La huella brasile?a del Kashima
El legendario Zico, ¨ªdolo hist¨®rico del club nip¨®n, ha regresado como director deportivo y mantiene la tradici¨®n de reclutar jugadores de su pa¨ªs
La inmortal sensibilidad del escritor Eduardo Galeano plasm¨® como nadie la belleza del gol que Zico considera como el mejor de todos los que hizo en su vida: ¡°La pelota lleg¨®, en centro cruzado, desde la derecha. Zico, que estaba en la media luna del ¨¢rea, entr¨® con todo. En el envi¨®n se pas¨®: cuando advirti¨® que la pelota le quedaba atr¨¢s, dio una vuelta de carnero en el aire y en pleno vuelo, de cara al suelo, la pate¨® de taco. Fue una chilena, pero al rev¨¦s. '?Cu¨¦ntenme ese gol!', ped¨ªan los ciegos¡±. Corr¨ªa el a?o 1993 y el Kashima disputaba la Copa del Emperador contra el Tohoku Sendai. Zico ya ten¨ªa 40 a?os y llevaba dos enrolado en la ¨²ltima aventura de su soberbia carrera. Antes ya se hab¨ªa retirado para arrancar una breve carrera pol¨ªtica como Secretario Nacional de Deportes. Pero la oferta japonesa para regresar era tentadora. Tan grande como la pasi¨®n que Zico siempre ha puesto en todo lo que hace. Con las rodillas reventadas, pero armado con la fe de un evangelizador y una gigantesca capacidad de convicci¨®n, Zico manten¨ªa aun ardiendo la llama de su t¨¦cnica infusa y la ilimitada creatividad que le hab¨ªan coronado como uno de los mejores jugadores de la historia. Esas cualidades que otro escritor, su compatriota Armando Nogueira, condens¨® en una met¨¢fora maravillosa: ¡°Zico juega al f¨²tbol como si la pelota fuera una rosa entreabierta entre sus pies¡±.
Demasiada belleza como para no causar un impacto inmediato en tiempos en los que el f¨²tbol japon¨¦s pagaba a precio de oro a algunas estrellas veteranas que permitieran alcanzar a su incipiente liga profesional una jerarqu¨ªa diferente. En su primera campa?a Zico fue m¨¢ximo goleador y ascendi¨® con el Kashima, que gracias a ¨¦l abraz¨® los c¨¢nones del profesionalismo. No pudo consagrarse campe¨®n de la liga japonesa. En la final de la primera edici¨®n, en 1993, el Kashima, con Zico y su excompa?ero en el Flamengo Alcindo, perdi¨® ante el Verdy Kawasaki, cuya principal referencia era el brasile?o Bimarck. Zico no acab¨® aquel partido. Sufri¨® una de las escasas expulsiones de su carrera, pero hab¨ªa popularizado el f¨²tbol m¨¢s creativo en el imperio de la disciplina y el orden.
Meses despu¨¦s el estadio del Kashima desped¨ªa a Zico con la reverencia con la que se contempla a una divinidad. De manos del primer ministro nip¨®n Tsutomu Hata recibi¨® el t¨ªtulo de ciudadano honor¨ªfico de Kashima y las llaves de la ciudad, que tambi¨¦n eran las del coraz¨®n de su gente. Transform¨® un club de f¨¢brica en una firma con historia y tradici¨®n. Hoy tiene una estatua en su honor a la entrada del estadio. Tras homenajear a Zico el Kashima abri¨® sus puertas a otros jugadores brasile?os. Costosas flores raras y atractivas como Leonardo, Jorginho o Mazinho, campeones del mundo que instauraron la tradici¨®n brasile?a en Jap¨®n. Con el nuevo siglo llegaron dificultades econ¨®micas, pero ni aun entonces el Kashima abandon¨® esa senda. Desde Zico m¨¢s de 50 brasile?os han portado el escudo de la cornamenta. Y por su banquillo pasaron ilustres t¨¦cnicos como Oswaldo de Oliveira o Paulo Autuori.
Seleccionador de Jap¨®n
Edu Coimbra, el hermano mayor de Zico, ya hab¨ªa dirigido al equipo en 1994. Tambi¨¦n Toninho Cerezo, fant¨¢stico socio de Zico en la selecci¨®n canarinha, que manifestaba su asombro por ciertas costumbres locales: los j¨®venes valores de la cantera del club abandonaban el f¨²tbol a los 18 a?os para regresar a los 21, una vez encauzados sus estudios universitarios. Zico se hab¨ªa enamorado de Jap¨®n, cuyo equipo nacional dirigi¨® ganando la Copa de Asia de 2004 y gui¨¢ndolo hasta el Mundial 2006. Su ¨²nica experiencia previa en un banquillo databa de 1999, cuando dirigi¨® un par de meses al Kashima siendo ya director deportivo del club. Un cargo que ejerci¨® hasta 2002, y que retom¨® en agosto de este a?o para pilotarlo hasta ganar la Champions asi¨¢tica ante el Pers¨¦polis iran¨ª y ahora presentarse con orgullo en el Mundial de clubes.
La afici¨®n nipona suele pasear por las gradas una enorme pancarta que reza ¡°Esp¨ªritu de Zico¡± sobre una efigie de su ¨ªdolo carioca. ¡°Siempre pongo el alma en lo que hago¡±, suele declarar el director deportivo. ¡°As¨ª creo identificaci¨®n. Quiero que la gente no solo piense en lo profesional, sino tambi¨¦n en el coraz¨®n, en lo emocional¡±. Hoy el Kashima cuenta con cinco brasile?os en sus filas. Ninguno de ellos logr¨® consolidarse en clubes importantes de su pa¨ªs. El m¨¢s destacado, es el zurdo Serginho, un r¨¢pido delantero que marc¨® goles en todos los partidos de la Champions de Asia que el Kashima conquist¨®. Criado en la cantera del Santos, Zico se lo llev¨® a Jap¨®n tras verle jugar como cedido en el Am¨¦rica Mineiro cuando se enfrent¨® a su querido Flamengo. En el ¡°Fla¡± Zico siempre destac¨® el potencial de Vinicius: ¡°Un talento nato, con arrancada, velocidad y habilidad. Le he visto entrenar y est¨¢ mejorando su disparo a puerta, que era una dificultad que ten¨ªa. Tiene que trabajar m¨¢s la pierna izquierda. Debe mantener la calma y tener los pies en el suelo¡±, afirma Zico. ¡°Para m¨ª, como para todo flamenguista, Zico es un Dios¡±, contesta el joven madridista. Tambi¨¦n el f¨²tbol japon¨¦s piensa lo mismo. Y tiene con Zico una deuda de gratitud eterna.
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