El chihuahue?o ten¨ªa dientes
Lo que sucedi¨® en el juego de este domingo no lo esperaba nadie
El meme m¨¢s popular en las redes mexicanas, desde que el sorteo marc¨® que la selecci¨®n nacional enfrentar¨ªa a Alemania en el primer partido del Mundial, era desolador. Un temible pastor alem¨¢n con la camiseta del tetracampe¨®n europeo era confrontado a un perro chihuahue?o con la mexicana. El chihuahue?o, diminuto, neur¨®tico y con apariencia de juguetito, es nuestro perro nacional por buenas razones: siempre parece tener m¨¢s problemas consigo mismo que con los dem¨¢s.
Los mexicanos no necesitamos que ning¨²n "extra?o enemigo" hable mal de nosotros (eso es lo que no ha entendido Trump): somos inmejorables para desmerecernos solos. Ac¨¢, la discusi¨®n desde el sorteo era por cu¨¢ntos goles perder¨ªamos. Los m¨¢s optimistas hablaban de "crecerse"... y empatar. El equipo dirigido por el colombiano Juan Carlos Osorio no era, antes de ayer, demasiado popular: ha estado bajo fuego, de hecho, desde hace a?os. Sus "rotaciones" no le gustan a la prensa ni a la tribuna. Y aunque clasific¨® sin sobresaltos a Rusia, todos tem¨ªamos el colapso nada m¨¢s desembarcar. Y no hay un equipo ante el que ese colapso resulte m¨¢s natural, desde luego, que Alemania. ?Recuerdan el 7-1 a Brasil del pasado mundial? Alemania es el Freddy Krueger del f¨²tbol: tu peor pesadilla convertida en rival. Una m¨¢quina blanca, eficaz, con fama de incontenible. Un pastor entrenado y letal.
Lo que sucedi¨® en el juego de este domingo no lo esperaba nadie. Porque result¨® que el chihuahue?o ten¨ªa dientes y estaban afilad¨ªsimos. Y que era un bravo. Le puso una correteada de miedo al pastor alem¨¢n en el primer tiempo y en el segundo, ya contra las cuerdas, se defendi¨® como le¨®n. Y sac¨® la victoria, un resultado inimaginable seg¨²n los antecedentes y que muy pocos (si alguno entre nosotros) se atrevieron a pronosticar.
Los mexicanos, en nuestras pugnas eternas con nosotros mismos, hemos cubierto rutinariamente de insultos a nuestros h¨¦roes (y ac¨¢ nadie puede lanzar la primera piedra y se?alar a los dem¨¢s como culpables sin aceptar lo que le toca: es el deporte nacional). Hemos sometido a un bombardeo de chistes y mofas, a lo largo de los a?os, a Ochoa, Ch¨ªcharo, Lay¨²n, Herrera, M¨¢rquez, Giovani, Guardado y, por supuesto, a Osorio, el entrenador. Nos enojamos por sus malas Copa Am¨¦rica y de Oro (a¨²n ganando esta), por su mala Confederaciones, por no tener un cuadro titular indiscutible sino apenas "rotaciones". Yo sostengo que hacemos esto porque la selecci¨®n nos duele demasiado.
Si la insultamos m¨¢s que los otros, con m¨¢s sa?a que nuestros peores rivales, creemos reducir el dolor de la derrota. Nada quisi¨¦ramos m¨¢s que ver cumplidos nuestros sue?os infantiles de aficionados (por eso sale una multitud a la calle luego de cualquier victoria de relevancia); nada nos deprime y enfurece tanto como vernos frustrados y devolver la camiseta al caj¨®n y tragarnos las burlas de la oficina, de la escuela, de las redes. El debut del Mundial de Rusia cambi¨® el guion. Del temor de verse goleados, del falso cinismo de "bah, me da lo mismo si nos meten diez", al que recurren tantos y tantos, pasamos al shock del triunfo. ?Qu¨¦ se hace cuando se le gana a Alemania en un Mundial? En M¨¦xico, nadie lo sabe. Tenemos que aprender sobre la marcha.
El ni?o que juega al futbol ensue?a. No juega a mover el bal¨®n: juega a que hace un quiebre, a que se quita a uno o dos, enfrenta al arquero y anota ese gol que su equipo no meti¨® en la realidad. El que no cay¨®, por m¨¢s que sus padres gritaran enfrente de la tele como pose¨ªdos. El que se le qued¨® atorado en el ga?ote a la porra en la tribuna. El gol que le anularon al Abuelo Cruz (contra Alemania) en 1986; el que no pudieron meter, de penal, Quirarte o Hugo... O Garc¨ªa Aspe en 1994. El que fall¨® Luis Hern¨¢ndez (contra Alemania) en el 98. El gol que una y otra vez ca¨ªa nom¨¢s en los parques, en la calle, en el patio de los ni?os que pateaban su pelota. Qu¨¦ maravilla ser¨¢ este lunes para ser ni?o en M¨¦xico. Que maravilla ir a la escuela y mirar la cara de los compa?eros muelones que dijeron que Alemania ganaba y se burlaron de tu playera pirata, comprada por tu madre en un puesto callejero. Qu¨¦ maravilla no tener que jugar, por una vez, a meter ese gol de ensue?o, ese gol imposible en el mundo de la vigilia. Porque, esta vez, el Chucky Lozano hizo el gol. Y le ganamos a Alemania. Y porque, por una vez, tu padre estaba llorando enfrente de la tele, pero de pura y pinche felicidad.
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