Ba?o de realismo para el Madrid
La crisis trasciende a Lopetegui, es fruto de un club que sufri¨® de actualidad y se dej¨® ir sin Cristiano
Si un 5-1 ya es de por s¨ª estrepitoso para el sonrojado, lo sucedido en el Camp Nou fue mucho m¨¢s que un momento estruendoso para el Real Madrid. El desplome madridista no fue puntual, epis¨®dico. Fue la consecuencia de un equipo marcado desde el inicio del curso por la repentina franciscana austeridad del alto mando de Chamart¨ªn, m¨¢s ocupado de barnizar el estadio como obra p¨®stuma que de remediar la emigraci¨®n de Cristiano y retocar una plantilla que por muchos ¨¦xitos que haya sellado en Europa no tiene el elixir de la eternidad. Con la tercera Copa de Europa encadenada, los rectores sufrieron de actualidad. Mientras Zinedine Zidane miraba por encima de las Orejonasy clamaba por corregir el presente para aclarar un nuevo futuro, los jerarcas se entregaron a un entrenador reclutado de mala manera por desplantes previos de otros colegas. Al servicio de Julen Lopetegui para su estreno en Primera Divisi¨®n pusieron una plantilla desgastada por su tron¨ªo reciente y sin subsidio para el abandono de su jugador bandera.
Como resultado de tanta complacencia ante el espejo, el Madrid lleg¨® al cl¨¢sico con pinzas de plastilina, con la directiva susurrando contra Lopetegui por sus corrillos y el propio Lopetegui inyect¨¢ndose optimismo sin un gramo de autocr¨ªtica (al menos en p¨²blico). Tampoco lo hizo tras el 5-1, muy lejos del varapalo que se autoinfligi¨® Casemiro: ¡°El resultado es el reflejo de lo que es esta temporada, estamos jugando muy mal, hay que pelear todos, dar la cara todos...¡± El t¨¦cnico prefiri¨® escudarse en un partido imaginario, anclado en un chute de ¨¢nimo y determinaci¨®n que a los suyos les dur¨® un cuarto de hora al comienzo del segundo acto. El resto del partido fue de tinte azulgrana frente a un rival que se despleg¨® en el feudo barcelonista con aire de jubilado. El Bar?a s¨ª compareci¨® desde el inicio, s¨ª tuvo colmillo desde el inicio, s¨ª supo qu¨¦ hacer desde el inicio. Es m¨¢s, en el mejor momento de su adversario, con el apret¨®n visitante, supo capear la descarga blanca y retomar el tim¨®n.
Rectific¨® bien Lopetegui al descanso, pero nada se dijo de su par¨¢lisis en el primer tiempo, cuando Jordi Alba raj¨® a los suyos por la izquierda ante la escandalosa dimisi¨®n de Bale, que huy¨® de la quema y se alej¨® del lateral azulgrana, como si el asunto no fuera con alguien que se ve a s¨ª mismo como un consentido de no se sabe qu¨¦ gloria. Bale se retrat¨® a s¨ª mismo frente a Lopetegui, ante su gran mecenas del palco... Y ante Zidane. Con el gal¨¦s de paso, ajusta que ajusta la coleta, hasta el remangue del mencionado cuarto de hora, en el Madrid solo hubo once soledades. Fue un equipo r¨¢cano, sin rebeld¨ªa. Todo lo contrario que el Bar?a, que brind¨® por Messi de forma gremial sin reparar ni por un instante en Leo como coartada de una posible mala jornada. Para eso estaba Ernesto Valverde. Porque no solo reaccion¨® bien Lopetegui tras el descanso. El Txingurri lo hizo igual o mejor y supo dar un giro a los suyos cuando estaban contra las cuerdas.
Aludi¨® el preparador madridista a la falta de gol, como si tambi¨¦n fuera cuesti¨®n ajena a ¨¦l, solo fruto de un maleficio, de una conjura astral. Que si los postes y tal... Como si el tiro de Modric no se estrellara tanto como el posterior de Luis Su¨¢rez. Y hasta hizo menci¨®n a las bajas durante el curso, como si, por ejemplo, la presencia de Messi en familia en la grada fuera por motivos vacacionales. Sin CR, en el Real no hubo un Luis Su¨¢rez.
El descalabro del Madrid en el Camp Nou no fue la derivada de embrujo alguno. No fue el primer fallo multiorg¨¢nico. De haber sido as¨ª, como partido a partido parece proclamar el entrenador, el Real no estar¨ªa hoy a siete puntos del l¨ªder, noveno en LaLiga ¡ªfuera de los puestos europeos¡ª y con menos gol que en siglos. Y peor a¨²n: hoy no hay un solo futbolista blanco que haya dado un estir¨®n, si quiera por mil¨ªmetros. La mayor¨ªa no se reconocen, ya sea porque se lesionen con asiduidad, se patinen, se vuelvan patosos para hacer penaltis, la pifien ante la red u otra calamidad.
Zinedine Zidane ya quiso mirar por encima de las Copas de Europa para corregir el presente y aclarar el futuro
Lopetegui no debiera excusarse con esto y lo otro porque no es ¨¦l quien deba eludir un ba?o de realismo. No es el primer culpable, ni mucho menos. Si acaso, solo habr¨ªa que imputarle su sobredosis de fe tras cada planchazo. Normal y comprensible en un t¨¦cnico que el pasado mes de junio se jug¨® un ¨®rdago sin saber que se estaba jugando un ¨®rdago. Hoy puede no ser ni rojo ni blanco y sufrir un jaque mate presidencial que haga suponer que la rueda pinchada estaba en el banquillo, no en santuarios de canap¨¦s.
Sin Lopetegui al frente, el Madrid no recuperar¨¢ el medio centenar de goles de Cristiano, ni los testamentos de James y Morata. Desde la c¨²pula se pens¨® que bastaba con ser el Madrid, con que el Madrid fuera a rebufo del Madrid. Sin m¨¢s. Y mientras hab¨ªa que poner los focos m¨¢s en una obra arquitect¨®nica que deportiva. Por m¨¢s que a lo largo de su historia el Real haya desafiado con ¨¦xito tantas veces la l¨®gica del f¨²tbol, todo tiene un l¨ªmite. Tanto, que esta vez ni siquiera encontr¨® consuelo con Messi de espectador. El 5-1 fue mucho m¨¢s de lo que ya de por s¨ª es un 5-1. El Real fue goleado de la cabeza a los pies, del presidente a Mariano, ¨²ltimo en comparecer en un d¨ªa que no solo fue un mal d¨ªa. Al menos no debiera serlo solo para Lopetegui. El cr¨¢ter es mucho mayor.
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