Un vestuario dividido por el delantero centro
Desde 2010 los jugadores reclaman a los t¨¦cnicos jugar sin un punta puro
Lo ¨²ltimo que dijo Sergio Ramos antes de abandonar el Luzhniki fue algo as¨ª como que ¨¦l quiere retirarse en el Mundial de Qatar ¡°con la barba blanca¡±. Para entonces, el capit¨¢n ser¨¢ el ¨²ltimo veterano capaz de recordar lo que dicen los m¨¢s viejos del camerino. Que el Mundial de Sud¨¢frica comenz¨® a ganarse durante las sucesivas charlas que mantuvieron los jugadores en torno a Xabi Alonso, Busquets y Xavi Hern¨¢ndez. Conversaciones a las que asisti¨® o escuch¨® el seleccionador, Vicente del Bosque, antes y despu¨¦s de jugar los cuartos contra Paraguay, y que apuntaban a la necesidad de sumar m¨¢s gente al mediocampo para poder avanzar con mayor fluidez. La idea implicaba ¡ªnadie se atrevi¨® a pedirlo¡ª quitar al delantero centro. Resignado a una cosa en la que no cre¨ªa, en las semifinales Del Bosque quit¨® a Fernando Torres, puso a Pedrito en el extremo izquierda y movi¨® a Villa a la punta. Fue como romper un dique: el equipo barri¨® a Alemania, gan¨® el t¨ªtulo, y no par¨® hasta ganar la Eurocopa de 2012.
La inhibici¨®n de Del Bosque dur¨® hasta el Mundial de 2014, cuando, contra las opiniones de Xabi, Alonso y Busquets, coloc¨® a Diego Costa en la punta. Esa noche en Bah¨ªa, durante la dolorosa goleada ante Holanda (5-1), comenz¨® el derrumbe. Desde entonces, Costa ha disputado un total de 446 minutos en la Copa del Mundo vistiendo la camiseta nacional a cambio de tres goles, uno cada 148 minutos.
Espa?a con Costa fue derrotada ante Holanda y Chile; empat¨® con Portugal y Marruecos; perdi¨® en los penaltis con Rusia y solo pudo ganar una vez, contra Ir¨¢n, gracias a un gol que meti¨® de rebote. No hay un caso igual en la historia del f¨²tbol espa?ol. Ning¨²n futbolista goz¨® de m¨¢s margen de tiempo para amoldarse al sistema a cambio de ofrecer menos. A ninguno le concedieron las mismas prerrogativas para que recuperase el nivel. Tampoco a los pr¨®ceres. Villa pas¨® al banquillo en cuanto perdi¨® la forma; Xavi acab¨® se?alado despu¨¦s de una mala noche en Bah¨ªa; y a Casillas tampoco se le permiti¨® salir del bache al que lo empujaron por enfrentarse a Mourinho en 2012. Ni siquiera Iniesta, el h¨¦roe m¨¢ximo del f¨²tbol espa?ol, pudo permitirse uno solo de los errores que, trasladados a la punta del ataque, cometi¨® Costa tantas veces sin que ello redundara en sospechas por parte de los dos seleccionadores que sucedieron a Del Bosque. Tanto Lopetegui como Hierro le avalaron hasta las ¨²ltimas consecuencias. Llegaron a modificar la estructura y el posicionamiento del equipo para que ¨¦l se encontrara m¨¢s c¨®modo.
Para brindarle los espacios que no encontraba durante la fase de clasificaci¨®n ante rivales como Macedonia o Albania, Lopetegui mand¨® a Busquets a que no presionara tan arriba y mantuviera el centro de gravedad del equipo en la l¨ªnea del mediocampo. En este punto el t¨¦cnico se encontr¨® con la resistencia de Busquets, ide¨®logo principal de los veteranos que anhelaron un cambio.
La opci¨®n de Aspas
El confort de Costa intrig¨® a sus compa?eros. Contaban en el vestuario de la selecci¨®n que Silva, Busquets e Iniesta, los motores del juego del equipo, le hicieron llegar a Lopetegui que prefer¨ªan jugar con Iago Aspas. Estas fuentes aseguran que los jugadores vivieron un momento de satisfacci¨®n cuando la lesi¨®n de Costa permiti¨® la entrada de Aspas que desemboc¨® en el 6-1 a Argentina en el Wanda, en marzo. La mayor¨ªa del vestuario entendi¨® que aquello convencer¨ªa a Lopetegui.
La esperanza se diluy¨® cuando comenz¨® la concentraci¨®n de Las Rozas, en mayo. Entonces los aspistas de la plantilla observaron con desaz¨®n que Lopetegui les entrenaba para arrugar al equipo y contragolpear con Costa. Convencidos de que as¨ª no podr¨ªan ganar el Mundial, intentaron trasladar al t¨¦cnico su punto de vista pero chocaron contra un muro. Comenzaron a sentir que perd¨ªan energ¨ªa. No ve¨ªan el horizonte.
La destituci¨®n de Lopetegui encendi¨® una luz en la concentraci¨®n en los d¨ªas previos al debut contra Portugal. La esperanza se disip¨® cuando los jugadores vieron que Hierro no solo no rectificar¨ªa sino que profundizar¨ªa en la revisi¨®n del modelo con gente como Koke, Nacho, Lucas y Costa.
La mayor¨ªa prefer¨ªa jugar con Aspas. As¨ª se lo comunicaron a Hierro, directa e indirectamente. Pero Hierro mantuvo su idea. ¡°Comenz¨® a desconfiar de nosotros¡±, lament¨® uno de los disconformes. ¡°Pens¨® que no est¨¢bamos comprometidos¡±.
Iniesta y Silva se sintieron en el punto de mira. Diego Costa, v¨¦rtice del ataque, fue la barrera contra la que colision¨® la mejor generaci¨®n de Espa?a en dos Mundiales sucesivos.
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