Carroll, sin un bote de m¨¢s
El baloncesto consiste, sobre todo, en que el bal¨®n acabe dentro del aro; el cimbreo previo con tres 'driblings' entre las piernas raramente aporta valor
Los aficionados del Madrid de baloncesto, y todos a los que nos apasiona este deporte, disfrutamos con los ocho minutos del segundo cuarto que Jaycee Carroll brind¨® en Tel Aviv el pasado jueves. Carroll apareci¨® con el marcador 17-20, y cuando los jugadores se retiraban al descanso la ventaja del Madrid era de 23-41, con 14 puntos (4-5 triples) del escolta, cumplidas las dos tareas principales que han marcado su vida como baloncestista: tirar y meter. Sin una simple concesi¨®n para la galer¨ªa. Game over.
¡°?Sabes la diferencia entre un buen jugador de baloncesto y uno no tan bueno?¡± ¡ªcon 16 a?os, y un padre ol¨ªmpico en casa, hay preguntas que solo deber¨ªan atenderse en presencia de la madre que lo pari¨®¡ª. ¡°El tema es absolutamente b¨¢sico. Los buenos tiran y meten. T¨² ver¨¢s c¨®mo te las apa?as¡±.?En estas cartas que les escribo, pido obviamente permiso para ciertas simplificaciones, por razones de espacio y estilo, pero si tienen hijos en casa les garantizo que este tipo de mensajes al final acaban calando. Querido amante del baloncesto competitivo, esto consiste sobre todo en que el bal¨®n acabe dentro del aro; el cimbreo previo con tres driblings entre las piernas raramente aporta valor.
Les propongo una tarea entretenida, que puede enriquecer la manera de ver un partido de baloncesto. Adem¨¢s de contemplar el juego de forma integral, echen un vistazo a las prioridades de los jugadores sobre la pista. A su relaci¨®n con el objetivo que los entrenadores les han encomendado. Entre los cuales seguro que no est¨¢ bajar a defender mirando a la grada como el pr¨®ximo Stephen Curry por descubrir. Con este modo de observar un partido, acabar¨¢n entendiendo la devoci¨®n de Pablo Laso por su enfocado escolta tirador, el jugador estadounidense que m¨¢s a?os ha permanecido en el Madrid de baloncesto. ?Ojo al dato! Que dir¨ªa el mito.
Recuerdo una conversaci¨®n antes de un partido con Juan Trapero (preparador f¨ªsico del equipo blanco; excampe¨®n de Espa?a de 60 metros y ol¨ªmpico en los Juegos de Barcelona) hablando de la frescura f¨ªsica de Carroll pasada la treintena. Una de las hip¨®tesis que sopesaba era el par¨¦ntesis de Jaycee con el baloncesto, de dos a?os, para cumplir con las misiones a las que le obligaba la religi¨®n mormona que profesa. Esa obsesiva necesidad de cumplir con el objetivo de esa temporada, de esa semana, de esa tarde, del siguiente pase de Campazzo. Levant¨¢ndote cada d¨ªa con el aro rival en la cabeza, para asegurarte que eres ¨ªdolo o un simple padre de familia numerosa de manual. Sin un bote de m¨¢s que te distraiga.
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