Maxi G¨®mez y la conexi¨®n charr¨²a del Celta
El t¨¦cnico Antonio Mohamed confirma que el delantero uruguayo conformar¨¢ con Iago Aspas el ataque contra el Madrid. Juntos llevan apenas dos goles menos que todos los jugadores blancos
En el debate perpetuo en torno a la pelota, el celtismo discute sobre la permeabilidad de una zaga que ya hace a?os que sufre, incluso sobre si los magn¨ªficos porteros que salen de su vivero dan la talla al m¨¢ximo nivel, sobre la biso?ez de un centro del campo en el que, ausente por lesi¨®n Lobotka, lleva la manija Fran Beltr¨¢n, un chico de 19 a?os. Se litiga sobre si Emre Mor mostrar¨¢ alg¨²n d¨ªa el talento que se le supone o se polemiza respecto a Pione Sisto, que no parece entrarle por el ojo al nuevo t¨¦cnico y se quedar¨¢ en la grada este fin de semana. ¡°Justicia deportiva¡±, tercia Antonio Mohamed.
No hab¨ªa controversias sobre el ataque porque ah¨ª tiene dinamita el Celta: entre Iago Aspas y Maxi G¨®mez anotaron la temporada pasada 39 goles y en la actual llevan 14, dos menos que todo el Real Madrid, al que se enfrentan este domingo (20.45, Movistar Partidazo). Pero en el ¨²ltimo partido de LaLiga en Bala¨ªdos, Aspas marc¨® tres veces, como las dos oportunidades anteriores que se hab¨ªa alineado como nueve. Y se abri¨® una veta para discutir cu¨¢l debe ser su ubicaci¨®n en el once. Apartado por una leve lesi¨®n, Maxi G¨®mez hab¨ªa estado dos citas fuera del equipo. El pasado domingo aguard¨® en el banquillo, sali¨® a jugar la media hora final contra el Betis y marc¨® dos goles que remontaron el partido (3-3). Como para tener dudas. ¡°Va a jugar¡±, ilustra Mohamed, que tiene trabajo: ¡°Es cuesti¨®n de acomodar a los buenos futbolistas, una labor m¨ªa¡±
Hay estatus que no se obtienen con facilidad. El de indiscutible en el Celta le ha supuesto un esfuerzo a Maxi G¨®mez, que aterriz¨® en Vigo entre sospechas porque lo que se vio descender del avi¨®n fue un chico con sobrepeso, un bagaje de apenas dos a?os en el f¨²tbol uruguayo y un coste de 4,3 millones de euros por el 80% de su pase. Tres meses despu¨¦s el Beijing Guoan chino ya ofrec¨ªa cinco veces m¨¢s por ¨¦l. Ahora la puja ya se celebra en Europa y dobla cantidades con Borussia Dortmund y Tottenham al acecho. ¡°El f¨²tbol espa?ol es muy lindo¡±, repite el delantero uruguayo, de 22 a?os, que rechaz¨® la oferta asi¨¢tica porque ten¨ªa otro plan. La pasada primavera lo mostr¨®: se present¨® en el Mundial con 17 goles m¨¢s y nueve kilos menos de los que lleg¨® a Vigo. Ahora se ha afilado incluso m¨¢s. ¡°Sab¨ªa que para hacer carrera en Espa?a deb¨ªa cambiar mi f¨ªsico, los h¨¢bitos alimenticios y cuestiones como el descanso¡±, explica.
Lo fascinante es que durante ese proceso de refinaci¨®n no ha dejado de hacer goles. Y no fue el ¨²nico trazo grueso que mud¨®. Tras la s¨¦ptima jornada de su primera campa?a en LaLiga ya debi¨® de cumplir un partido de sanci¨®n por acumulaci¨®n de cinco tarjetas amarillas. Las alarmas sobre una posible inclinaci¨®n a la pendencia se dispararon porque en el pasado hab¨ªa protagonizado un multitudinario tumulto durante su estancia en Defensor, del que sali¨® como campe¨®n uruguayo antes de partir hacia Vigo. Ocurri¨® que su compa?ero ¡°Romario¡± Acu?a se encar¨® con un aficionado que result¨® ser un hermano de su compa?ero en la delantera. Y acabaron a tortas sobre el c¨¦sped. Pero Maxi G¨®mez entendi¨® donde estaba, desterr¨® la protesta y la aparatosidad del choque a destiempo. Desde entonces apenas vio siete amarillas m¨¢s, ninguna en el presente ejercicio.
Su conexi¨®n con el vestuario fue magn¨ªfica desde el primer d¨ªa; desde que lleg¨® a Vigo 10 d¨ªas antes de iniciar la pretemporada, se puso a trabajar con un preparador f¨ªsico y coincidi¨® con Hugo Mallo en las instalaciones de A Madroa. ¡°Es muy joven, pero tiene un poso importante¡±, le valora el capit¨¢n del equipo. Pero en su camino hacia la sutileza, Maxi G¨®mez no se ha despegado de la ra¨ªz. Una mirada al trayecto del delantero charr¨²a revela el esfuerzo de un uruguayo de interior, del chico criado en una modesta casa levantada gracias a un plan del gobierno para erradicar viviendas insalubres. All¨ª vuelve cuando puede, a Paysand¨², una localidad vecina a la frontera mojada que aguas abajo es el nacimiento del R¨ªo de la Plata. Cuando regres¨® del Mundial invit¨® a un asado a m¨¢s de 200 personas. Luego visit¨® al equipo donde ech¨® los dientes, el Atl¨¦tico Litoral de Paysand¨² y se enorgulleci¨® de todo lo que dieron de s¨ª los 200.000 euros que recibi¨® el club por derechos de formaci¨®n tras su traspaso al Celta, una cancha con buen tepe, nueva iluminaci¨®n, arreglos en la tribuna, nuevos vestuarios, muros y senderos en los accesos al campo.
Orgulloso de su origen, constructor de su futuro, Maxi G¨®mez disfruta con los gui?os que le depara el presente. Hace poco recibi¨® en A Madroa la visita de Manuel Losa, un escritor gallego largo tiempo afincado en Uruguay, que le obsequi¨® con un libro sobre Paysand¨² y le ilustr¨® sobre la relaci¨®n entre Uruguay y el Celta, que al a?o siguiente de su fundaci¨®n recibi¨® a la selecci¨®n charr¨²a, que hab¨ªa llegado en un barco de vapor al puerto de Vigo en abril de 1924 de camino a participar en los Juegos Ol¨ªmpicos de Par¨ªs. Les recibi¨® una multitud entusiasmada y se organizaron entonces dos partidos en el viejo campo de Coia contra el equipo local, los primeros que disput¨® un combinado sudamericano en suelo europeo. Gan¨® Uruguay, que deslumbr¨® a aquel joven Celta, que jugaba de rojo, pero que tras aquella demostraci¨®n decidi¨® que su primer color deb¨ªa ser el celeste. Casi un siglo despu¨¦s es Maxi G¨®mez el que recibe un impacto que le hace reafirmarse en su idea de que Vigo es ahora el sitio correcto en el que estar.
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