicamente su rectitud y carg¨® contra el barcelonista por agitador. Cabeleira esper¨® a que muriese su abuelo para hacerse del Bar?a y empezar una carrera que, como le dijo Tall¨®n en la presentaci¨®n, empez¨® por el final: a los 40 a?os en EL PA?S. ¡°A ver si con trabajo y esfuerzo consigue llegar al principio¡±.
De celebrar un gol no se sale nunca. Lo que no sab¨ªa es que un mismo gol puede hacerte de un equipo y su eterno rival a la vez. Claro que hab¨ªa que conocer a Calder¨¦.
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