Las barras bravas, amos del f¨²tbol argentino
Los ultras de los clubes controlan parte de los derechos de jugadores, el ¡®merchandising¡¯ y la venta de drogas, y tienen fuertes v¨ªnculos con el poder pol¨ªtico
A comienzos de esta d¨¦cada, un periodista argentino traz¨® una comparaci¨®n que cualquier extranjero no habr¨ªa entendido. ¡°Los ¨²ltimos dos cracks de nuestro f¨²tbol son Sergio Ag¨¹ero y Javier Cantero¡±. Se refer¨ªa, adem¨¢s del Kun, al reci¨¦n electo presidente de Independiente, en 2011, un iconoclasta que intent¨® gobernar a contramano de las autoridades del resto de los clubes: se enfrent¨® a la barra brava de su equipo ¡ªviolentos que asustaban con solo cruzarse con ellos¡ª, les quit¨® el negocio ¡ªrecib¨ªan del club 40.000 d¨®lares al mes¡ª, les ech¨® de la sede y del estadio. Hoy, mientras la f¨¢brica de goles de Ag¨¹ero contin¨²a abierta, Cantero lleva cuatro a?os dedic¨¢ndose a su empresa de construcci¨®n: es un paria del f¨²tbol.
¡°En Europa no entienden el fen¨®meno barrabrava porque se piensan que son unos violentos aislados, como los hooligans, y la verdad es que son parte del sistema¡±, dice Cantero. ¡°Arriba vienen los pol¨ªticos, no todos, porque hay excepciones, pero s¨ª muchos. Los pol¨ªticos nombran o bendicen a jueces y a polic¨ªas, y los barrabravas son su mano de obra¡±, explica quien fue llamado El Quijote.
Cantero dur¨® dos a?os en el cargo. Muy pronto se qued¨® solo. ¡°Iba a ver a ministros y me dec¨ªan que aflojara: ¡®?Pero cu¨¢ntas entradas te piden? ?500? Dales 200 y listo¡¯. O ven¨ªa un polic¨ªa y me dec¨ªa: ¡®Te pongo coca¨ªna en el auto del l¨ªder de la barra y te lo tengo dos a?os preso pero arreglamos qui¨¦nes lo remplazan y a esos los manejamos nosotros¡¯. En un cl¨¢sico con Boca puse derecho de admisi¨®n a las dos barras. Vino Daniel Angelici [actual presidente de Boca] y me dijo de todo, me pregunt¨® que qui¨¦n me cre¨ªa que era. Cuando iba a la AFA los dirigentes de los clubes no me quer¨ªan, me dec¨ªan que los expon¨ªa. Y perd¨ª el respaldo interno cuando en lo deportivo nos fue mal: ah¨ª me equivoqu¨¦ mucho¡±, asume Cantero, quien da pie al resultadismo que corroe al f¨²tbol argentino: para los hinchas, de cualquier equipo, es m¨¢s vergonzante y estigmatizador una derrota deportiva que un acto de violencia.
As¨ª funcionan las barras bravas, el nudo de un problema que ha llevado la Libertadores a Madrid por la violencia de los ultras. Acaso lo ¨²nico predecible es que al d¨ªa siguiente de cada jornada violenta, como los piedrazos que rompieron el autob¨²s que trasladaba a Boca al Monumental, en los medios se repite una frase como mantra: ¡°Hay que desterrar a los barras como hicieron los ingleses con los hooligans¡±. Pero es imposible. Cada dos o tres a?os llegan expertos europeos para tratar el fen¨®meno barrabrava y en poco tiempo advierten la inviabilidad de aplicar una soluci¨®n europea en Argentina.
¡°En Europa los hooligans eran grupos marginales sin relaci¨®n con el sistema¡±, dijo el especialista holand¨¦s Otto Adang, en 2009. ¡°En Argentina los barras est¨¢n vinculados al negocio. Tienen pases de jugadores, manejan el merchandising en las calles, estacionamientos, venta de drogas y tienen v¨ªnculos con el poder pol¨ªtico que asombran. Por eso el problema en la Argentina es mucho m¨¢s grave, porque hay que cambiar el sistema. Mientras eso no ocurra, es na¨ªf pensar en reeducar a los barras o generar un vuelco desde la educaci¨®n¡±. Todo sigue igual.
