De la fraternidad a la fobia
La rivalidad entre Boca y River, hoy llevada al extremo, tambi¨¦n tuvo episodios de concordia a lo largo de su accidentada relaci¨®n durante m¨¢s de un siglo
Tal vez River y Boca hayan nacido por ser rivales: la grieta futbol¨ªstica de Argentina comenz¨® en la calle y despu¨¦s se traslad¨® al campo de juego, como si el f¨²tbol apenas fuera un catalizador. El diario La Ma?ana lanz¨® en 1911 una encuesta a sus lectores sobre qu¨¦ equipo ten¨ªa m¨¢s seguidores. Apenas se hab¨ªan enfrentado en un amistoso, en 1908, pero ya se miraban de costado. Eran clubes precarios y vecinos, del barrio de La Boca, y el concurso deriv¨® en una ¡°terrible pelea¡± callejera entre 15 mujeres, inform¨® el matutino. Una hincha de River, consignada como ¡°la patrona de un caf¨¦¡±, grit¨® ¡°Viva el River¡± al leer que su favorito estaba en ventaja. Siete mujeres de Boca le respondieron ¡°Viva el Boca¡±, a lo que la se?ora de River le grit¨® en genov¨¦s a su perro, ¡°Malaspin, d¨¢gales u tarascun¡±. La cr¨®nica de La Ma?ana continu¨®, efectivamente, con el tarasc¨®n de la mascota: ¡°Un enorme perro mordi¨® en mal estado a una de las entusiastas defensoras del Boca¡±.
En 1913, cuando jugaron el primer cl¨¢sico oficial, parec¨ªa que llevaban a?os esper¨¢ndose. ¡°Boca-River, los dos elencos poderosos de la Boca, se encontrar¨¢n por primera vez en esta temporada y quiz¨¢s tambi¨¦n en su vida como instituciones ya instaladas ¡ªpublic¨® La Argentina¡ª. El match despierta un inter¨¦s tal que no es exagerado afirmar que concurran a ¨¦l un n¨²mero de espectadores como posiblemente no hemos presenciado jam¨¢s en nuestras ligas¡±. Los 7.000 testigos vieron c¨®mo los jugadores se peleaban a golpes de pu?o y acentuaban una rivalidad que tampoco se aplacar¨ªa cuando River dej¨® el barrio original, en 1923, y se mud¨® al norte de la ciudad. Como dos compadritos que se la ten¨ªan jurada, River-Boca recelaban tanto que el primer cl¨¢sico del profesionalismo, en 1931, roz¨® la tragedia, con tribunas incendiadas y el ¨¢rbitro y¨¦ndose del campo a los 25 minutos.
Pero los que se odian tambi¨¦n se aman, y cualquier encono implica un reconocimiento de la grandeza ajena: nadie acepta ser el cl¨¢sico de un equipo menor. Cuando River sali¨® campe¨®n en 1947 festej¨® primero en el Monumental, donde ya jugaba desde 1938, y a mediados de semana continu¨® celebrando en su barrio original. Lo que hoy parece f¨¢bula no fue a escondidas de su viejo rival sino en su compa?¨ªa, incluso invitado por el propio Boca. ¡°Hermosa fiesta de confraternidad brind¨® Boca a su adversario cl¨¢sico, River¡±, titul¨® La Raz¨®n. Aunque River y Boca siempre vivieron en combusti¨®n, hubo una ¨¦poca en que la bravura se daba la mano con la camarader¨ªa: en la cobertura period¨ªstica se ven a las figuras de Boca y de River (entre ellos Alfredo Di St¨¦fano) compartiendo mesa e instrumentos musicales para festejar el t¨ªtulo de uno de los clubes del barrio. ¡°El xeneize y el millonario, unidos del brazo, pasearon bajo el aplauso de una multitud ¡ªpublic¨® ese diario¡ª. Qu¨¦ hermoso el grito que uni¨® los nombres gloriosos de River y de Boca, hermanos m¨¢s que nunca¡±.
En 1947, River celebr¨® el t¨ªtulo en el barrio de Boca, invitado por su rival
Pero la relaci¨®n entre Boca y River, como Argentina, comenz¨® a fastidiarse en alg¨²n momento, aunque todav¨ªa quedaban algunas postales de confraternidad, tambi¨¦n en la desgracia. En 1968, cuando la polic¨ªa del dictador Juan Carlos Ongan¨ªa provoc¨® la muerte de 71 espectadores en la Puerta 12 del Monumental, a la salida de un Supercl¨¢sico, las dos hinchadas se unieron a d¨²o en los partidos siguientes: ¡°No hab¨ªa puerta no hab¨ªa molinete, era la cana (polic¨ªa) que daba con machete¡±. En 1969, cuando el Boca dirigido por Di St¨¦fano sali¨® campe¨®n en rodeo ajeno, el Monumental, los dirigentes locales encendieron los grifos del campo de juego para entorpecer el festejo pero no dej¨® de ser un desacato t¨ªmido: los jugadores de Boca dieron la vuelta ol¨ªmpica y fueron aplaudidos por los plate¨ªstas de River.
Las dirigencias todav¨ªa empatizaban en 1984, como cuando River le alquil¨® gratis a Boca el Monumental para que se jugara el supercl¨¢sico m¨¢s particular: Boca ten¨ªa suspendida la Bombonera y fue local en River. Pero tambi¨¦n eran ¨¦pocas en que las barras bravas ya hab¨ªan entrado en escena y comenzaban a reconfigurar el mapa. En el paisaje del cl¨¢sico entraron las armas de fuego, las drogas y las muertes, ninguna m¨¢s lamentadas que cuando la barra de Boca mat¨® a dos chicos de River a la salida de la Bombonera, en 1994. River hab¨ªa ganado 2-0 ese partido y un hincha dir¨ªa en televisi¨®n a las pocas horas: ¡°Empatamos 2 a 2, ellos hicieron dos goles y nosotros les matamos dos pibes¡±.
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