El beso de Courtois
Un futbolista cambia de equipo por muchas razones. Por amor, por desamor, por dinero, incluso cambia por cambiar.
Todos necesitamos hacer mudanza llegada la hora. A veces la hora llega de repente, a las 8.35 a.m., pongamos, y otras despu¨¦s de mucho tiempo envi¨¢ndote avisos de ¡°tenemos que irnos¡±, de tal forma que no sabes ya decir cu¨¢ndo te lleg¨® por primera vez. Las historias de los futbolistas son tambi¨¦n relatos con principio, desarrollo, final y mudanza, para empezar en otro equipo. Nunca est¨¢n seguros, a menos que quieran creer que s¨ª, de la duraci¨®n de ese ciclo, pues algunas historias no tienen desarrollo ni final. Hay sue?os sin primer acto, incluso.
Un futbolista siempre tiene una fuerte raz¨®n en irse. Courtais llega al Madrid y es normal que est¨¦ cautivado por la idea de que siempre so?¨® con algo as¨ª. La vida es una sucesi¨®n de mudanzas, aciertos que acaban convirti¨¦ndose en errores, y al rev¨¦s, y nos gusta pensar que el ¨²ltimo cambio ser¨¢ el definitivo. Por qu¨¦ no iba, entonces, a besar el escudo del Madrid. Ya sabes qu¨¦ es un beso y qu¨¦ acercar los labios a un objeto sint¨¦tico, que no siente, ni habla, ni tiene consciencia de besar a su vez a una persona. T¨², ¨¦l, ella, yo, hemos besado una pared, una botella de cerveza helada, una camisa de lo bonita que era, un tel¨¦fono, un libro, una manzana. Pero un beso es lo que es. Pueden pasar d¨ªas, semanas o meses antes de contemplar un beso de verdad, porque a su alrededor las cosas vibran, como en un terremoto, y sus protagonistas son dos personas. Un beso a un trozo de tela es un contacto fr¨ªo, entre algo que siente y algo que no, en cierto sentido como cuando te levantas por la noche y te golpeas un dedo del pie contra la pata de la cama. Hablamos de puro contacto con lo inanimado. El beso al escudo es un gesto para terceros, para las c¨¢maras, al estilo de aquellos que Juan Pablo II le daba al asfalto de los aeropuertos, cuando aterrizaba en otro pa¨ªs.
Un futbolista cambia de equipo por muchas razones. Por amor, por desamor, por dinero, incluso cambia por cambiar. En el f¨²tbol y lejos de ¨¦l hay d¨ªas que no sabes por qu¨¦ cambias. Paco Pin emigr¨® un d¨ªa a Andorra, y cuando al a?o regres¨®, dijo que cre¨ªa que hab¨ªa ido a comprar pilas, pues hubo un momento en el pasado que all¨ª las pilas y los aparatos el¨¦ctricos estaban tirados. En ocasiones las razones del cambio no emergen. Por qu¨¦ tendr¨ªa que irse Modric, por ejemplo, de quien se dice que estudia una oferta del Inter. Lo tiene todo en Madrid. Ha ganado t¨ªtulos, ganar¨¢ m¨¢s, y ahora que no est¨¢ Cristiano ya dicen que es el mejor. Nadie se explicar¨ªa su fuga: solo ¨¦l. Pero qu¨¦ m¨¢s da que alguien no entienda por qu¨¦ te mudas. Solo tienes que entenderlo t¨². No estamos hechos para conformarnos con lo que tenemos, aunque sea maravillo. Solo el hecho de cambiar, aunque sea a peor, ya es a veces un acierto. Arrepentirse forma parte de los encantos, un poco amargos, de la vida. Y no digamos no arrepentirse. Pero para eso, hay que cambiar.
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