Modric y Griezmann, las estrellas de lo colectivo
El volante madridista y el delantero rojiblanco, Kane, Hazard y Lukaku representan el juego en equipo de las cuatro selecciones semifinalistas de un Mundial en el que naufragaron Messi, Cristiano y Neymar y las selecciones con m¨¢s pedigr¨ª
Un Mundial sin Italia no es un Mundial, se proclam¨® desde las tribunas del purismo cuando en noviembre Suecia desgarr¨® al calcio en la repesca tras 70 a?os y 14 participaciones consecutivas. Con el cuadro de semifinales que ha resultado en Rusia, podr¨ªa decirse que la anormalidad de este Mundial comenz¨® el d¨ªa que los italianos doblaron la rodilla ante los suecos, muestra palmaria del triunfo del colectivismo frente al pedigr¨ª de selecciones con estrellas que se ha impuesto en este campeonato.
En la distancia, el drama italiano fue un mero anticipo de lo que ha acontecido en Rusia. Incluida su llorada ausencia, las eliminaciones de Brasil, Uruguay y Alemania, ejecutada tambi¨¦n por Suecia en la fase de grupos, han propiciado que por primera vez en la historia de la Copa del Mundo, ninguna de las selecciones que la levant¨® en m¨¢s de una ocasi¨®n dispute las semifinales. La m¨ªstica de sus camisetas ha dado paso a una rebeli¨®n en la que solo franceses e ingleses representan el linaje de los campeones.
Tampoco Leo Messi, Cristiano Ronaldo y Neymar, el pomposo tr¨ªptico que aspiraba a su primera conquista mundialista podr¨¢ adornar su palmar¨¦s con el t¨ªtulo que les falta. Los tres se presentaron a la cita bajo el estigma de que si sus selecciones se coronaban ser¨ªa gracias a ellos. Se esperaban una exhibici¨®n goleadora de Cristiano, jugadas maradonianas de Messi y el arte virguero de Neymar como factor desequilibrante y se?a de identidad de Brasil. Los tres se marcharon a casa con la certeza de que no pudieron imponer su condici¨®n de mejores jugadores del mundo.
Los cl¨¢sicos citan solo dos casos en los que se puede decir, por la brillantez y la contundencia de sus exhibiciones, que un jugador gan¨® un Mundial solo. Garrincha para Brasil, en 1962, y Maradona, para Argentina, en 1986. A Cristiano se le apag¨® la voracidad goleadora con la que se estren¨® ante Espa?a, tres goles, tras el segundo partido contra Marruecos, un gol. En el tercer encuentro, con Ir¨¢n, desapareci¨® y en el de octavos, sus intentonas en solitario fueron engullidas por el intenso y solidario sistema defensivo de los uruguayos.
La actuaci¨®n de Messi en este Mundial fue la de un alma en pena depresiva que deambul¨® durante muchos minutos transmitiendo una sensaci¨®n de incomodidad y ausencia alarmante. Ni encontr¨® un equipo para ganar que a veces impuso ¨¦l, ni ense?¨® su poder¨ªo individual para desequilibrar. Neymar, al que Tite prepar¨® una selecci¨®n para que brillaran su desborde y su inventiva hedonistas, se march¨® cuando en el ambiente estaba que empezaba a afilarse.
La competici¨®n ha dictado que cinco individualidades que pelear¨¢n por encumbrarse con sus respectivas selecciones pueden ser Luka Modric, Antoine Griezmann, Eden Hazard, Romeu Lukaku, y Harry Kane. Mbapp¨¦, hasta ahora, solo deslumbr¨® en un partido. Su esplendorosa actuaci¨®n ante Argentina ha sido la ¨²nica gran exhibici¨®n individual del campeonato. Solo una repetici¨®n de esa demostraci¨®n tan impactante en las semifinales o en una hipot¨¦tica final le entronizar¨ªa, pero siempre bajo la impresi¨®n de que la Francia de Deschamps es ante todo un bloque.
El quinteto de los Modric, Griezmann, Hazard, Lukaku y Kane comparte un hilo conductor que les identifica y les aleja del contexto en el que se desenvolvieron Messi, Cristiano y Neymar: son estrellas que lucen al servicio del colectivo. Juegan m¨¢s para el equipo y no existe esa sobredependencia sobre sus figuras que se daba en Argentina, Portugal y Brasil.
Las estad¨ªsticas de Modric durante el partido contra Rusia son una radiograf¨ªa del modelo colectivo imperante en este Mundial. No solo fue el jugador que m¨¢s pases dio (89), tambi¨¦n fue el que m¨¢s balones recuper¨® (15). Exhausto, tanto su desgaste en la pr¨®rroga para gestionar el ataque croata desde sus cambios de ritmo y su buen pie, como sus regresos a campo propio para equilibrar el juego defensivo fueron memorables. Su candidatura al Bal¨®n de Oro ha comenzado a promocionarse, no solo en su pa¨ªs. La prensa internacional desplazada desliza su nombre ante la trascendencia de su rol como el creador del equipo campe¨®n de Europa y de una de las selecciones que optan a ganar este Mundial. ¡°No me preocupa el Bal¨®n de Oro. Para m¨ª lo m¨¢s importante es el ¨¦xito de Croacia¡±, zanj¨® Modric en su comparecencia como mejor jugador del Rusia-Croacia.
Sin ego¨ªsmos
Griezmann forma parte de ese muestrario de figuras solidarias al aceptar alejarse del ¨¢rea y del gol para permitir la entrada de Giroud en el once y para que Mbapp¨¦ encuentre m¨¢s espacios por donde explotar su demoledora zancada. Su compromiso defensivo con Francia es el mismo que le ha inculcado Simeone en el Atl¨¦tico. Esas im¨¢genes reba?ando balones en la frontal de su ¨¢rea o persiguiendo a un contrario le han conferido un liderazgo que todos sus compa?eros reconocen. ¡°Puede que no est¨¦ brillando tanto, pero siempre est¨¢ trabajando para el equipo¡±, le defiende Pogba.
Ese sentir es generalizado en el vestuario franc¨¦s. En los cuartos de final contra Uruguay, Griezmann no par¨® de pedir la pelota y distribuirla en la mediapunta. Reclam¨® el bal¨®n y paciencia para abrir el sistema defensivo uruguayo y durmi¨® el partido con el 2-0, tambi¨¦n pidiendo y distribuyendo el bal¨®n. Algo similar hizo Hazard en los minutos finales contra Brasil, pero el colectivismo de B¨¦lgica se plasm¨® en el tercer gol contra Jap¨®n cuando Lukaku renunci¨® a su condici¨®n de goleador y a la gloria al dejar pasar el bal¨®n entre sus piernas para que Chadli marcara. Lukaku, como Kane, el goleador del campeonato, tambi¨¦n hace labores de zapa en la presi¨®n, en el juego a¨¦reo y en los demarques que abren espacio a los centrocampistas. Es la otra gran estrella del campeonato al servicio del equipo.
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