Los ¡®elefantes blancos¡¯ de Brasil y Rusia
Las dos ¨²ltimas sedes realizaron alt¨ªsimas inversiones en estadios que despu¨¦s son poco utilizados
Para organizar el Mundial de 2014, Brasil tom¨® caminos m¨¢s pol¨ªticos que estrat¨¦gicos y pag¨® un alto precio por ello, comenzando por la opci¨®n de 12 ciudades sede cuando solo ocho eran suficientes. Hubo una inversi¨®n de 2.300 millones de euros en la construcci¨®n de seis estadios, como el Man¨¦ Garrincha, en la capital federal, que cost¨® 470 millones y ahora apenas se utiliza, si acaso como escenario de bodas y actos religiosos. Tambi¨¦n otros recintos, como en Manaus, Cuiab¨¢, Natal y Recife, acumulan p¨¦rdidas millonarias a?o tras a?o. Inclusos campos propiedad de equipos con una tradici¨®n hist¨®rica tienen dificultades para cuadrar sus cuentas. Es el caso del Corinthians, el equipo del expresidente Lula. Cuatro a?os despu¨¦s, todav¨ªa no ha conseguido cerrar un acuerdo para vender su nombre a cambio de un patrocinio ni ha establecido una f¨®rmula viable para atajar una deuda de 350 millones de euros.
Brasil sufri¨® en el estadio de Mineirao, en Belo Horizonte, la tremenda humillaci¨®n deportiva de perder 1-7 contra Alemania en las semifinales. La afrenta sigue encendida tanto como la verg¨¹enza de que 10 de los 12 estadios est¨¦n en el centro de una investigaci¨®n por supuesto desv¨ªo de fondos p¨²blicos. Todav¨ªa en esas 10 ciudades hay 40 obras inconclusas de movilidad urbana o infraestructura prometidas para el Mundial.
En Rusia, los productos de mercadotecnia del torneo de este 2018 todav¨ªa inundan las tiendas del centro de Mosc¨². Las tazas con la estampa de Zabivaka, la mascota oficial, no son el ¨²nico legado. Con un presupuesto de unos 12.400 millones de euros, el que ya est¨¢ considerado como el Mundial m¨¢s caro de la historia ha dejado en el pa¨ªs un buen pu?ado de nuevas infraestructuras. Tambi¨¦n, seg¨²n el comit¨¦ organizador, se crearon unos 220.000 puestos de trabajo.
El campeonato ha contribuido al desarrollo socioecon¨®mico de Rusia. Beneficio, sin embargo, muy distinto por regiones y que no se mantendr¨¢, seg¨²n ha analizado Moody¡¯s. Esta agencia de calificaci¨®n de riesgo sostiene que la mayor¨ªa de las infraestructuras creadas ¡ªdesde hoteles y otros alojamientos hasta los propios estadios¡ª dif¨ªcilmente seguir¨¢n dando beneficios ahora que la riada de aficionados se ha ido.
Rusia recibi¨® m¨¢s de cinco millones de extranjeros, un enorme espaldarazo en ciudades poco acostumbradas a grandes masas de visitantes occidentales, como Kaz¨¢n, Volvogrado y Samara.
La fiebre del Mundial ha conseguido contagiar por la pasi¨®n del f¨²tbol a muchos rusos en un pa¨ªs que siempre ha sido m¨¢s amante del h¨®ckey y del baloncesto. Y eso se est¨¢ notando: los partidos de primera de la liga rusa tienen ahora m¨¢s seguidores que nunca. Incluso en segunda divisi¨®n se est¨¢n llenando algunos estadios.
Las autoridades analizan ahora qu¨¦ hacer con esos elefantes blancos: desde grandes conciertos a incluso fiestas privadas u otros eventos que, no obstante, dif¨ªcilmente garantizar¨¢n la viabilidad financiera de esos campos de nueva creaci¨®n que tampoco est¨¢n todav¨ªa amortizados.
Fue tambi¨¦n el Mundial de Vlad¨ªmir Putin. El presidente ruso cumpli¨® con creces su objetivo. El campeonato llegaba en un momento en el que la relaci¨®n entre Rusia y Occidente pasaba por su peor momento desde la Guerra Fr¨ªa y durante el mes que duraron los partidos el pa¨ªs logr¨® mostrarse como superpotencia econ¨®mica y pol¨ªtica y ofrecer al mundo una imagen de modernidad, apertura y alegr¨ªa que sorprendi¨® a muchos.
Ahora, cuando la euforia del bal¨®n se ha disipado, los problemas econ¨®micos y sociales que permanecieron ocultos ¡ªla recesi¨®n, la lacra de la violencia de g¨¦nero o las continuas vulneraciones de los derechos humanos de las personas LGTBI¡ª siguen ah¨ª.
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