Vender al gal¨¦s
El Real Madrid dijo anoche, de chilena, casi de vacaciones, que el f¨²tbol es suyo
Se tuvo que repetir tres veces la chilena de Bale en Kiev para que pareciese real. Tuvo que pasarse el v¨ªdeo para que no quedase un alma sin comprobar que Gareth Bale acababa de marcar un gol de chilena al poco de salir al c¨¦sped. Bale, que sali¨® al campo a la velocidad de un panzer, le abri¨® las tripas al partido con el t¨ªpico remate que har¨ªa Dios cuando no le viene bien darle al bal¨®n. Rompi¨® el partido. Destroz¨® la final de la Copa de Europa, tritur¨® un partido que se empezaba a poner torvo, y puso al Real Madrid en la ¨®rbita de la mejores dinast¨ªas: cuatro Champions de cinco, tres consecutivas.Un equipo para la historia, una generaci¨®n a la que s¨®lo puede sostener la mirada en el continente otra, la de Gento, Puskas y Di Stefano. El Real Madrid se ha pasado el f¨²tbol en Kiev. Detr¨¢s est¨¢n ellos, delante no hay nada.
Y eso que todo era Liverpool en la v¨ªspera, todo era Liverpool en las calles, todo era Liverpool en los presagios y en los carteles y en las canciones, y en el encanto juvenil de las pandillas en la hierba de Maidan, y en los brazos de los chicos ucranianos que buscaban amor en los ¨¢ticos de los hoteles. Pero empez¨® el partido y el Liverpool, con toda su leyenda, sujet¨® flojito al Madrid. Tanto que Bale se ech¨® al sol en medio de una chilena y marc¨® el gol de su vida y el gol de la vida de todos, otra ex en un partido producto de una final, otra vez producto del m¨¢s importante de la temporada. Bale es el jugador especialista, el hombre que el Madrid saca para sus finales m¨¢s lustrosas: Valencia, Lisboa, Milan, Kiev. Tan en racha que un disparo loco suyo se lo comi¨® el portero para legitimar no s¨®lo un t¨ªtulo sino su peque?a reivindicaci¨®n personal: Bale lleva cuatro a?os queriendo ser Dios y ayer, en el descuento de su vida y de la nuestra, lo consigui¨®.
El Madrid se escribe a s¨ª mismo y escribe a los dem¨¢s sin compasi¨®n ni gloria, Y al final nadie est¨¢ de acuerdo con lo conseguido, ni siquiera Cristiano Ronaldo. Si se va, como anticip¨® ayer, habr¨¢ que decir algo; Madrid no ha ganado cuatro de cinco Champions. El Madrid ha dicho hoy, de chilena, casi de vacaciones, que el f¨²tbol es suyo. Que nada ni nadie cambia el rumbo de un club entregado a la apuesta m¨¢s fuerte del a?o, la competici¨®n m¨¢s grande de Europa, algo que ha ganado por la misma raz¨®n por la que ha sobrevivido en su historia y en la vida: porque no tiene sentimientos. Ni para quedarse ni para marchar.
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