El sello de Enric Mas en la cima de la Collada de La Gallina
La nueva estrella del ciclismo gana la etapa reina y logra terminar segundo la Vuelta que corona a Simon Yates
A Superman le llaman Superman porque tiene poderes. Los d¨ªas buenos es un ciclista invencible. Su esp¨ªritu de supervivencia le abandona y se transforma en un killer. Mirada fr¨ªa (la sonrisa est¨¢ prohibida), determinaci¨®n, arma de acero afilado, pedalada devastadora que destroza las pendientes y los ¨¢nimos de los rivales. Superman asciende fuerte la Collada de la Gallina, el ¨²ltimo puerto de la ¨²ltima gran etapa de la Vuelta. Vuela hacia el podio. Le acompa?a la ¨²ltima v¨ªctima propiciatoria que ha resistido sus ataques y los de todo su Astana subiendo y bajando, en carrusel infernal, las monta?as interminables de Andorra. Detr¨¢s de ellos, midiendo el esfuerzo para no pasarse, controlando, el l¨ªder indestronable, Simon Yates.
Le acompa?a Enric Mas. Es un d¨ªa bueno para el colombiano de Pesca (Boyac¨¢), campesino. Deber¨ªa ser Superman. Invencible. ?Qui¨¦n se lo puede impedir?
Cuando faltan 500 metros para la meta, Superman, de 24 a?os, desenfunda a rueda de Mas, que marca el paso. Una victoria de prestigio. La etapa y el tercer puesto del podio los tiene ah¨ª. Pero, de repente, Mas detiene su esfuerzo, se para y le habla, le dice, tambi¨¦n con gestos, que no se crea que lo va a tener tan f¨¢cil, que ¨¦l no piensa entrar por delante en los metros decisivos. En paralelo pedalean como dos sprinters en un vel¨®dromo. Vigilando los movimientos del rival con el rabillo del ojo. Engranando el plato grande, el desarrollo ideal.
Mas tiene 23 a?os. Es un novato en las grandes ligas del ciclismo. En el Pa¨ªs Vasco, en abril, dej¨® un detalle de gran clase ante Nairo y Landa, pero la Vuelta es otra cosa. Superman es un gigante. Pero Mas, joven y desconocido para muchos, no es cualquier cosa. Si Superman es killer ¨¦l lo es m¨¢s, y tiene m¨¢s ambici¨®n, y quiere dejar su sello de grandeza, la tarjeta de visita en la que se leen sus sue?os y sus deseos, en la llegada m¨¢s complicada de la Vuelta. Tiene ya segura la segunda plaza del podio. Quiere ganar la etapa. Arranca una d¨¦cima de segundo antes que Superman, quien a¨²n se cree superior y desarrolla tanta velocidad que le come la ventaja pedalada a pedalada. Hasta que se encuentra, v¨ªctima de su desafuero, con una curva cerrada a derechas por la que no puede pasar ni superar a Mas, de Art¨¤ (Mallorca), que cruza la meta con una bicicleta de ventaja. El sello del campe¨®n.
El ciclismo tiene una nueva estrella. Nace el d¨ªa en el que la Vuelta regala al mundo el podio que m¨¢s deseaban todos aquellos que dan a la juventud el valor de renovadores de la raza. Es el podio m¨¢s joven de la historia de la Vuelta, proclaman algunos. Qu¨¦ grande, qu¨¦ de esperanzas, aplauden todos, y sonr¨ªen, como sonr¨ªen a los casi ni?os Mas y Superman, al ganador, a Simon Yates, de 26 a?os, quien ha sabido triunfar sin renunciar del todo a su fe, ni siquiera el d¨ªa que m¨¢s tem¨ªa.
Antes de comenzar la etapa en la que lo perdieron todo por querer, como es su obligaci¨®n, ganarlo todo, la gente del Movistar recordaba un detalle del gemelo Yates que les daba un m¨ªnimo de esperanza. No se trataba de su bancarrota en el Giro, que cre¨ªan imposible en la Vuelta, donde no hay ni Finestre ni un Froome ebrio, sino de la forma en que perdi¨® la Par¨ªs-Niza el ¨²ltimo domingo, ante el ataque de Marc Soler, el otro nuevo del ciclismo espa?ol que ilusiona y esperanza. El s¨¢bado, Simon Yates, como es su costumbre, hab¨ªa ganado exhibi¨¦ndose y derrochando. El d¨ªa siguiente, el Movistar atacante le dej¨® sin equipo. Perdi¨® con Soler.
De eso se trataba ayer. De que le pasara lo mismo. De que sufriera un ataque de p¨¢nico. Por ello se sacrific¨® Nairo en un trabajo de desgaste al que se sum¨® el Astana en pleno. Era el d¨ªa de las grandes maniobras en las dos subidas de los muros de Beixal¨ªs, en La Gallina final. El d¨ªa se lo salv¨® Adam Yates a su gemelo Simon Yates, quien confes¨® que se levant¨® nervioso, y que pens¨®, por supuesto, en el Giro que perdi¨®. Adam ¨¦l solito mantuvo el tipo y la distancia medida tras el ataque de Superman con dos ayudantes del Astana a tope en el segundo Beixal¨ªs. Adam, tambi¨¦n solo, mantuvo a tiro a Nairo en el descenso acelerado hacia la Gallina. Adam, con una barbita para distinguirse que quer¨ªa decir, no, nunca he dado el cambiazo con Simon esta Vuelta, solo se apart¨® de su gemelo cuando a este le pudo el instinto y, de manera innecesaria pues el control era absoluto, se fue a por Superman y Nairo en la ¨²ltima subida.
¡°No s¨¦ correr a la defensiva¡±, se disculp¨® luego el ganador de la Vuelta de 2018 (si no se cae hoy en el circuito de Madrid), al que llegado el momento m¨¢s duro, con Superman acelerando a muerte, le entr¨® v¨¦rtigo y un soplo de prudencia ins¨®lito le oblig¨® a levantar el pie, a regularse, a no subir a tope, a tope, a olvidar su esencia.
Su movimiento, inesperado, innecesario, instintivo, como todos los gestos de grandeza, y gratuito, dio paso a uno de los momentos que se convertir¨¢n en s¨ªmbolo del deporte espa?ol. No fue Valverde, que no pod¨ªa m¨¢s, quien sali¨® a su rueda, sino su alumno m¨¢s aventajado, Enric Mas. Fue una fotograf¨ªa perfecta, insuperable, de lo que se llama relevo generacional. Los ¨²ltimos metros de Mas fueron, por eso, no solo el sello de su grandeza, sino un homenaje al campe¨®n que se qued¨® atr¨¢s.
?ltima se?al del dominio brit¨¢nico de las grandes vueltas, Simon Yates es el ¨²ltimo de una lista de ganadores consecutivos que hacen que la ¨²ltima vez que no se oy¨® el God Save the Queen en un podio final fue en el Giro del 17. Despu¨¦s, Froome (Tour y Vuelta 17, Giro 18), Thomas (Tour 18) y Simon Yates, hoy en Madrid, lo hicieron inevitable.
Qui¨¦n ser¨¢ el pr¨®ximo brit¨¢nico, le preguntaron, y ¨¦l, sin parpadear ni dudar respondi¨®: ¡°Mi hermano Adam, por supuesto¡±.
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