El d¨ªa m¨¢s largo de Puente San Miguel
En la localidad c¨¢ntabra donde reside la familia Barqu¨ªn los vecinos apenas pod¨ªan asimilar la tragedia
El viernes comienzan las fiestas de San Miguel Arc¨¢ngel. La caseta de los vinos de Cari?ena, un cl¨¢sico en las ferias, estaba a medio montar, como si la noticia del asesinato de Celia Barqu¨ªn hubiera paralizado cualquier actividad, salvo las m¨¢s rutinarias. El pueblo c¨¢ntabro de Puente San Miguel, de 3.000 habitantes, colindante con Torrelavega, estaba a media asta, como las banderas en la balconada de la casa consistorial. Despu¨¦s de la concentraci¨®n silenciosa, los dos centenares de asistentes se desperdigaron. Los ni?os volvieron al colegio p¨²blico Cantabria, donde estudi¨® la golfista. All¨ª se le despert¨® su inquietud por la ingenier¨ªa civil.
¡°Yo presum¨ªa de Celia¡±, afirm¨® el alcalde, Pablo Diestro, desbordado por los acontecimientos. ¡°Soy ingeniero de caminos y estaba orgulloso de ella, que dec¨ªa que cuando acabara la carrera volver¨ªa aqu¨ª para ejercerla. Le di clases de refuerzo de matem¨¢ticas, porque ella quer¨ªa ser la n¨²mero uno en todo, una chica diez. Ha sido un mazazo impresionante. Era una chica muy querida, muy trabajadora. Hace muy poco le hicimos un homenaje, cuando gan¨® el campeonato de Europa¡±.
Las c¨¢maras de las televisiones pululaban por la calle principal, en una especie de coreograf¨ªa triste. Los reporteros se atusaban la camisa y memorizaban sus textos para los directos que requieren todas las cadenas, pero lo hac¨ªan casi en susurros, como para no molestar la tranquilidad del pueblo.
Respetando la intimidad que solicit¨® Andr¨¦s, el hermano de Celia, que, con ojos brillantes, y gesto de no cre¨¦rselo del todo, de estar viviendo una pesadilla, tuvo fuerzas para responder un par de preguntas: ¡°Estamos todos muy afectados, destrozados¡±, asegur¨® a la puerta de su casa. ¡°Mantenemos el contacto con las autoridades para saber qu¨¦ pas¨®. Pido un poco de intimidad en estos momentos en los que estamos todos juntos para tratar de asimilar el mal trago¡±.
A las tres de la tarde, la corporaci¨®n municipal celebr¨® un pleno extraordinario. Por unanimidad, se acordaron tres d¨ªas de luto oficial. En los bares, ese luto se adivinaba en las conversaciones. ¡°Pobre chica¡±, dijo una de las parroquianas de la taberna del Puente. Sentadas en un velador, tres mujeres comentaban la noticia. ¡°Te vas a Estados Unidos, crees que es lo mejor, parece que es una maravilla, y con 22 a?os, un loco te mata. Pobre chica¡±, repet¨ªan los vecinos.
Tambi¨¦n en Llanes, a 65 kil¨®metros, estaban de luto. Celia jugaba en el Club de Golf asturiano. Su director, Luis Arturo Ruiz-Capillas, no se lo cre¨ªa todav¨ªa: ¡°Es un golpe fort¨ªsimo, horrible. Siempre recuerdo a sus padres apoy¨¢ndola constantemente, con la furgoneta de un lado a otro¡±.
En Puente San Miguel, el alcalde segu¨ªa contestando el tel¨¦fono. ¡°Fui a llevar a mi hijo al colegio; no sab¨ªa nada, y cuando regres¨¦, vi que ten¨ªa un mont¨®n de llamadas perdidas, qu¨¦ terrible¡±.
All¨ª se conocen todos; todos conoc¨ªan a Celia, que naci¨® en Torrelavega, a unos pocos kil¨®metros. Sus padres y sus t¨ªos tienen varias carnicer¨ªas que permanecieron cerradas por el luto y la angustia. Mientras, Pablo Diestro, el alcalde, entr¨® en uno de los bares del centro: ¡°Voy a tomarme un cafetuco, que va a ser un d¨ªa muy largo¡±.
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