Cristiano empez¨® la fiesta
Cuando lleg¨® CR7 al Bernab¨¦u, el Madrid sufr¨ªa al mejor Bar?a de la historia; nueve a?os despu¨¦s, Cristiano se va del mejor Madrid del ¨²ltimo medio siglo
Hay un momento maravilloso del d¨ªa de la presentaci¨®n de Cristiano Ronaldo en el Real Madrid. Miles de aficionados se amontonan frente al Bernab¨¦u, mientras a sus espaldas un coche cruza la Castellana. En ¨¦l, Cristiano Ronaldo observa divertido la escena.
En nueve a?os nunca se baj¨® de ese coche, nunca se dirigi¨® a la afici¨®n salvo para re?irla o reivindicarse y nunca hizo del madridismo una causa de fe. Es probable que no sepa cu¨¢ntas Copas de Europa tiene el Real Madrid, pero s¨ª los minutos de los goles que marc¨® en la fase de grupos de la temporada 2010/2011. Y sin embargo nadie ha dejado semejante huella en el madridismo moderno, nadie como ¨¦l ha ayudado a construirlo, redise?arlo y hacerlo crecer en todo el mundo; nunca el Madrid manej¨® una marca tan descomunal. Cuando lleg¨® Cristiano Ronaldo al Bernab¨¦u, el Madrid sufr¨ªa al mejor Bar?a de la historia. Nueve a?os despu¨¦s, Cristiano se va del mejor Madrid del ¨²ltimo medio siglo, el ¨²nico club que ha ganado tres Champions consecutivas en una competici¨®n en la que nadie ha podido ganar dos seguidas con este formato.
Esto ha sido Cristiano Ronaldo. Una contradicci¨®n perpetua. El hombre m¨¢s seguido del mundo en redes sociales (m¨¢s de 300 millones de personas) se puso de charla hace a?os media hora con un repartidor de comida a domicilio porque en aquella mansi¨®n blindada de La Finca estaba solo. ¡°No puedo bajar a tomar el caf¨¦ con nadie¡±, se quejaba. ¡°?Gente en la que de veras conf¨ªo? No mucha. La mayor parte del tiempo estoy solo. Me considero una persona aislada¡±, le dijo al escritor Jimmy Burns. ¡°No me gusta dormir acompa?ado. Me gusta dormir solo¡±, dice en un documental sobre su vida. Una estrella que sobrevive a su falta de intimidad exhibi¨¦ndola en redes y pel¨ªculas. Un hu¨¦rfano (¡°vete con tu papa¨ªto¡±, le grit¨® Van Nistelrooy cuando CR sali¨® con Queiroz del campo tras pelearse con el holand¨¦s; ¡°?Mi padre est¨¢ muerto!¡±, le grit¨® llorando el portugu¨¦s) que ha jugado, como dir¨ªa Gistau, el partido de vuelta de su padre contra la vida, y del que sabemos gracias a las redes que su hijo de ocho a?os se hace tatuajes, levanta pesas y sabe pronunciar Lamborghini. Un multimillonario involucrado en causas sociales que pide el anonimato y un defraudador a Hacienda condenado a dos a?os de prisi¨®n y a pagar casi 20 millones. Una estrella que da ejemplo llegando a Valdebebas una hora y media antes del entrenamiento bien capaz de pasarse esa hora y media mir¨¢ndose al espejo.
Cuando Cristiano Ronaldo anunci¨® la producci¨®n de una pel¨ªcula llamada Ronaldo (¡°?en Espa?a me llaman Cristiano?¡±, pregunt¨® en el t¨²nel de vestuario al escuchar por primera vez el c¨¢ntico del Bernab¨¦u), se pens¨® que era su oportunidad en fr¨ªo de despegarse de la imagen que trasluc¨ªa en los medios y sus propias redes. Su visionado, que empieza con un reto a su hijo para saber qu¨¦ coche de lujo falta en el garaje (¡°?El Rolls?, ?el Porsche?¡±) confirmaba lo presentido: Cristiano Ronaldo se hab¨ªa convertido en su propia caricatura. Ese personaje tan consciente de s¨ª mismo y de su leyenda, esa figura rodeada al mismo tiempo de hermetismo y exhibici¨®n, ha sido el mejor jugador del Real Madrid que los nacidos a partir de 1970 hemos visto en nuestra vida. Y mucho me temo que el que ver¨¢n tambi¨¦n los que ya han nacido en el siglo XXI.
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