Cuando te encuentras en el estadio al asesino de tu hermano
El tema de las barras bravas es tan complejo que no siempre los integrantes de estos grupos son los encargados de generar violencia. Quienes tiraron las piedras al bus de Boca fueron hinchas comunes.Lo mismo ocurri¨®, con mayor fortuna para los jugadores de River, cuando volv¨ªan de la Bombonera despu¨¦s de la ida: su veh¨ªculo tambi¨¦n termin¨® astillado pero sin futbolistas heridos. Y no dejan de ser casos menores en comparaci¨®n a otros. El a?o pasado, en un cl¨¢sico local entre Talleres y Belgrano, en C¨®rdoba, un hincha reconoci¨® al asesino de su hermano y empez¨® a hostigarlo por el crimen. El acusado se defendi¨® dici¨¦ndole al resto de los hinchas que Balbo era de Talleres. La multitud actu¨® en masa: empez¨® a echar de la tribuna a quien era, supuestamente, un infiltrado: Balbo cay¨® desde lo alto y muri¨® a las pocas horas. El soci¨®logo argentino Pablo Alabarces define a esa barbarie con un t¨¦rmino: barrabravismo. "El aguante es un mandato moral", asegura; "la violencia, a pesar de su bagaje negativo, se constituye como un lugar propicio para construir identidad. Genera fuertes sentimientos de pertenencia. Se crea un nosotros estable y s¨®lido: permite adquirir una relevancia imposible en otras clases de identificaciones".
En un libro reciente, Los due?os de la pelota, el periodista Federico Y¨¢?ez revela que las autoridades de la enorme mayor¨ªa de los clubes tienen relaci¨®n directa con cargos pol¨ªticos, judiciales y sindicales. Que el sustituto de Cantero en Independiente haya sido el entonces l¨ªder de la central sindical hist¨®rica de Argentina, Hugo Moyano, no deber¨ªa sorprender. La mayor muestra de la conexi¨®n f¨²tbol-poder, pero no la ¨²nica, es Boca, el club desde el que Mauricio Macri ¡ªsu presidente entre 1995 y 2007¡ª comenz¨® su carrera hacia la Casa Rosada: por la c¨²pula dirigente del club pasaron en los ¨²ltimos a?os operadores judiciales, diputados, ministros provinciales, vicepresidentes de legislaturas y titulares de institutos de Previsi¨®n. En 2012 fue nombrado jefe de seguridad del club un fiscal que a?os atr¨¢s hab¨ªa estado en la boda del l¨ªder de la barra brava, Rafael Di Zeo. ¡°Es mi amigo¡±, dijo. Tambi¨¦n las comisiones directivas de River y del resto de los clubes est¨¢n integradas por ministros, procuradores y l¨ªderes sindicales. ¡°La erradicaci¨®n de los barras complicar¨ªa doblemente a muchos dirigentes: por temor o conveniencia, los usan para la pol¨ªtica y el f¨²tbol¡±, dice Ya?ez.
En la revista Noticias de esta semana, un dirigente explic¨® desde el anonimato: ¡°Investigar a los barras ser¨ªa pegarse un tiro en el pie. Los clubes ya no son solo equipos de f¨²tbol sino un lugar para hacer pol¨ªtica, negocios y lobby. Y para crecer en los clubes ten¨¦s que tener a la barra a tu favor. Les pagan por ir a tocar el bombo a los actos, les consiguen un cargo en el Estado, los contratan como seguridad en edificios p¨²blicos o los meten en la empresa de alg¨²n dirigente. Son negociantes de la violencia¡±.
Sin embargo, es posible que gran parte de esta cultura barrabrava no llegue al Bernab¨¦u. Seg¨²n los cronistas especializados en violencia, un subg¨¦nero dentro del periodismo deportivo en Argentina, las primeras y segundas l¨ªneas de las barras no viajar¨ªan a Espa?a. Ser¨ªa aventurarse a un territorio donde no tienen protectores. Tampoco puede que se agoten las 5.000 entradas que se pusieron a la venta en Argentina para cada club a alt¨ªsimos precios: entre 80 y 250 euros.
¡°?Y vos qu¨¦ hubieses hecho? ?Le hubiese pagado a la barra?¡±, responde Cantero cada vez que le preguntan si su error fue haber cre¨ªdo en una soluci¨®n individual, quijotesca. Ni fue esa ni tampoco ninguna otra.
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