Aspas hace que ocurra lo impensable en los planes de Espa?a
El gallego amenaza la titularidad de Diego Costa en la punta del ataque de la selecci¨®n, contra la idea original de Lopetegui, que solo una vez le permiti¨® jugar m¨¢s de 45 minutos
Do?a Mar¨ªa Juncal es una mariscadora de Moa?a, que, con 62 a?os, dice que piensa jubilarse en la playa de la R¨ªa de Pontevedra. Le gusta su trabajo. Lo mismo que a su hijo, Iago Aspas, un tipo hiperactivo que acaba de cumplir los 30 y que cuando salta al campo de f¨²tbol se implica en cada jugada con la determinaci¨®n de un poseso.
Aspas es el tercer punta de Espa?a en el Mundial de Rusia. Su escalaf¨®n lo determina la frecuencia con que el seleccionador le hace competir, no su rendimiento, claramente superior al que registran sus dos competidores por el puesto de nueve. El gol que le meti¨® a T¨²nez este s¨¢bado, en el ¨²ltimo amistoso antes del debut mundialista, ha provocado una riada de comentarios susurrantes en la concentraci¨®n. Cada vez son m¨¢s los compa?eros de equipo que manifiestan que el gallego deber¨ªa ser titular, en las conversaciones que mantienen en la sede de la academia del club m¨¢s rico del C¨¢ucaso.
La fastuosa Academia del FC Krasnodar, que parece un establecimiento deportivo para hijos de milmillonarios, es el cuartel general de la selecci¨®n espa?ola en Rusia. A lo largo de una de las vallas que delimitan el campo en el que ayer se entren¨® Aspas con los suplentes, destaca un cartel serigrafiado con una m¨¢xima: ¡°Tenemos que hacer que ocurra¡±.
El exceso de positividad har¨ªa las delicias del fil¨®sofo coreano Byung-Chull Han, autor de La Sociedad del Cansancio. El complejo, adornado por el seleccionador Julen Lopetegui con m¨¢ximas conductistas, pretende estimular una idea extrema de producci¨®n. La meta nunca puede ser imposible. Es la f¨®rmula del Yes We Can repetida con variaciones en un bombardeo de men<TB>sajes distribuidos por la residencia y supervisado por el psic¨®logo de la expedici¨®n, el coach de Lopetegui, Juan Carlos Campillo. ¡°Tenemos que hacer que ocurra¡± es el eslogan de cabecera. El imperativo ha sido estampado en pulseras para que los futbolistas no lo olviden.
Pero los jugadores ¡ªespecialmente los m¨¢s veteranos¡ª no pueden olvidar que las cosas nunca ocurren porque s¨ª. Ni en los juegos de azar ni, mucho menos, en el f¨²tbol, suelen ganar las apuestas que menos probabilidades tienen de acierto. Con cinco goles y cinco asistencias en diez partidos, en Espa?a no hay nadie que acierte con m¨¢s frecuencia que Aspas. La evidencia, sin embargo, no se traduce en su titularidad.
¡°A m¨ª me gustar¨ªa ser titular, por supuesto¡±, dijo ayer Aspas con su prudente retranca. ¡°Pero a veces las estad¨ªsticas no son m¨¢s que n¨²meros que solo sirven para enorgullecer el trabajo de uno mismo¡±.
A veces las estad¨ªsticas no avalan a los futbolistas ante sus jefes, por m¨¢s reveladoras que sean. En el caso de Aspas, las estad¨ªsticas son n¨ªtidas, para iniciados y profanos. Su promedio de goles y asistencias por partido jugado con la selecci¨®n es el mejor de todos los puntas convocados en los ¨²ltimos dos a?os, cuando comenz¨® el actual ciclo mundialista. Supera claramente a Diego Costa, autor de siete goles y cuatro asistencias en 20 partidos; y m¨¢s claramente a Rodrigo Moreno, que ha metido dos goles y ha dado una asistencia en seis encuentros. Sin embargo, no goza del mismo aprecio del entrenador.
As¨ª lo revelan los minutos que le dio Lopetegui en cada partido desde 2016: 45, 7, 6, 56, 45, 45, 45, 45, 45 y 14, normalmente, tirado a una banda, lejos del gol y lejos de las zonas donde se expresa su talento ¨²nico. Costa, siempre como punta, ha tenido m¨¢s minutos. Sucesivamente 63, 69, 67, 90, 90, 90, 24, 45, 60 y 30. Rodrigo tambi¨¦n: 82, 90, 66, 30 y 60.
¡°Desde que vine aqu¨ª ya sab¨ªa que mi nombre iba a salir en las portadas y en las televisiones¡±, dijo el meritorio este domingo. ¡°Vengo de un equipo peque?o y yo todo lo que he ganado o tenga que ganar estar¨¢ dentro del terreno de juego. Intentar¨¦ dar lo m¨¢ximo para pon¨¦rselo dif¨ªcil al entrenador, que es el que me pone o me quita del terreno de juego¡±.
Con alegre tonada marinera, el gallego lanz¨® una carga de profundidad de puertas adentro. No hay nadie en la concentraci¨®n de Espa?a que no comprenda ese c¨®digo. Los profesionales ¡ªy entre ellos varios futbolistas de la selecci¨®n¡ª sospechan que en este negocio cada vez prevalecen m¨¢s las protecciones de los poderes f¨¢cticos. Aspas juega para el Celta, un club de la periferia que hace muchos a?os que no se clasifica para la Champions; y su agente es su hermano, no una gran agencia de representaci¨®n. A nadie se le escapa que Costa y Rodrigo, jugadores del Atl¨¦tico y el Valencia respectivamente, integran el universo corporativo de Jorge Mendes, el agente m¨¢s poderoso del planeta.
Hay futbolistas que aprovechan la confianza renovada del entrenador. El canijo de Moa?a aprovech¨® un accidente. Cuando Costa se lesion¨® contra Argentina, entr¨® por primera vez de nueve, hizo un gol, dio tres asistencias y revolucion¨® un partido que iba 2-1 y acab¨® 6-1. El resultado fue hist¨®rico. Sucedi¨® en marzo.
Desde entonces, Iago Aspas se esfuerza para hacer que ocurra lo que parece imposible: que la selecci¨®n deje de funcionar alrededor de Diego Costa.
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