¡°El pueblo sirio necesita mostrar que para nosotros nada es imposible¡±
Majed Eddin Ghazal se entrena estos d¨ªas en Madrid, solo. Es sirio. En medio de la guerra, en un pa¨ªs destruido, ha sido capaz de convertirse en uno de los mejores atletas del mundo
Un s¨¢bado de junio en el centro de Alto Rendimiento de Madrid. Solo cuando escampa la tormenta que ha ennegrecido la tarde de Madrid, y los truenos y la lluvia gorda, salen dos o tres a correr por la pista de atletismo. Antonio Serrano, en una esquina, maneja el cron¨®metro y vigila las vueltas al tart¨¢n de Adel Mechaal, el mejor mediofondista espa?ol. En el rinc¨®n opuesto, del m¨®dulo cubierto se podr¨ªa decir que est¨¢ desierto si no fuera que por all¨ª corretea calentando solo uno de los mejores atletas del mundo, Majed Eddin Ghazal. Cada pocos minutos, detiene sus ejercicios. Conecta el m¨®vil a la Wifi y por Whatsapp transmite im¨¢genes y sensaciones a su entrenador, Imad Sarraj, que le responde desde Om¨¢n, donde trabaja. Cuando termina la sesi¨®n, Ghazal toma un autob¨²s y regresa al hotel donde se aloja, solo.
Ghazal es sirio y saltador de altura. Tiene 31 a?os. Su mejor marca es 2,36m. El espa?ol que m¨¢s ha saltado en la historia ha llegado a 2,34m. En Siria luchan y sufren una guerra civil cruel desde hace siete a?os.
¡°S¨ª, ya s¨¦ que a todo el mundo le sorprende que de la guerra en Siria haya podido surgir un atleta de mi nivel¡±, dice en su ingl¨¦s en¨¦rgico Ghazal, un junco alt¨ªsimo (1,93m) y flexible, apoyando sus palabras con la mirada encendida de sus ojos oscuros que brillan en su rostro afilado afeitado hace unos d¨ªas. ¡°Pero esto no es una sorpresa ni para m¨ª ni para mi entrenador ni para m¨ª pa¨ªs ni para mi familia¡ Durante la guerra empec¨¦ a entrenar en Damasco y nunca he dejado de entrenar. Creo, y lo cree mi entrenador, que podemos manejarnos con esta situaci¨®n. Necesitamos hacer algo por Siria¡±.
La m¨¢nager de Ghazal es la espa?ola M¨°nica Pont. Por eso est¨¢ en Madrid el junio de las tormentas, aunque habitualmente se entrena en Barcelona durante la temporada de verano, cuando hace demasiado calor en Damasco, donde vive con su familia, con sus padres y su hermana y su hermano. ¡°Iba a haber ido a Barcelona, pero con mi entrenador en Om¨¢n no pude esta vez y he pasado aqu¨ª, en Madrid, 15 d¨ªas, y de aqu¨ª ir¨¦ a Oslo, a la reuni¨®n de la Diamond League, y m¨¢s tarde a Ostrava y a los Juegos del Mediterr¨¢neo, en Tarragona¡±, explica.
El invierno, cuando no hace mucho fr¨ªo, Ghazal lo pasa en Siria, donde no hay instalaciones cubiertas y se entrena al aire libre. Y cuando hace fr¨ªo, busca otro pa¨ªs. ¡°Este a?o fui a Om¨¢n. All¨ª se est¨¢ perfecto, 26 grados en febrero¡", cuenta. De all¨ª fue directo a primeros de mayo a Qatar, a la primera reuni¨®n de la Diamond League, donde qued¨® segundo, con 2,33m. Solo pudo con ¨¦l el catar¨ªa Mutaz Barshim, el mejor saltador del momento, que salt¨® 2,40m. ¡°Mutaz es mi mejor amigo, un saltador maravilloso capaz de batir su propio r¨¦cord de 2,43m e incluso batir el r¨¦cord mundial, los 2,45m del cubano Sotomayor¡±, dice. Ghazal mientras, aplicado, eleva el list¨®n sobre la colchoneta de saltos del m¨®dulo hasta los 2,36m, su marca, para que el fot¨®grafo lo saque todo bien, todo en su sitio.
En 2012, pocos meses despu¨¦s del comienzo de la guerra, oy¨® las bombas caer cerca mientras se entrenaba en el estadio de Damasco. La carretera de acceso qued¨® destruida, pero al d¨ªa siguiente, ¨¦l volvi¨® a entrenar. ¡°Entonces eran los peores momentos de la guerra en Damasco, y, s¨ª, ten¨ªamos muchos m¨¢s problemas¡±, dice, sin inmutarse por los truenos que retumban al otro lado de la cristalera y hacen ladrar a alg¨²n perro lejos. ¡°Pero pienso y creo que si vuelves a trabajar al d¨ªa siguiente de que estalla una bomba, est¨¢s demostrando que siempre se puede hacer algo. Tenemos que lograr olvidar aquello. Y paso a paso lo vamos consiguiendo. La gente ve la tele y ve las ruinas y me dice qu¨¦ c¨®mo puedo vivir all¨ª, pero a?o tras a?o todo ha mejorado y algunas regiones de Siria ya son seguras. La zona de Damasco est¨¢ ahora muy bien, muy segura. Todo el mundo est¨¢ volviendo al trabajo y a la vida, olvidando lo que ocurri¨® estos siete a?os¡±. A veces se concentra tambi¨¦n en las afueras de Damasco, junto al Mediterr¨¢neo en Latakia, feudo del presidente Al Asad y donde los sirios suelen ir de vacaciones a la playa.
Una marca de 2,36 deber¨ªa abrirle las puertas de todas las competiciones, permitirle vivir bien del atletismo, disfrutar, pero no es as¨ª. Para Ghazal, la guerra no es el principal problema, sino ser sirio. Mejor dicho, con la mirada que el mundo le dedica por ser sirio. ¡°Tengo pasaporte sirio, y en Estados Unidos, por ejemplo, no puedo competir porque no me conceden visado. Y tengo problemas para conseguir sponsors tambi¨¦n¡±, dice. ¡°Y no lo entiendo, no entiendo que por ser de un pa¨ªs determinado no pueda moverme. Soy medallista de bronce en un Mundial, tengo una marca de 2,36m, ?por qu¨¦ me hacen esto? Soy un deportista, no voy a ir a ninguna parte. No soy un... No, no s¨¦ qu¨¦ palabra usar...¡±
En el desfile de los Juegos de R¨ªo, Ghazal port¨® la bandera de su pa¨ªs, un gesto que no cree que le convirtiera en c¨®mplice o marioneta del r¨¦gimen de Al Asad. ¡°Soy sirio, y cuando voy a cualquier competici¨®n, a R¨ªo, a Londres, soy un sirio que demuestra que est¨¢ vivo. Tenemos un problema, pero dentro del pa¨ªs tenemos nombres¡±, proclama. ¡°Siria y el pueblo sirio necesitamos mostrar que nada es imposible para nosotros. Y creo que, gracias a Dios, en un a?o o a?o y medio la guerra habr¨¢ acabado. Y todos los sirios volveremos a vivir seguros¡±.
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