Argentina deja a Messi sin pies ni cabeza
Por mucho que haya desperdiciado a Messi, e incluso aunque remonte en Rusia, quiz¨¢ a esta Argentina de aspecto necrosado no le quede otro remedio que ponerse entre par¨¦ntesis
Hay algo peor a¨²n que jugar mal al f¨²tbol: llegar a jugar como esta Argentina sin pies, sin cabeza y con un Messi con bandera blanca. Es tan disparatado que esta neur¨®tica albiceleste, tan chata en el campo como necesitada de una camisa de fuerza para la perturbada turbamulta que la rodea, pretende que uno sea once cuando entre once no pueden ser uno. El problema no radica en Messi, una v¨ªctima. Las culpas, al f¨²tbol. Tambi¨¦n para quienes no han entendido que Messi no es el principio, es el fin. Y que en sus silencios cr¨®nicos est¨¢ el santo grial. Ocurre que, pese tanto ¡°messi¨®logo¡± alborotado, nadie sabe interpretar la mirada muda del genio.
Hace tiempo que el f¨²tbol super¨® a Argentina, tantas veces gloriosa y admirada reserva mundial de este deporte. Hoy, con tanto griter¨ªo a su alrededor, no hay quien pida la pelota al pie y cante las cuarenta: silencio, todos al cuarto de pensar y nada de fumarse un puro. Convendr¨ªa que parlamentaran desde el sentido cachete de un espejo que refleja lo que hay. El mejor punto de partida para recapacitar sobre lo que hubo por si se pudiera lograr que enraizara de nuevo.
Por mucho que haya desperdiciado a Messi, e incluso aunque remonte en Rusia, quiz¨¢ a esta Argentina de aspecto necrosado no le quede otro remedio que ponerse entre par¨¦ntesis. Y de inmediato convocar en paz, si es que hubiera un div¨¢n posible para ello, un simposio sobre sus problemas estructurales, dirigentes, formativos, mercantiles y hasta medi¨¢ticos. Porque ninguna de sus contrariedades actuales tiene que ver con el fallo de un penalti o la cantinflada de un portero. Argentina no est¨¢ como est¨¢ de forma repentina. Lleva tiempo en el alambre, sostenida sin m¨¢s por un tot¨¦mico trapecista como Messi.
El ¡°diez¡± siempre fue la parte esencial de un todo. Pero ni a ¨¦l, ni a Di St¨¦fano, Pel¨¦ o Maradona les hubiera llegado para ser el todo. S¨ª, ni siquiera a Maradona, que, al menos, encontr¨® en la selecci¨®n un formato al servicio de un genio. Frente al desamparo de Messi, el Pelusa tuvo alianzas notables con Ruggeri, Burruchaga, Valdano, Caniggia¡
En Messi se advierte un hartazgo de tanto jugar al solitario con un gallinero a su alrededor. Frente a Croacia ni se rebel¨®. Una coartada perfecta para que todos le siguieran y nadie se aferrara al f¨²tbol protesta. Mucho menos el desnortado Sampaoli, cuya coreograf¨ªa y estampa en la zona de banquillos solo contribuye a atizar el caos.
A Leo se le ve en un safari, pasmado y con cara de zen en un equipo tuneado cada d¨ªa. Muchas veces, con futbolistas a granel. Sampaoli, como antes Batista, Sabella, Martino o Bouza, juega a la ruleta en torno a La Pulga. Lo mismo se descamisa con tres centrales que con cuatro. Lo mismo le da un rato bola a Banega o Dybala que envida con Meza, Acu?a o Pav¨®n¡ Lo ¨²nico que nunca le falta es un Mascherano, un Biglia o un Enzo P¨¦rez. El resultado es una selecci¨®n ortop¨¦dica que muere de realidad mientras paga mucho m¨¢s que con creces el fuego a discreci¨®n de una hist¨¦rica ¡°mediosfera¡±.
Mientras se funde el aturdido e impotente Messi, que mendiga sin ¨¦xito un poquito de f¨²tbol, resulta parad¨®jico que Argentina no vislumbre que solo tiene una agarradera en Rusia 2018: el propio Messi. A falta de f¨²tbol, solo le queda el monocultivo del astro. Pero a aquel ni?o que jugaba por una bicicleta y que lleva d¨ªas torturado como un chiquillo por errar un penalti, se lo han puesto realmente dif¨ªcil, muy dif¨ªcil. Esta Argentina le ha quitado la merienda. Y hasta le piden que abdique sin saber que el f¨²tbol, ¨²nico flotador posible para esta albiceleste, es su mejor amigo. Pero as¨ª no hay quien haga pandilla.
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