El juego es un adorno
Buscando el ¨¦xito, no lo hemos encontrado y en esa cruzada a Messi le ha engullido la locura en el juego
Argentina, p¨¦simo diagn¨®stico. Empezando por Sampaoli. El entrenador da la sensaci¨®n de estar perdido y sin rumbo. Lo que en origen pod¨ªa parecer una idea atractiva y convincente, el adaptarse al rival para elegir a los jugadores m¨¢s apropiados, se ha demostrado que no es f¨¢cil y que ha resultado un camino err¨®neo. No es v¨¢lido cuando los futbolistas no tienen continuidad, cuando vienen de tantas ligas diferentes, cuando no hay base ni patr¨®n, cuando se han encadenado tres entrenadores distintos. Y con ellos tres estilos¡ El diagn¨®stico as¨ª solo puede ser negativo: no hay nada consolidado, no hay cimientos.
Sampaoli no ha establecido un orden en la forma de jugar, y eso impacta con fuerza en el estado de seguridad de los chicos que saltan al campo, que miran a su preparador en la banda y no saben qu¨¦ hacer, no hallan respuestas a los problemas que les genera el bal¨®n. Igual juega Mascherano con Biglia como doble pivote, como ante Islandia, que entra Lo Celso como interior, Banega aparece y desaparece del equipo¡ Todos los movimientos son muy raros. Los entrenadores tienen a veces en su ego la necesidad de ser extravagantes para decir que el partido lo ganan ellos, pero al final, a veces, acaban mareando al jugador, sobre todo si no est¨¢n ellos seguros de lo que hacen. Entonces el plan no funciona.
Este caos ha atrapado a Messi, hoy un futbolista muy enigm¨¢tico, un prototipo lejano de lo que es un h¨¦roe, y que encima camina con muchas cruces: cargar con el equipo, hacer lo que hizo Maradona en el 86, y soportar ese pragmatismo est¨²pido de ganar como sea. Poca atenci¨®n le prestamos as¨ª al juego, poco gusto, y hemos hecho una cultura de eso. En Argentina nos hemos alejado del juego para acercarnos al resultado, para acabar d¨¢ndonos cuenta de que as¨ª hemos perdido el tiempo. Buscando el ¨¦xito, no lo hemos encontrado y en esa cruzada a Messi le ha engullido la locura en el juego. ?Est¨¢ triste, tiene alg¨²n problema psicol¨®gico? No lo s¨¦. Este ¨²ltimo Messi es muy ap¨¢tico. Est¨¢ rendido. Mira hacia abajo. Verlo as¨ª es muy doloroso porque es el alma, el espejo de la selecci¨®n. Ni siquiera se rebela, tambi¨¦n porque cuando no hay funcionamiento colectivo, la rebeld¨ªa individual solo te lleva al descontrol. La rebeld¨ªa ha de ser colectiva.
Los jugadores han de estar comprometidos con el entrenador, y que este sea un seductor, un hombre capaz de plantarse ante ellos y demostrarles que sabe. Los argentinos venimos arrastrando frustraciones. En Argentina es todo o nada por ese exitismo est¨²pido. O eres campe¨®n o no vales. Tambi¨¦n para Messi. Las escalas no sirven, y convivir con eso es muy duro.
Para muchas selecciones, se trata de jugar bien para ganar. En Argentina es ¡°gano, y si se puede, juego mejor¡±. El juego es un adorno, un art¨ªculo de lujo. As¨ª estamos.
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