Agassi, Courier y el amor
Con motivo del Masters de Shangh¨¢i, el autor desmiente que no se pueda mezclar deporte y pol¨ªtica al recordar al entrenador de tenis Nick Bollettieri
En el mundo de mediados de los 80, la URSS lideraba (ocupaba, m¨¢s bien) el bloque comunista. Y en ese mundo de mediados de los 80, y de cualquier d¨¦cada elegida al azar de los ¨²ltimos siglos, Estados Unidos representaba como nadie el capitalismo. ?Todos los Estados Unidos? No, todos no. Dentro de Estados Unidos, al modo de una aldea gala cuyos habitantes fuesen m¨¢s romanos que los propios romanos, la academia de Nick Bollettieri exig¨ªa de un capitalista la mayor de las comprensiones; en cierto modo, Bollettieri era la versi¨®n del capitalismo a la que ni Wall Street se atrev¨ªa a llegar. Bajo un r¨¦gimen de competencia extrema, Bollettieri criaba en cautividad las futuras estrellas del tenis. Chavales a los que su gur¨² despojaba de sus familias para jugar con las emociones de las promesas y ponerlas a disposici¨®n de lo ¨²nico que merec¨ªa la pena: la victoria. Bollettieri era el mejor; eso significaba, en una academia como la suya, que todo val¨ªa para conseguir serlo.
All¨ª fue a parar el hijo de un exboxeador iran¨ª medio loco, que hab¨ªa sometido a su hijo a unos entrenamientos con m¨¢quinas trucadas y speed para mantenerlo despierto. Un chico guapo y bajito cuya rebeld¨ªa y carisma le hizo una suerte de l¨ªder entre sus compa?eros. Tambi¨¦n acab¨® all¨ª un chaval que fue r¨¢pidamente objeto de burlas y gamberradas del clan de Agassi: Jim Courier. Courier lo explica en un documental dirigido por Jon Khon. Cuenta eso y la importancia que ten¨ªa para los cr¨ªos la figura de Bollettieri: apartados sus padres de sus vidas, hac¨ªa de entrenador y padre postizo. ¡°Nos disput¨¢bamos su amor. Quer¨ªamos que nos dedicara m¨¢s tiempo que al otro. No s¨®lo porque mejor¨¢bamos con ¨¦l [Sharapova revel¨® hace unos meses que Bollettieri, de 87 a?os, le hizo precio de amiga por una hora de pista: 900 d¨®lares], sino porque era como una figura paterna¡±, dice Courier
La academia Bollettieri vivi¨® uno de sus primeros grandes d¨ªas en Par¨ªs. Sus dos chavales m¨¢s prometedores, dos ni?os que se hab¨ªan hecho mayores con ¨¦l, cruzaron en tercera ronda de Roland Garros. Ten¨ªan 18 a?os cada uno cuando entraron a una pista repleta con las televisiones estadounidenses volcadas en aquello que, ol¨ªan, inauguraba una nueva ¨¦poca tras los viejos ¨ªdolos McEnroe y Connors; de hecho, con ellos tambi¨¦n florec¨ªa Pete Sampras.
As¨ª estaba el pa¨ªs cuando a la cancha de Roland Garros lleg¨® Nick Bollettieri. Agassi y Courier eran el talento natural y el trabajo, el carisma y la eficacia, Las Vegas y Sanford, Florida, la proyecci¨®n de una estrella y el bombardero que amenazaba con derruir sus cimientos. El futuro chico Pepsi, Nike y Brooke Shields contra un chico al que vest¨ªa Diadora. La aristocracia que nace con derechos adquiridos y el tipo que los conquista a palazos.
Y ese tipo, Jimbo Courier, cuando en su partido contra Agassi en Par¨ªs levant¨® la cabeza buscando a su entrenador, Nick Bollettieri, lo encontr¨® en el box de su rival. ¡°Celebraba sus puntos, los aplaud¨ªa; se manten¨ªa quieto y serio cuando yo los ganaba¡±, cont¨® a?os despu¨¦s. Pap¨¢ hab¨ªa elegido.
Courier jug¨® arrasado ese partido. Termin¨® con Bollettieri nada m¨¢s salir de la pista. Antes, hab¨ªa terminado con Agassi. Los dos se citaron dos a?os despu¨¦s en la final: de nuevo Courier volvi¨® a tumbar al genio de Las Vegas. ¡°Simplemente yo iba con el mejor, y el mejor era Andr¨¦¡±, dice Bollettieri. Ten¨ªa raz¨®n, otra vez: la leyenda iba a ser Agassi y su legendario ojo la detect¨® al instante. Cuando ve¨ªa el diamante, como le ocurri¨® con Seles y Williams, pod¨ªa arrasar lo que fuera, sacando de su camino a quienes les estorbaban, tuviesen veinte o diez a?os. ¡°Soy un ganador y me rodeo de ganadores. (¡) No se puede llegar a la cima sin hacer nada malo¡±, zanja. Habla de s¨ª mismo en tercera persona: ¡°Nick no mira atr¨¢s, no podr¨ªa ni decirte los nombres de mis ocho esposas¡±.
?Cu¨¢l es el precio de las cosas? ?Las hay sin precio? El documental sobre Bollettieri, para quien tenga inter¨¦s en estas preguntas, se titula El amor no vale nada.
El domingo se celebra la final del Masters de Shangai; este viernes juegan los dos favoritos: Roger Federer y Novak Djokovic.
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