Buenos Aires, en rojo y blanco
Los hinchas de River celebran el triunfo en el centro de la capital argentina
Y una noche, gan¨® River. Y fue campe¨®n de la Copa Libertadores frente a Boca. La final ¡°m¨¢s larga de la historia¡± se jug¨® en Madrid, pero el sismo se sinti¨® en Buenos Aires, donde los hinchas millonarios salieron a las calles con la pitada del final en el Bernab¨¦u. Con el estadio Monumental cerrado, los festejos se trasladaron al Obelisco, centro emotivo de la capital argentina. La polic¨ªa acordon¨® la zona para evitar incidentes.
Con el metro cerrado y las rutas de los buses urbanos desviadas, los hinchas debieron llegar caminando hasta el Obelisco. Fue una procesi¨®n m¨²ltiple, que baj¨® de todos los barrios. River tiene el suyo, en Nu?ez, pero la pasi¨®n por el nuevo campe¨®n de la Libertadores es transversal a la geograf¨ªa de Buenos Aires.?La fiesta fue digna de un gran campe¨®n, como si Argentina hubiese ganado una copa mundial de f¨²tbol muy lejos de casa, pero con los colores de la camiseta cambiados. Entrada la noche, la polic¨ªa desaloj¨® a los aficionados despu¨¦s de que empezaran a tirar piedras y otros objetos contra los agentes.?
Entre bengalas, bombas de estruendo, bombos y banderas, decenas de miles de hinchas celebraron con todo el color habitual de los fan¨¢ticos argentinos. Ha pasado mucho tiempo desde que se conoci¨® la dupla del final. Y este domingo hubo que contener la emoci¨®n durante 120 minutos. Fue la descarga de una final que pareci¨® interminable. Hubo cantos contra la Conmebol por el traslado de la final a Madrid, pero no cuesta imaginar que hubiese pasado si Boca ganaba a River en el Monumental. Los antecedentes de violencia no hac¨ªan propicios una vuelta ol¨ªmpica en territorio enemigo.
El delicado equilibrio entre euforia festiva y seguridad ha sobrevolado durante toda la noche. Los hinchas celebraron rodeados de polic¨ªas antimotines, mientras vallas de hierro de dos metros de altura proteg¨ªan los comercios m¨¢s emblem¨¢ticos de la zona, rica en restaurantes, bancos y caf¨¦s. Es com¨²n que los desbordes de la pasi¨®n deriven con el paso de las horas en graves incidentes, con vitrinas rotas y la polic¨ªa cargando contra los hinchas con gases y balas de goma. La euforia contenida de una final interminable fue desde el inicio del d¨ªa fuente de los peores presagios.
Los recaudos de seguridad daban esta noche resultados. Y en el Obelisco se despertaron las pasiones m¨¢s primarias. Nada de sofisticaci¨®n para una noche que quedar¨¢ en los libros de historia del f¨²tbol. ¡°?Campe¨®n, campe¨®n!¡±, ¡°?Soooy de River, soooy de River!", ¡°?River Plate, River Plate, dale River Plate!¡± cantaron los hinchas. La imposibilidad de celebrar en su estadio sac¨® a todos de sus casas y el cruce de las avenidas 9 de julio y Corrientes, donde est¨¢ el Obelisco, fueron la tribuna improvisada de miles de fan¨¢ticos. La lluvia que cay¨® de forma intermitente durante todo el domingo se convirti¨® en chaparr¨®n apenas termin¨® el encuentro en el Bernab¨¦u. Pero el agua no pudo apagar el fuego de los hinchas. El partido se jug¨® en Madrid, pero la fiesta del campe¨®n fue en Buenos Aires.
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