Froome y Dumoulin descubren que tambi¨¦n Yates tiene debilidades
Un ataque del corredor del Sky en Pratonevoso hace perder la mitad de su ventaja sobre el holand¨¦s, 28s, al l¨ªder del Giro
Hay Giro, grita Dumoulin que mira hacia atr¨¢s y ve a Yates de rosa pedalear sin avanzar, resoplar, desenfocarse en la distancia, p¨¢lido como su maglia. Como si el gigante holand¨¦s se viera a s¨ª mismo hace unos d¨ªas camino de Sappada o trepando a Osimo. Como en todas las etapas duras del Giro hasta los ¨²ltimos kil¨®metros de ascensi¨®n a Pratonevoso soleado, al final de la etapa te¨®ricamente m¨¢s inane de las tres de Alpes que deben decidir el ganador. Aquella en la que sus papeles se invirtieron. En la que en unos pocos metros de nulidad, Yates perdi¨® 28s, la mitad de la ventaja de que disfrutaba sobre Dumoulin, el segundo clasificado.
As¨ª es el Giro, gritan con gozo los viejos, la carrera en la que un minuto de debilidad gris destruye as¨ª sin m¨¢s m¨¢s que lo que puedan construir horas y horas de solidez y brillo.
As¨ª es, am¨¦n, puede asentir, derrotado, Rub¨¦n Plaza, el alicantino de 38 a?os que, tras una largu¨ªsima carrera en la que ha sufrido en carne propia todas las turbulencias que ha atravesado el ciclismo en la ¨²ltima d¨¦cada, ha alcanzado el momento temido en el que la cabeza, su cabeza, tan brillante, no puede suplir la falta de esplendor de las piernas, que envejecen. Miembro de la fuga de desheredados que, por una vez en el Giro 101, triunf¨® y lleg¨® a meta con m¨¢s de 10m sobre los grandes, Plaza sufri¨® estoico en la ascensi¨®n los ataques j¨®venes del alem¨¢n Max Schachmann, un portento que anuncia grandes haza?as. Pese a todo, Plaza lleg¨® a los ¨²ltimos metros pegado al alem¨¢n todo piernas y tambi¨¦n buena cabeza, y sucumbi¨® en el sprint final en las curvas m¨¢s duras de la estaci¨®n alpina. Schachmann, de 24 a?os, otro de los j¨®venes del Quick Step que todos admiran, se dio a conocer en Espa?a en marzo, ganando en fuga una etapa de la Volta a Catalunya, semanas antes de brillar espl¨¦ndido en la Flecha Valona de su compa?ero Alaphilippe, que termin¨® octavo tras atacar y ser alcanzado al pie del Muro.
Plaza, su capacidad para llegar hasta el final en su intento, cumpli¨® el doble papel de dar una lecci¨®n de ciclismo y, al mismo tiempo, recibir una de vida; Froome, en un Giro que ha terminado siendo para ¨¦l un asunto de voluntad y orgullo, se conform¨® con impartir ambas lecciones al joven Yates, al que llev¨® a la perdici¨®n con un ataque planeado junto con su pareja, Poels.
Al grupo de los mejores, ya incendiado por las chispas del enfrentamiento por la maglia blanca entre Carapaz y Superm¨¢n L¨®pez, lo sacudi¨® duro Dumoulin. Un ataque de potencia en la zona menos empinada. La primera ofensiva del holand¨¦s en 18 d¨ªas. Sus compa?eros de podio virtual, Yates y Pozzovivo, le siguieron, aparentemente sin dificultades. Se pararon para meditar. Se les uni¨® Froome, quien, r¨¢pido, s¨²bito, duro, sin tiempo para respirar, aceler¨®. El incendio se reaviv¨® hasta hacerse incontrolable para Yates. Al golpe de pedales del ingl¨¦s de Nairobi, 33 a?os, cuatro Tours y una Vuelta, respondieron r¨¢pidos Pozzovivo y Dumoulin. No Yates, que baj¨® la cabeza y el desarrollo. Esper¨® a corredores desperdigados que le ofrecieran una rueda amiga y rez¨® para no perder mucho tiempo. No pod¨ªa hacer otra cosa. ¡°Al menos conservo la maglia rosa¡±, se consol¨® el ingl¨¦s joven, 25 a?os, un futuro que se anuncia pleno de victorias. De rosa por los pelos liderar¨¢ al pelot¨®n el viernes en la etapa reina --Finestre, Jafferau terrible-- de un Giro que, quiz¨¢s, se le acabe haciendo demasiado largo. A¨²n hay Giro, s¨ª, suspira, fatigado.
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